Capítulo 6
Agricultura tradicional
Alrededor del 60% de la tierra cultivada
del mundo todavía se explota mediante métodos tradicionales y de subsistencia
(Ruthenberg 1971). Este tipo de agricultura se ha beneficiado gracias a siglos
de evolución cultural y biológica, mediante lo cual se ha adaptado a las
condiciones locales (Egger 1981). Así, los pequeños agricultores han creado y/o
heredado sistemas complejos de agricultura que, durante siglos, los han ayudado
a satisfacer sus necesidades de subsistencia, incluso bajo condiciones
ambientales adversas (en suelos marginales, en áreas secas o de fácil
inundación, con pocos recursos) sin depender de la mecanización o de los
fertilizantes y pesticidas químicos. Generalmente, dichos sistemas agrícolas
consisten en una combinación de actividades de producción y de consumo (Figura
6.1)
La mayoría de los pequeños
agricultores han empleado prácticas diseñadas para optimizar la productividad
en el largo plazo, en vez de aumentarla al máximo en un corto plazo (Gliessman
et al. 1981). Los insumos, por lo general, se originan en la región inmediata y
el trabajo agrícola es realizado por seres humanos o animales que se abastecen
de energía proveniente de fuentes locales (Figura 6.2). Trabajar con esta
energía y con este tipo de restricciones ha hecho que los pequeños agricultores
aprendan a reconocer y a utilizar los recursos que existen en su región (Wilken
1977). Los agricultores tradicionales son mucho más innovadores que lo que
creen los especialistas. En realidad, las comparaciones de productividad entre la Revolución Verde
y los sistemas agrícolas tradicionales han sido parciales y poco justas ya que ignoran
el hecho que los agricultores tradicionales valoran la totalidad del sistema
productivo agrícola y no sólo los rendimientos de un solo cultivo como es el
caso del sistema de la
Revolución Verde (Figura 6.3). Muchos científicos de los
países desarrollados están comenzando a mostrar interés en la agricultura
tradicional, especialmente en los sistemas diversificados de pequeña escala,
buscando formas para remediar las deficiencias de la agricultura moderna. Sin
embargo, este traspaso de aprendizaje se debe dar rápidamente o esta riqueza
del conocimiento tradicional práctico se perderá para siempre.
Características ecológicas de la agricultura tradicional
Muchas prácticas agrícolas, que una vez
fueron consideradas como primitivas o erradas, se reconocen hoy como modernas y
apropiadas por los investigadores. Debido a los problemas específicos de
pendiente, inundaciones, sequías, plagas, enfermedades y poca fertilidad del
suelo, pequeños agricultores de todo el mundo, han creado sistemas únicos de
manejo para superar estas limitaciones (Tabla 6.1). Los agricultores
tradicionales han superado las limitaciones ambientales de sus sistemas de
producción de alimentos, concentrándose en algunos procesos y principios
(Knight 1980):
Continuidad y diversidad espacial y
temporal. Se adoptan
diseños múltiples de cultivo para asegurar una producción constante de
alimentos y una cubierta vegetal para la protección del suelo. Al asegurar un
abastecimiento de alimentos regular y diverso, se puede garantizar una dieta
variada y adecuada en cuanto a la nutrición.
Una cosecha extensa de cultivos reduce la
necesidad de almacenamiento a menudo, peligrosa en climas lluviosos. Una
secuencia continua de cultivos también mantiene las relaciones bióticas
(relación depredador/ presa, fijación del nitrógeno) que podrían beneficiar al
agricultor.
Uso óptimo del espacio y los recursos. Un conjunto de plantas con diferentes hábitos de crecimiento,
doseles y estructuras radiculares permiten un mejor uso de los insumos
ambientales tales como nutrientes, agua y radiación solar. La combinación de
cultivos permite utilizar al máximo un determinado ambiente. En los sistemas
complejos agroforestales, se puede cultivar por debajo de la copa de los
árboles, si es que penetra suficiente luz.
Reciclaje de los nutrientes. Los pequeños agricultores sustentan la fertilidad del suelo,
manteniendo ciclos cerrados de nutrientes, energía, agua y desechos. Así,
muchos agricultores enriquecen sus suelos con la recolección de nutrientes
(tales como abono y humus de los bosques) que provienen de fuera de sus campos,
adoptando sistemas de barbecho o de rotación o incluyendo leguminosas en sus
patrones de cultivo intercalado.
Conservación del agua. En
las áreas de secano, el régimen de lluvias es el determinante principal del
sistema de cultivo y, por este motivo, los agricultores utilizan sistemas de
cultivo según la cantidad y distribución de las lluvias. De este modo, en las
áreas con poca humedad, los agricultores prefieren cultivos resistentes a la sequía
(como Cajanus, camote, yuca, mijo y sorgo) y las técnicas de manejo
ponen énfasis en la cubierta del suelo (como la aplicación de mulch) para
evitar la evaporación y el escurrimiento. En los lugares en donde las
precipitaciones son más de 1.500 mm/año, la mayoría de los sistemas de cultivo
se basan en el arroz. En el caso de inundaciones constantes, los agricultores,
en vez de invertir en costosos sistemas de drenaje, crean sistemas integrados
de agricultura/acuicultura, como las chinampas en México Central.
