Quinta parte Mirando al futuro
Capítulo 17
Hacia una agricultura sustentable
Los problemas de la agricultura moderna
Los dramáticos aumentos en la productividad de los
cultivos en la agricultura moderna, han sido acompañados en muchos casos por
degradación ambiental, (erosión del suelo, contaminación por plaguicidas,
salinización), problemas sociales (eliminación del predio familiar;
concentración de la tierra, los recursos y la producción; crecimiento de la
agroindustria y su dominio sobre la producción agrícola; cambio en los patrones
de migración rural/urbana) y uso excesivo de los recursos naturales.
Recientemente la agricultura se ha visto sometida en forma
creciente a las restricciones de los precios inflacionarios del petróleo.
Los problemas de la agricultura moderna pueden ser aun más
difíciles cuando la tecnología occidental convencional, desarrollada en
específicas condiciones ecológicas y socioeconómicas, se aplica a países en
desarrollo, como es el caso de algunos programas de la Revolución Verde
(Capítulo 4).
La agricultura moderna se ha vuelto sumamente compleja,
con ganancias en el rendimiento de los cultivos que dependen del manejo
intensivo y de la disponibilidad ininterrumpida de los recursos y la energía
suplementaria. Este libro se basa en la premisa de que el enfoque convencional
no se adecua a una era con problemas ambientales y energéticos, sino que
enfatiza la necesidad del progreso hacia una agricultura auto-suficiente,
económicamente viable, energeticamente eficiente, conservadora de los recursos
y socialmente aceptable.
La comprensión de los sistemas agrícolas tradicionales
puede revelar importantes claves ecológicas, para el desarrollo de la
producción alternativa y los sistemas de manejo en los países industriales y en
desarrollo.
El desafío de la investigación de la agricultura
sustentable será el de aprender a compartir innovaciones y discernimientos
entre los países industriales y los en via de desarrollo finalizando la
transferencia tecnológica en un sólo sentido; desde el mundo industrial hacia
el Tercer Mundo. Este intercambio debe ser parejo, especialmente en el área de
la biotecnología, que depende principalmente de la disponibilidad de la
diversidad genética de los cultivos, mucha de la cual aún se preserva en los
agroecosistemas tradicionales. No resulta apropiado para los mejoradores de
plantas de los países industrializados tener un acceso libre al germoplasma
nativo en los agroecosistemas tradicionales sin compensar a los países del
Tercer Mundo.
En efecto, la búsqueda de modelos agrícolas sustentables
tendrá que combinar elementos del conocimiento científico tradicional y
moderno. La complementación del uso de insumos y variedades convencionales con
tecnologías tradicionales asegurará una producción agrícola más permisible y
sustentable. En los E.E.U.U. y en otros países industrializados, la adopción de
este enfoque requerirá de ajustes importantes en la estructura del capital
intensivo de la agricultura. En los países en desarrollo también se requerirá
cambios estructurales, principalmente para corregir desigualdades en la
distribución de recursos, pero además se necesitará que los gobiernos
reconozcan el conocimiento de los campesinos como un importante recurso
natural.
El desafío será entonces el de aumentar al máximo el uso
de este recurso en las estrategias de desarrollo agrícola autónomo.
Cuando se examinan los problemas que confrontan el
desarrollo y la adopción de agroecosistemas sustentables, resulta imposible
separar los problemas biológicos de la práctica de la agricultura «ecológica»
de los problemas socioeconómicos, del crédito inadecuado, la tecnología, la
educación, el apoyo político y el acceso al servicio público. Las
complicaciones sociales y los prejuicios políticos más que los problemas
técnicos, son probablemente las mayores barreras para cualquier transición
desde sistemas productivos de gran capital/energía a sistemas agrícolas
consumidores de poca energía y de una intensa mano de obra.
Una estrategia para lograr una productividad agrícola
sustentable tendrá que hacer mucho más que simplemente modificar las técnicas
tradicionales. Una estrategia exitosa será el resultado de enfoques novedosos
para diseñar agroecosistemas que integren el manejo con la base de recursos
regionales y que operen dentro del marco existente de condiciones ambientales y
socioeconómicas (Loucks 1977). Las selecciones tendrán que basarse en la
interacción de factores como: especies de cultivos, rotaciones, espaciamento en
hileras, nutrientes y humedad del suelo, temperatura, plagas, cosecha y otros
procedimientos agronómicos; además tendrán que acomodarse a la necesidad de
conservar la energía y los recursos, de proteger la calidad del medioambiente,
la salud pública y el desarrollo socioeconómico equitativo.