Control de la sucesión y
protección de los cultivos. Los agricultores han creado diversas
estrategias para combatir con éxito a los organismos indeseados. Mezclas de
cultivos y combinaciones de variedades protegen contra los catastróficos
ataques de las enfermedades y plagas. Los doseles de los cultivos pueden
inhibir el crecimiento de las malezas y reducir al mínimo la necesidad de
controlarlas. Además, las prácticas de cultivo como la aplicación de mulch, los
cambios en la durabilidad y las épocas de siembra, el uso de variedades
resistentes y el uso de insecticidas botánicos y/o repelentes, pueden reducir
al mínimo la interferencia de las plagas.
Ventajas de la diversidad de los cultivos
Quizás, una de las características más
sorprendentes de los sistemas tradicionales agrícolas en la mayoría de los
países en desarrollo, es el grado de diversidad de los cultivos tanto en el
tiempo como en el espacio. Esta diversidad se logra mediante el uso de sistemas
de cultivos múltiples, es decir, policultivos. Por ejemplo, en las zonas
tropicales de América Latina, el 60% del maíz se cultiva junto con otras
especies.
El policultivo es una estrategia
tradicional para promover la generación de una dieta diversa, la estabilidad de
la producción, la reducción de los riesgos al mínimo, la disminución de la
incidencia de los insectos y las enfermedades, el uso eficaz de la mano de
obra, la intensificación de la producción con recursos limitados y aumento
máximo de la rentabilidad con bajos niveles de tecnología (Francis et al. 1976,
Harwood 1979a). Los sistemas de policultivo ofrecen muchas ventajas sobre la
agricultura basada en el monocultivo, que se practica en los países modernos,
como se demuestra a continuación (Ruthenberg 1971; Altieri 1983; Francis 1986):
Rendimiento. El rendimiento total por hectárea, por lo
general, es mayor que la producción de un cultivo exclusivo, incluso cuando se
reduce la producción de los componentes individuales. Esta ventaja en el
rendimiento generalmente se expresa como el índice equivalente del uso de la
tierra (LER), que expresa el área de monocultivo que se necesita para rendir la
misma cantidad que una hectárea de policultivo, utilizando la misma población
de plantas. Si el LER es mayor que uno, el policultivo sobreproduce. Muchas de
las asociaciones maíz/frijol y las triculturas maíz/frijol/ zapallo que han
sido estudiadas son ejemplos de policultivos que se sobreproducen.
Utilización eficaz de los recursos. Las combinaciones tienen como resultado
una utilización más eficaz de la luz, el agua y los nutrientes por parte de las
plantas de diferentes alturas, estructura de doseles y necesidad de nutrientes.
Se dice que las combinaciones de cultivo intercalado de larga duración tienen
una ventaja cuando los nutrientes son limitados. De este modo, en los
policultivos que combinan cultivos perennes y anuales, los minerales perdidos
por los anuales son absorbidos rápidamente por los perennes. Por otra parte, la
tendencia que tienen ciertos cultivos de «robar» nutrientes es contrarrestada
por la enriquecedora adición de materia orgánica al suelo por parte de otros
cultivos (como las leguminosas) que forman parte de la combinación.
Disponibilidad de nitrógeno. En las combinaciones cereal/leguminosa, el nitrógeno fijado
proveniente de la leguminosa está disponible para el cereal, lo que mejora la
calidad nutricional de la combinación. El maíz y los frijoles se complementan
entre sí esencialmente respecto a los aminoácidos.
Disminución de las
enfermedades y plagas. Las enfermedades y plagas no se pueden expandir
tan rápidamente en las combinaciones debido a la susceptibilidad diferencial de
las plagas y agentes patógenos y debido a la gran cantidad y eficacia de los
enemigos naturales. En el Sudeste de Asia, por ejemplo, el maíz que crece en
hileras distantes, dos o tres metros, y se cultiva intercaladamente con soya,
maní, arroz de montaña y frijol mung, casi no presenta mildeu velloso, que
normalmente, es una de las principales enfermedades del maíz. Al igual que en
dicha parte del Asia, en Costa Rica, el virus clorótico y el mosaico del caupí
afectan en menor grado al caupí cultivado en forma intercalada con yuca que a
los monocultivos de caupí (Altieri y Liebman 1986). Los sistemas de cultivo
diversificado pueden aumentar las oportunidades para los enemigos naturales y,
en consecuencia, mejorar el control biológico de las plagas. Dos tercios de los
estudios relacionados con los efectos que tiene la diversidad de los cultivos
en las plagas de insectos mostraron que los insectos plagas disminuyeron en los
sistemas diversificados en comparación con el monocultivo correspondiente. En
muchos casos, esto se debió a la abundancia y eficacia de los enemigos
naturales. El pulgón de la col, la pulguilla, la polilla de la col, los gusanos
del tomate y del maíz son insectos plagas que se pueden regular con
combinaciones específicas de cultivos (Altieri y Letourneau 1982).
Disminución de malezas. La sombra proporcionada por los doseles de
los cultivos complejos ayudan a inhibir las malezas, reduciendo, así, la
necesidad y el costo que implica el manejo de las malezas. En Las Filipinas,
las malezas sensibles a la sombra como el coquito y la Imperata
cylindrica pueden ser totalmente eliminadas por una combinación como
maíz/frijol mung, que intercepta el 90% de la luz después de 50 días de
crecimiento.
Seguro contra la pérdida de un cultivo. Los policultivos aseguran contra la pérdida de un cultivo,
especialmente en las áreas propensas a heladas, inundaciones y sequías. De este
modo, cuando uno de los cultivos que forma parte de una combinación sufre un
daño a principios de la temporada de crecimiento, los otros cultivos pueden
compensar la pérdida. Por ejemplo, en las regiones montañosas de Tlaxcala,
México, los agricultores cultivan el maíz en forma intercalada con habas, ya
que el haba sobrevive a las heladas, mientras que el maíz no lo hace.
Otras ventajas. Los policultivos proporcionan una cubierta
eficaz del suelo y reducen la pérdida de humedad de éste. Los cultivos mixtos
aumentan las oportunidades para la comercialización y aseguran un
abastecimiento parejo de una gama de productos sin tener que invertir mucho en
almacenamiento, aumentando así el éxito en la comercialización. Las
combinaciones distribuyen los costos de la mano de obra más equitativamente
durante la época de cultivo y, por lo general, proporcionan una utilidad neta
mayor por mano de obra empleada, especialmente durante los períodos de escasez
de esta última. Los policultivos también pueden mejorar la dieta local: 500 gramos de maíz y 100 gramos de frijoles
negros al día proporcionan alrededor de 2.118 calorías y 68 gramos de proteínas
diarias.
La naturaleza del conocimiento agrícola tradicional
Los términos conocimiento tradicional,
conocimiento nativo técnico, conocimiento rural y etnociencia (o la ciencia de
los pueblos) han sido utilizados en forma intercambiable para describir el
sistema de conocimiento de un grupo étnico rural que se ha originado local y
naturalmente. Este conocimiento tiene muchas dimensiones, incluidos la
lingüística, botánica, zoología, agricultura, artesanía, y proviene de la
interacción directa entre los seres humanos y el medio ambiente. La información
se extrae del medio ambiente a través de sistemas especiales de cognición y
percepción, que seleccionan la información más útil y apropiada, y las
adaptaciones exitosas se conservan y se traspasan de generación en generación a
través de medios orales o empíricos. Sólo hace poco, los investigadores han
descrito y escrito algo acerca de este conocimiento. Las investigaciones
demuestran que la distinción más clara proviene de: (1) las comunidades donde
los ambientes tienen una gran diversidad física y biológica y/o (2) de las
comunidades que viven casi al borde de la sobrevivencia (Chambers 1983).
También, los integrantes de más edad de las comunidades poseen un conocimiento
mayor y más detallado que los más jóvenes.
Para los agroecólogos, varios aspectos son
los más relevantes de estos sistemas tradicionales de conocimiento:
1. Conocimiento acerca del ambiente físico
(suelos, clima, etc.)
2. Taxonomías folclóricas biológicas o
sistemas de clasificación popular
3. La naturaleza experimental de este
conocimiento tradicional
El conocimiento de los indígenas con
respecto a suelos, clima, vegetación, animales y los ecosistemas, por lo
general, resultan en estrategias multidimensionales productivas (es decir,
ecosistemas múltiples con varias especies), y estas estrategias generan (dentro
de ciertos límites ecológicos y técnicos) la autosuficiencia alimentaria de los
agricultores y sus familias en la región (Toledo et al. 1985).
Conocimiento acerca del medio ambiente
El conocimiento nativo sobre el ambiente
físico generalmente es muy detallado.
Muchos agricultores en todo el mundo han
creado calendarios tradicionales para controlar los programas de las
actividades agrícolas. En Africa oriental, por ejemplo, muchos agricultores
siembran según las fases de la luna, pues creen que existen fases lunares de
las lluvias. Muchos agricultores también enfrentan a la variabilidad climática,
utilizando indicadores meteorológicos basados en la fenología de la vegetación
local. Por ejemplo, en Java occidental, el Gadung sp. es un indicador
meteorológico, porque la temporada lluviosa se supone comienza poco después de
que sus hojas empiezan a crecer. En la misma región, el pomelo tiene una
función similar: cuando sus frutos comienzan a crecer se inicia la época
propicia para el cultivo de plantas anuales (Christianty et al. 1986).