Estos sistemas deben contribuir al desarrollo rural y a la
igualdad social. Para que esto suceda, los mecanismos políticos deben
incentivar la substitución de mano de obra por capital, reducir los niveles de
mecanización y el tamaño del predio, diversificar la producción agrícola y
hacer hincapié en las empresas controladas por los trabajadores y/o la
participación de los agricultores en el proceso de desarrollo. Las reformas
sociales que aparecen en estas líneas tienen los beneficios adicionales de
aumentar el empleo y reducir la dependencia de los agricultores con el
gobierno, el crédito y la industria (Levins 1973).
Obviamente estos cambios propuestos pueden generar un
conflicto con la visión capitalista o neoliberal del desarrollo agrícola
moderno. Se puede afirmar que, por ejemplo, una mayor mecanización reduce los
costos de producción o resulta necesaria en zonas donde la mano de obra
requerida no está disponible, y que además la producción diversificada crea
problemas de mecanización. Otra preocupación es que si la tecnología
sustentable, para fines de este siglo, será capaz de alimentar a dos mil
millones de personas más. Cada una de estas críticas pueden ser válidas si se
analizan dentro del marco socioeconómico común. Sin embargo, éstas son menos
válidas si se reconoce que los agroecosistemas sustentables representan cambios
profundos que podrían tener importantes implicanciones sociales y políticas.
Aquí se sostiene que la mayoría de los problemas presentes y futuros de
desnutrición y hambre se deben más a patrones de distribución de alimentos y
poco acceso a éstos debido a la pobreza, más que a los límites agrícolas o al
tipo de tecnología utilizada en la producción de alimentos.
Biodiversidad: la clave para operar agroecosistemas
sustentables
Como se ha subrayado en este libro, una estrategia clave
en una agricultura sustentable es restituir la diversidad agrícola de los
paisajes agrícolas. Un problema crítico
en la agricultura moderna es la pérdida de biodiversidad, la que llega a
su máximo en forma de monocultivos agrícolas. De hecho, la agricultura moderna
es terriblemente dependiente de una serie de variedades de sus cultivos
principales. Por ejemplo, en los E.E.U.U. el 60% - 70% de los acres sembrados
con frijoles poseen dos o tres variedades de frijoles, el 72% de los acres de
papas están sembrados con cuatro variedades y el 53% de las siembras de algodón
con tres variedades (National Academy of Sciences 1972).
Los investigadores han advertido en reiteradas ocasiones
acerca de la extrema vulnerabilidad que tiene la uniformidad genética. En
ninguna parte son más evidentes las consecuencias de la reducción de la
biodiversidad que en el ámbito del manejo de las plagas agrícolas. La
inestabilidad del agroecosistema se manifiesta a medida que se agravan los
problemas con plagas de insectos ya que la mayoría se relacionan cada vez más
con la expansión de monocultivos a expensas de la vegetación natural, con lo
cual se disminuye la diversidad del hábitat local (Altieri y Letourneau 1982,
Flint y Roberts 1988). Las comunidades de plantas que se modifican para
satisfacer las necesidades especiales de los seres humanos están sujetas a los
fuertes daños de las plagas y, generalmente, mientras más intensamente se
modifican dichas comunidades, más abundantes y graves son las plagas.
Por lo tanto, una de las razones más importantes para
mantener, restituir y/o aumentar la biodiversidad en los agroecosistemas es que
esta, presta una variedad de servicios ecológicos. Los ejemplos incluyen el
reciclaje de nutrientes, el control de microclimas locales, la regulación de
procesos hidrológicos locales, la regulación de la abundancia de organismos
indeseables y la destoxificación de sustancias químicas nocivas. Estos procesos
de renovación y los servicios del ecosistema son principalmente biológicos, por
lo tanto, su persistencia depende de la mantención de la diversidad biológica
(Figura 17.1). Cuando se pierden estos servicios naturales, debido a la
simplificación biológica, los costos económicos y ambientales pueden ser
bastante significativos. Económicamente, los costos agrícolas incluyen la
necesidad de proveer cultivos con costosos insumos externos, puesto que los
agroecosistemas que carecen de los componentes básicos reguladores de las
funciones, no tienen la capacidad de garantizar la fertilidad de su propio
suelo y la regulación de las plagas. A menudo, los costos involucran una
reducción en la calidad de vida debido a una disminución en la calidad del
suelo, agua y alimento al ocurrir contaminación con pesticidas y/o nitratos.