Sistemas de clasificación del uso del suelo
Los tipos de suelos, los grados de
fertilidad de éste y las categorías del uso de la tierra también se distinguen
en detalle por los agricultores. Los tipos de suelos se distinguen generalmente
por el color, la textura e incluso, por el sabor. Comúnmente, los cultivadores
migratorios clasifican sus suelos según la cubierta vegetal. En general, los
tipos de clasificación del suelo hecha por los campesinos, dependen del tipo de
relación entre el campesino y la tierra (Williams y Ortiz Solorio 1981). Los
sistemas aztecas de clasificación del suelo eran muy complejos: reconocían más
de dos docenas de tipos de suelo, los que se identificaban según la fuente de
origen, el color, la textura, el olor, la consistencia y el contenido orgánico.
Estos suelos también se clasificaban de acuerdo con el potencial agrícola y se
utilizaban tanto en las evaluaciones del valor de la tierra como en el censo
rural. Los campesinos andinos en Coporaque, Perú, reconocen cuatro clases
principales de suelo. Cada tipo de suelo tiene características determinadas que
definen el sistema más adecuado de cultivo
(McCamant 1986). En Chambers (1983) se
encuentran más ejemplos de categorías de clasificación tierra/suelo
desarrolladas por comunidades rurales.
Taxonomías biológicas folclóricas
Se han documentado muchos sistemas
complejos utilizados por los nativos para agrupar las plantas y animales
(Berlin et al. 1973). En general, el nombre tradicional de una planta o animal
usualmente revela la condición taxonómica de ese organismo.
Los investigadores han descubierto
que, en general, existe una buena correlación entre el taxa folclórico y el
taxa científico. La clasificación de animales, especialmente de insectos y
pájaros, está muy expandida entre los agricultores y los grupos indígenas (Bulmer
1965). Los insectos y los artrópodos relacionados tienen un papel principal
como plagas de cultivos, como causantes de enfermedades, como alimentos y como
elemento curativo, y son importantes en la mitología y el folklore. En muchas
regiones, las plagas agrícolas son toleradas, debido a que también constituyen
productos agrícolas; es decir, los campesinos pueden consumir plantas y
animales que, de otra forma, serían considerados plagas. En Indonesia, una
plaga de langostas en el arroz se atrapa en la noche y se come (con sal, azúcar
y cebolla) o se vende como comida de pájaros en el mercado. La plaga de pájaros
principal en los campos de arroz en Indonesia es (Lonchura), esta se
captura por medio de trampas con resortes y, luego, se come. Las ardillas y las
termitas, que dañan los cultivos, también se consumen en Indonesia. Los
cultivadores migratorios en Borneo atrapan y comen los cerdos silvestres que
son atraídos por sus cultivos. En Tailandia nororiental, los habitantes
rurales, por lo general, comen ratas, termitas y un cangrejo que daña el
pecíolo del arroz (Brown y Marten 1986).
Las hormigas, algunas de las cuales pueden
ser una plaga principal de los cultivos, son uno de los insectos que sirven
como el alimento más popular que se recolecta en las regiones tropicales. Posey
(1986), en sus estudios de la etnoentomología del Amazonas de Brasil, describió
el conocimiento detallado de los indios acerca de los ciclos de vida de los
insectos, sus usos y su manejo. El complejo manejo de las abejas sin aguijón
(Meliponinae), para la producción de miel, demuestra un profundo conocimiento
ecológico de su biología. El papel de los insectos sociales como «modelos
naturales» para la organización social de los indios Kayapo es particularmente
interesante; el comportamiento de estos insectos se reconoce en forma simbólica
en los rituales y ceremonias (Posey 1986).
Conocimiento etnobotánico tradicional
Las etnobotánicas son las taxonomías
populares que se estudian más comúnmente.
El conocimiento etnobotánico de ciertos
campesinos en México es tan elaborado que los Tzeltals, P’urepechas y los Mayas
del Yucatán pueden reconocer más de 1.200, 900 y 500 especies de plantas,
respectivamente (Toledo et al. 1985). De igual modo, las !ko bosquimanas en
Botswana podrían reconocer 206 de las 266 plantas recogidas por los
investigadores (Chambers 1983), y los cultivadores migratorios Hanunoo en Las
Filipinas pueden distinguir más de 1.600 especies de plantas (Conklin 1979).
Los policultivos y los patrones de
agroforestación no se crean al azar, sino que se basan en un entendimiento
profundo de las interacciones agrícolas guiadas por complejos sistemas
etnobotánicos de clasificación. Dichos sistemas de clasificación han permitido
a los campesinos asignar a cada paisaje una práctica de producción determinada,
obteniendo así una diversidad de productos provenientes de las plantas mediante
una estrategia de uso múltiple (Toledo et al. 1985). En México, por ejemplo,
los indios Huastecas administran varios campos agrícolas y de barbecho,
complejos huertos domésticos y terrenos forestales, con un total de alrededor
de 300 especies de plantas. Las pequeñas áreas alrededor de las casas, por lo
común, tienen un promedio de entre 80 y 125 plantas útiles, principalmente
plantas medicinales nativas. (Alcorn 1984). Asimismo, es común que el
tradicional Pekarangan huerto familiar en Java occidental, tenga alrededor de
100 o más especies de plantas. El 42% de estas plantas proporciona materiales
de construcción y madera combustible; el 18% son árboles frutales; el 14% son
hortalizas y el resto constituye artículos de decoración, plantas medicinales,
especias y cultivos comerciales (Christianty et al. 1985).
La naturaleza experimental del conocimiento tradicional
La fortaleza del conocimiento de la gente
del campo es que está basado no solamente en una observación aguda, sino que
también en un aprendizaje experimental. El método experimental se hace patente
en la selección de variedades de semillas para los ambientes específicos, pero
también está implícito en la prueba de los nuevos métodos de cultivo para
sobreponerse a ciertas limitaciones biológicas o socioeconómicas. De hecho,
Chambers (1983) indica que los agricultores, por lo general, logran una riqueza
de observación y una agudeza de distinción que sólo podría ser asequible para
los científicos occidentales a través de largas y detalladas mediciones y
computación.
Al estudiar las langostas matizadas (Zonocerus
variegatus) en el sur de Nigeria, Richards (1985) encontró que el
conocimiento de los agricultores locales era equivalente al de su equipo de
científicos con respecto a los hábitos de alimentación de las langostas, a su
ciclo de vida, a los factores de mortalidad y al grado de daño que producen en
la yuca, y respecto al comportamiento del desove y a los lugares en donde las
hembras ponen sus huevos. El conocimiento local aumentó la información de los
investigadores respecto de las fechas, la severidad y la extensión geográfica
de algunos brotes de estas plagas; además dio a conocer que las langostas se
comían y se vendían, y que tenían una importancia especial para los niños, las
mujeres y para la gente pobre. Así, la última recomendación de control
entregada por los científicos, que consistía en limpiar los lugares de desove
de un conjunto de predios, no requirió que la mayoría de los agricultores
aprendieran nuevos conceptos y, para algunos, la práctica no tuvo nada de
nuevo.
Algunos ejemplos de sistemas de manejo tradicional
Prácticas para el manejo de la fertilidad
del suelo
Los agricultores nativos han desarrollado
diversas técnicas para mejorar o mantener la fertilidad del suelo. Por ejemplo,
los agricultores de Zaire y de Sudán del Sur afirman que los lugares en que hay
montículos de termitas son particularmente buenos para cultivar sorgo y caupí
(Reijntjes et al. 1992). Los agricultores de Oaxaca, México, utilizan los
deshechos de la hormiga Atta para fertilizar los cultivos de gran valor,
tales como el tomate, el chile y la cebolla (Wilken 1987).
En Quezaltenango, Guatemala, el humus se
trae en grandes cantidades, de bosques cercanos con el fin de mejorar la
labranza y la retención de humedad de los terrenos con hortalizas intensamente
trabajados. El índice de utilización del humus varía entre 20 y 30 ton/ha/año.
Se estima que una hectárea de bosque mixto de pino y roble produce alrededor de
4.000 kg.
de humus al año; de este modo, una hectárea de tierra cultivada requiere la
producción de humus de 5 a
10 hectáreas
de bosque (Wilken 1987).
En Senegal, los sistemas nativos agrosilvopastorales
sacan ventaja de los múltiples beneficios proporcionados por el Faidherbia (anteriormente
Acacia) albida. El árbol deja caer sus hojas a comienzos de la
temporada húmeda permitiendo que penetre la luz suficiente para el crecimiento
del sorgo y del mijo; aunque aún proporciona la sombra necesaria para reducir
los efectos del intenso calor. En la temporada seca, las largas raíces
primarias del árbol capturan nutrientes más allá del alcance de las otras
plantas; los nutrientes se almacenan en los frutos y en las hojas. El árbol
también fija nitrógeno del aire; de esta forma, enriquece el suelo y mejora la
producción de cultivos asociados. En la temporada húmeda, las hojas caídas
proporcionan mulch, que enriquece la capa vegetal superior, como también, un
forraje muy nutritivo.
El suelo también se enriquece con el
estiércol del ganado que se alimenta de las hojas del F. albida y de los
residuos del cultivo de cereales (Reijntjes et al. 1992).