En los agroecosistemas modernos, las pruebas
experimentales sugieren que la biodiversidad se puede usar para el manejo
mejorado de las plagas (Andow 1991).
Varios estudios han demostrado que es posible estabilizar
las comunidades de insectos de los agroecosistemas, mediante la construcción de
arquitecturas vegetales que sostengan poblaciones de enemigos naturales o que
tengan efectos disuasivos directos sobre las plagas herbívoras.
Los ejemplos de programas
de desarrollo rural en América Latina indican que la mantención y/o
mejoramiento de la biodiversidad en los agroecosistemas tradicionales
representa una estrategia que asegura distintas dietas y fuentes de ingresos,
producción estable, riesgo mínimo, producción intensiva con recursos limitados
y retorno máximos bajo niveles inferiores de tecnología dentro de estos
sistemas; la complementariedad de las empresas agrícolas reduce la necesidad de
insumos externos.
La correcta interacción
espacial y temporal y sinergismos garantizan los rendimientos y la conservación
de los recursos.
Los objetivos y necesidades de la agricultura
sustentable
La problemática principal
de la agricultura sustentable no es lograr el rendimiento máximo, sino más bien
lograr una estabilización a largo plazo. El desarrollo de agroecosistemas en
pequeña escala, viables económicamente, diversificados y autosuficientes
proviene de nuevos diseños de sistemas de cultivo y/o ganado, que se manejan
con tecnologías adaptadas a los ambientes locales que se encuentran dentro de
los recursos de los agricultores. Se deberían tomar en consideración la
conservación de la energía y los recursos, la calidad ambiental, la salud
pública y el desarrollo socioeconómico equitativo, con el fin de tomar
decisiones sobre las especies de cultivos, las rotaciones, el espaciamiento en
hileras, la fertilización, el control de las plagas y la cosecha. Desde el
punto de vista del manejo, los componentes básicos de un agroecosistema
sustentable incluyen:
1. Cubierta vegetal como
una medida eficaz de conservación del suelo y el agua, lograda mediante el uso
de prácticas de no labranza, agricultura basada en el mulch, uso de cultivos de
cobertura, etc.
2. Suministro regular de
materia orgánica mediante la adición continua de la misma (abono, compost) y el
fomento de la actividad biótica del suelo.
3. Mecanismos de reciclaje
de nutrientes mediante el uso de rotaciones de cultivos, sistemas combinados de
cultivo/ganado, agroforestería y sistemas de cultivos intercalados basados en
las leguminosas, etc.
4. Regulación de las
plagas, asegurada por el aumento de la actividad de los agentes de control
biológico, obtenidos mediante manipulaciones biodiversas, y la introducción y/o
conservación de los enemigos naturales.
5. Aumento del control biológico
de las plagas por medio de la diversificación.
6. Aumento de la capacidad
de uso múltiple del paisaje.
7. Producción sostenida de cultivos sin el uso de insumos químicos que
degraden el medioambiente.
Los componentes anteriores se organizan en un estrategia
que destaca la conservación y el manejo de recursos agrícolas locales siguiendo
una metodología de desarrollo que pone énfasis en la participación, el
conocimiento tradicional y la adaptación a las condiciones locales (Tabla
17.1).
Dentro de la estructura del enfoque agroecológico
participativo se definen objetivos económicos, sociales y ambientales mediante
la comunidad local, y se ponen en práctica tecnologías de bajos insumos para
armonizar el crecimiento económico, la equidad social y la preservación
ambiental (Figura 17.3). Por último, además del desarrollo y la difusión de
tecnologías agroecológicas, la motivación de una agricultura sustentable
requiere de cambios en las agendas de investigación, las políticas agrarias y
los sistemas económicos, incluyendo mercados y precios justos, como también de
incentivos gubernamentales (Figura 17.4).