Prácticas para el manejo del microclima
Los agricultores influyen en el
microclima, al retener y plantar árboles que detienen el granizo y la lluvia,
reducen la temperatura, la velocidad del viento, la evaporación y la exposición
directa a la luz solar. Ellos aplican el mulch de plantas que cubren el suelo o
paja para reducir la radiación y los niveles de calor en las superficies recién
plantadas, para inhibir la pérdida de humedad y para absorber la energía
cinética del granizo y la lluvia que cae. Cuando se espera una helada nocturna,
algunos agricultores queman paja u otro material de residuo para generar calor
y producir humo, atrapando la radiación saliente. Los lechos de camellones
elevados que generalmente existen en los sistemas tradicionales, sirven para
manejar la temperatura del suelo y para reducir la inundación por agua,
mediante el mejoramiento del sistema de drenaje (Wilken 1987, Stigter 1984).
Métodos autóctonos de control de insectos
plagas
Los agricultores tradicionales cuentan con
una variedad de prácticas de control para enfrentar los problemas de plagas de
insectos agrícolas. Se pueden distinguir dos estrategias principales: La
primera consiste en la utilización de métodos directos sin productos químicos
para el control de las plagas (es decir, prácticas culturales, mecánicas,
físicas y biológicas) (Tabla 6.2). La segunda radica en la confianza en los
mecanismos de control de plagas, inherentes a la diversidad biótica y
estructural de los sistemas agrícolas complejos comúnmente usados por los
agricultores tradicionales (Brown y Marten 1986). Este ensamble de prácticas
culturales se pueden agrupar en tres estrategias principales, dependiendo del
elemento del agroecosistema que se manipule:
Manipulación de los cultivos en el tiempo. Los agricultores generalmente manipulan
la época de siembra y cosecha en forma cuidadosa y utilizan la rotación de
cultivos para evitar las plagas. Estas técnicas evidentemente requieren un
conocimiento ecológico considerable de la fenología de las plagas. A pesar de
que dichas técnicas a menudo brindan otros beneficios agronómicos (por ejemplo,
el mejoramiento de la fertilidad del suelo), a veces, los agricultores
mencionan explícitamente que estas técnicas se practican para evitar el daño de
las plagas. Por ejemplo, en Uganda, los agricultores siembran en la temporada
pertinente para evitar los gorgojos de los tallos y los pulgones en los
cereales y las arvejas, respectivamente (Richards 1985). Muchos agricultores
están conscientes del hecho de sembrar sin sincronizar con los campos vecinos
puede acarrear la presión fuerte de una plaga y, por lo tanto, tendrían que
utilizar una especie de «saciedad de la plaga» para evitar un daño muy extenso.
En la región de los Andes central, la rotación del barbecho de la papa se
observa con atención, aparentemente, para evitar la acumulación progresiva de
ciertos insectos y nemátodos (Brush 1982).
Manipulación de los cultivos
en el espacio. Los agricultores tradicionales generalmente manipulan el
tamaño del terreno y su ubicación, la densidad y diversidad de los cultivos para
lograr diversos propósitos de producción; aunque muchos están conscientes de la
relación que existe entre dichas prácticas y el control de las plagas (Altieri
1993a).
1. Sobresiembra. Uno de los métodos más
comunes para lidiar con las plagas es sembrar a una densidad mayor que lo que
uno espera cosechar. Esta estrategia es más eficaz para las plagas que atacan
la planta durante las primeras etapas del crecimiento.
Cuando se han detectado las plantas
infestadas, éstas se extraen cuidadosamente mucho antes de que la planta
verdaderamente muera para, así, evitar que las plantas sanas también se
contagien.
2. Ubicación del terreno de explotación
agrícola. En Nigeria, muchos agricultores, unidos por lazos monárquicos, edad
de los grupos o amistad, ubican sus terrenos agrícolas en forma contigua, pero
dejando un espacio para la expansión de cada terreno en una dirección
determinada. En respuesta a esta práctica, los agricultores indicaron que todas
las plagas en el área se descubrirían y se concentrarían en un solo terreno
agrícola. Los terrenos, por tanto se ubican uno cerca del otro para que el
riesgo de una plaga se expanda entre los agricultores. En la región tropical de
América sucede lo contrario, según lo señala Brush (1982): los agricultores
deliberadamente utilizan pequeños terrenos aislados para evitar las plagas.