La transición hacia una agricultura sustentable
La estructura de la agricultura empresarial y la
organización de la investigación agrícola (que enfoca los problemas a corto
plazo y las muchas modificaciones de la tecnología
existente), evita que las recomendaciones de la investigación ecológica sean
incorporadas a los sistemas de manejo agrícola (Buttell 1980a). Resulta obvio que
las empresas agrícolas no invertirán en tecnología sustentable en las que las ganancias
no se pueden obtener inmediatamente.
De hecho, el énfasis en
rendimientos mayores continúa y durante la década de 1980 este enfoque
altamente tecnificado se ilustra por la promoción a gran escala de la
biotecnología, reclamada como la nueva panacea tecnológica que puede evi tar la
poca productividad, particularmente en la agricultura del Tercer Mundo (Barton
y Brill 1983). Se afirma que la cultura de células y tejidos podría usarse inmediatamente
para acelerar la producción de variedades de cultivos resistentes a las
enfermedades y tolerantes a las sequías. La transplantación de embriones ofrece
la posibilidad de obtener especies de ganado mejoradas. Así, los que la
proponen sostienen que las tecnologías de ingeniería genética pueden
proporcionar rápidamente materiales vegetales adaptables a la mayoría de las
zonas en el mundo, incluyendo tierras marginales.
Un dilema importante para quienes buscan el desarrollo,
será cómo transferir y adaptar la biotecnología a las condiciones políticas,
económicas y sociales que prevalecen en los países en desarrollo. Dada la
actual situación económica en estos países, resulta razonable esperar que las
tecnologías promovidas en países en desarrollo agobiados por las deudas, puede
no ser las más adecuadas a los ambientes económicos y ecológicos locales, sino
que más bien atractivas para los grandes mercados de las naciones industriales
(Kenney y Buttel 1984, Hansen et al. 1984).
A medida que la utilización de esta tecnología aumenta,
las reglamentaciones tendrán que surgir para proteger al público de los
problemas ambientales y de salud que pueden originarse por la liberación de
organismos obtenidos genéticamente (Brill 1985). Existe cierta preocupación en
cuanto a que las pruebas o aplicaciones podrían llevar a una «liberación
ecológica» de la regulación biótica de los propios organismos concebidos
genéticamente u otra biota en el mismo hábitat. Las burocracias del Tercer
Mundo a menudo son lentas o ineficientes en el refuerzo de la seguridad,
situación explotada por muchas empresas transnacionales para comercializar sus
productos, los cuales están prohibidos de venderse en los países desarrollados.
A pesar de que quienes proponen la biotecnología sostienen
que las plantas que ellos producen pueden ser resistentes a muchas plagas y
capaces de prosperar en suelos pobres en nutrientes (disminuyendo así la
necesidad de plaguicidas y fertilizantes), el enfoque hace que los
agricultores, especialmente los campesinos, sean cada vez más dependientes de
las empresas de semillas. Dada la tendencia de algunas compañías a poner
énfasis en «paquetes» de semilla/producto químico, los agricultores se harán
automáticamente dependientes de los elementos químicos necesarios para sembrar
las semillas (Buttel 1980b). Esto es particularmente cierto en el caso de la
biotecnología que adapta cultivos para necesidades específicas (como cultivos
resistentes a los herbicidas). El problema es que cuando los agricultores
pierden su autonomía, sus sistemas de producción resultan gobernados por
instituciones distantes sobre las que las comunidades rurales tienen poco
control.
Por otra parte, en los países industriales la
consideración de la agricultura diversificada (policultivos) es inhibida por el
sistema actual de tenencia de la tierra y el diseño de la maquinaria agrícola.
Por lo tanto, la investigación sobre la ecología de los policultivos sólo tiene
sentido como parte de un programa más amplio que incluye la reforma de tierras
y el rediseño de las máquinas (Levins 1973). Otras limitaciones en las actuales
condiciones sociales hacen difícil la adopción de la agricultura ecológica:
• Dada la complejidad ambiental de cada sistema agrícola,
la tecnología agrícola sustentable debe ser específica respecto al lugar, por
lo tanto, la tecnología desarrollada en estaciones experimentales puede
resultar inadecuada en una región heterogénea de agroecosistemas sustentables.
• Una exploración holística del diseño, manejo y
estructura del agroecosistema tiende a romper las limitaciones disciplinarias,
desafiando la propensión orien tada a la
onveniencia de la educación, investigación y extensión agrícola común y además
la inflexible estructura de los mercados urbanos/rurales.
• Durante una fase de
transición, los rendimientos de los cultivos y la calidad cosmética variarían
en algún grado, dando por resultado una producción impredecible que a su vez
inhibe la inversión de capital e impide que los agricultores establezcan
relaciones sólidas y fructíferas con mayoristas y procesadores.
Muchos agricultores no
variarán a sistemas alternativos, a menos que exista una buena perspectiva de
obtener ganancias monetarias originadas ya sea por una mayor producción o por
menores costos de producción. Las distintas actitudes dependerán principalmente
de la percepción que los agricultores tengan acerca de los beneficios
económicos a corto o a largo plazo de la agricultura sustentable.
Por lo visto, no será
posible sobreponerse a estas limitaciones sin cambios importantes en la
estructura agrícola de los E.E.U.U. El proceso de cambio podría acelerarse si:
1. La investigación y la
extensión agrícola pusieran su atención en problemas a largo plazo, con mayor
énfasis en la pequeña escala, donde la tecnología de un lugar específico fuera
desarrollada en los predios de los agricultores con la activa cooperación de
éstos.
2. La planificación
agrícola fuese integrada con una perspectiva ecológica para la utilización de
toda la tierra, persiguiendo múltiples objetivos como la producción de
alimentos e ingresos, mejoramiento de la calidad nutricional, protección de la
salud de los trabajadores agrícolas y los consumidores, protección del ambiente
y la participación equitativa de la población entre asentamientos urbanos y
rurales (Levins y Lewontin 1985).
3. Surgieran cooperativas
productor-consumidor, que enfrentaran los mercados locales, que coordinen los
propósitos de producción para evitar la sobre o subproducción, y establezcan
los objetivos de los estándares cosméticos.
4. La agricultura se
convirtiera en una actividad orientada a la familia, basada en decisiones
cooperativas sobre el manejo agrícola, la venta de insumos, la asignación de
créditos y la mano de obra.
5. Los pequeños
agricultores se organizaran y se convirtieran en un grupo de votantes con
fuerza política para asegurar reformas agrícolas pertinentes, una legislación
apropiada y un mejor acceso a los servicios públicos, créditos y tecnología.
6. La agricultura se
convirtiera en objeto de las decisiones políticas públicas que atañen a toda la
sociedad, que subordinan los intereses en el manejo de recursos agrícolas a
intereses económicos y políticos más amplios.
7. Los consumidores fueran
más eficientes para influir las agendas de investigación agrícola que ignoran
los problemas de nutrición, salud y medioambiente.
Las exigencias para
desarrollar una agricultura sustentable no son sólo biológicas o técnicas, sino
también sociales, económicas y políticas que ilustran las necesidades para
crear una sociedad sustentable. Resulta inconcebible estimular los cambios
ecológicos del sector agrícola sin apoyar los cambios similares en todas las
demás áreas interrelacionadas de la sociedad. La última exigencia de una
agricultura ecológica es un ser humano evolucionado y conciente, cuya actitud
hacia la naturaleza sea de coexistencia y no de explotación.
Acerca de los autores
Miguel A. Altieri es profesor asociado de la Universidad de
California, Berkeley, asesor cientifico de CLADES y coordinador general del
programa del PNUD Sustainable Agriculture Networking and Extension (SANE)
John G. Farrell tiene un M.Sc. en agroforesteria y trabaja
en el Programa de Agroecología de la Universidad de California, Santa Cruz
Susanna B. Hecht es una experta en la Amazonia y es profesora
de la Universidad
de California en Los Angeles.
Matt Liebman es profesor del Departamento de Ciencias del
Suelo y Vegetales de la
Universidad de Maine, donde coordina un programa de educacion
de 4 anos en agricultura sustentable.
Fred Magdoff es profesor de suelos en la Universidad de Vermont
y ademas coordina el programa del USDA sobre agricutlura sustentable en el
noreste de USA
Richard B. Norgaard es un economista agricola profesor de la Universidad de
California, Berkeley
Thomas O. Sikor es un estudiante de doctorado en la Universidad de
California,
Berkeley.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
PUEDES DEJAR AQUÍ TU COMENTARIO