3. Desmalezaje selectivo. Los estudios
realizados en los agroecosistemas tradicionales demuestran que los campesinos,
deliberadamente, dejan algunas malezas junto a los cultivos, al no removerlas
totalmente de sus sistemas de cultivo. Este desmalezaje «relajado» generalmente
es considerado por los especialistas como una consecuencia de la falta de mano
de obra y de la poca rentabilidad obtenida por el trabajo extra, sin embargo,
si el comportamiento de los agricultores con respecto a las malezas se observa
con detalle, éste revelará que las malezas se manejan e incluso se fomenta su
existencia si tienen un propósito útil. En las zonas tropicales de las tierras
bajas de Tabasco, México, existe una clasificación única de las malezas de
acuerdo con su uso potencial, por un lado, y los efectos que producen en el
suelo y en los cultivos, por otro. De acuerdo con su sistema, los agricultores
reconocen 21 plantas en sus campos de maíz, clasificadas como «mal monte»
(malezas dañinas) y 20, como «buen monte» (malezas benéficas) que sirven, por
ejemplo, como alimento, medicina, material para las ceremonias, té y para
mejorar el suelo (Chacon y Gliessman 1982).
De igual modo, los indios de Tarahumara en
las Sierras de México dependen de las plántulas comestibles de las malezas (Amaranthus,
Chenopodium y Brassica) desde el mes de Abril hasta el mes de Julio,
período crítico antes de que el maíz, el frijol, las cucurbitas y los chiles
maduren en los campos sembrados desde Agosto hasta Octubre. Las malezas también
sirven como provisiones alternas de alimentación en las estaciones cuando las
frecuentes tormentas de granizo destruyen los cultivos de maíz. En cierto
sentido, los Tarahumara practican un sistema de cultivo doble de maíz y
malezas, que permiten dos cosechas: la de las plántulas y la de los quelites a
principios de la temporada de cultivo (Bye 1981). Algunas de estas prácticas
traen consecuencias importantes para el control de las plagas, puesto que muchas
especies de malezas juegan un rol importante en la biología de los insectos
herbívoros y de sus enemigos naturales en los agroecosistemas. Algunas malezas,
por ejemplo, proporcionan un alimento alternativo y/o un refugio para los
enemigos naturales de las plagas de insectos durante la temporada de cultivo,
pero, aún más importante, fuera de ésta cuando no existen las presas u
hospederos.
4. Manipulación de la diversidad de
cultivos. Aunque muchos agricultores utilizan el cultivo intercalado,
principalmente debido a la escasez de la tierra y de mano de obra, la práctica,
evidentemente, trae consecuencias para el control de las plagas (Altieri y
Letourneau 1982). Muchos agricultores saben esto y utilizan el policultivo como
una estrategia de juego seguro para prevenir la acumulación progresiva de
plagas específicas hasta niveles inaceptables o para sobrevivir en casos de un
daño masivo de una plaga. En Nigeria, por ejemplo, los agricultores están
conscientes del gran daño que causa la langosta matizada en un cultivo aislado
de yuca después de que se han cosechado todos los otros cultivos. Para reducir
dicho daño, los agricultores deliberadamente vuelven a sembrar maíz y sorgo en
el terreno de la yuca hasta la temporada de cosecha.
Manipulación de otros componentes del
agroecosistema. Además
de la manipulación de la diversidad espacial y temporal de los cultivos, los
agricultores también manipulan otros componentes del sistema de cultivo como el
suelo, el microclima, la genética del cultivo y el ambiente químico para
controlar las plagas.
1. Uso de variedades resistentes. Mediante
la selección consciente e inconsciente, los agricultores han desarrollado
variedades de cultivos resistentes a las plagas. Probablemente, este método es
uno de los más utilizados y eficaces entre todos los métodos tradicionales para
controlar las plagas. Litsinger et al. (1980) encontró que el 73% de los
agricultores campesinos en Las Filipinas tenían conciencia de la resistencia
varietal, aun cuando ellos no la manipularon en forma consciente. En todas las
variedades tradicionales existen pruebas de todas las maneras de resistencia
que seleccionan los productores modernos de plantas, incluyendo pubescencia,
resistencia, madurez temprana, defensa, química y vigor de las plantas.
En Ecuador, Evans (1988) descubrió que la
infestación de larvas de Lepidoptera en las mazorcas en maduración del maíz
eran considerablemente más altas en las variedades nuevas que en las
tradicionales; factor que influyó en la adopción de nuevas variedades por parte
de los pequeños agricultores.
2. Manejo del agua. La manipulación del
nivel del agua en los arrozales es una práctica muy usada para el control de
las plagas (King 1927). El manejo del agua también se practica en muchos otros
cultivos anuales con los mismos propósitos. En Malasia, por ejemplo, el control
de los gusanos nocturnos y el gusano ejército se realiza cortando la punta de
las hojas infestadas en algunos de los cultivos anuales y elevando el nivel del
agua, llevando las larvas hacia los bordes del campo, donde los pájaros se
congregan a comérselas.
3. Técnicas de arado y cultivo. Los
agricultores con frecuencia señalan que deliberadamente manejan el suelo (a
veces utilizando más o menos cultivo) con el fin de destruir o evitar los
problemas de las plagas. Por ejemplo, en Perú, los campesinos utilizan un aporque
alto de papas para proteger a los tubérculos de las enfermedades y plagas
de insectos (Brush 1983). En el cultivo migratorio, después de haber limpiado
un pedazo de tierra, los agricultores le prenden fuego después de una o dos
semanas.
Los agricultores señalaron que esto
se hace, entre otras razones, para reducir las poblaciones de malezas y plagas
durante el primer año de cultivo (Atteh 1984).
4. Uso de sustancias repelentes y/o atrayentes.
Durante muchos siglos, los agricultores han estado experimentando con varios
materiales naturales encontrados en su ambiente cercano (especialmente en las
plantas) y un número importante de estos materiales tienen propiedades
plaguicidas. El uso de plantas o parte de ellas, ya sea que se ubiquen en el
campo o aplicadas como mezcla de hierbas, para inhibir las plagas es un método
muy usado. Litsinger et al. (1980) consultó a los pequeños agricultores en
Filipinas acerca de los materiales que se utilizan en los campos para atraer o
repeler insectos. En Alboburo, Ecuador, los pequeños agricultores dejan hojas
de ricino en los campos de maíz recientemente sembrados con el fin de reducir
las poblaciones de un escarabajo nocturno (Tenebrionidae). Dichos escarabajos
prefieren las hojas del ricino que las del maíz, y cuando dichos insectos están
en contacto con las hojas del ricino durante doce horas o más, presentan
parálisis. En el campo, la parálisis impide que los escarabajos se oculten en
el suelo, lo que aumenta su mortalidad por estar directamente expuestos al sol
(Evans 1988). En el sur de Chile, los campesinos colocan ramas del Cestrum
parqui en los campos de papas para repeler los escarabajos Epicauta
pilme (Altieri 1993a). Muchas veces, una planta se cultiva cuidadosamente
cerca de las casas y su única función, aparentemente, es proporcionar la
materia prima para preparar una mezcla plaguicida. En Tanzania, los
agricultores cultivan Tephrosin spp. en los bordes de los campos de
maíz. Las hojas se trituran y el liquido resultante se utiliza para controlar
las plagas del maíz. En Tlaxcala, México, los agricultores «patrocinan» la
existencia de plantas voluntarias de Lupinus en sus campos de maíz,
porque dichas plantas actúan como cultivos trampas para el Macrodactylus sp
(Altieri 1993a).
Manejo de enfermedades de las plantas en
la agricultura tradicional
Thurston (1992) revisó la mayoría de la
literatura existente sobre las prácticas culturales utilizadas por miles de
pequeños agricultores tradicionales en los países en desarrollo, y concluyó que
a pesar de que algunas son intensivas en mano de obra, son sustentables y
merecen mayor respeto del que reciben. Thurston consideró varios sistemas
agrícolas tradicionales y los comparó con respecto a su productividad
(producción de los cultivos o ingreso producido), a la sustentabilidad
(capacidad para mantener el sistema en existencia durante un largo período de
tiempo, incluso cuando está sometido a stress), a la estabilidad (obtener
producciones consistentes y confiables tanto a corto como a largo plazo), y a
la equitatividad (distribución relativa de la riqueza en la sociedad) (Tabla
6.3). Las siguientes son las recomendaciones principales que se obtienen de la
investigación de Thurston:
1. Muchos sistemas agrícolas sustentables
incorporan grandes cantidades de materia orgánica al suelo. Este hecho
generalmente tiene como resultado un número menor de enfermedades del suelo,
además de otros beneficios agrícolas importantes.
2. Algunas enfermedades se extinguen con
la sombra, mientras que otras aumentan su importancia bajo la sombra. La
manipulación de la sombra se debería considerar como un posible componente de
los sistemas para controlar las enfermedades.
3. El uso de plantas antagónicas (cultivos
repelentes y plantas trampas) para el control de los nemátodos u otros agentes
patógenos de las enfermedades del suelo.
4. El uso de semillas limpias o de
material de multiplicación saludable, tratado para eliminar patógenos, tiene
por lo menos efectos positivos y drásticos en la salud de las plantas y en el
rendimiento del cultivo.
5. Los agentes patógenos de las plantas,
se transmiten a menudo cuando se corta el material vegetativo de
multiplicación. Algunas prácticas importantes son la utilización de herramientas
estériles para cortar el material de multiplicación y el uso del mismo que no
ha sido cortado. Por ejemplo, plantar todo el tubérculo de la papa, en vez del
tubérculo cortado, previene las pérdidas causadas por los hongos y bacterias
que ocurren cuando se cortan los tubérculos.
6. La densidad de los cultivos o de las
plantas tienen consecuencias importantes en la incidencia e intensidad de la
enfermedad. Los cultivos densos de las plantas por lo general aumentan la
enfermedad, pero, en algunos casos, (es decir, con algunas enfermedades
virales) pueden reducirla. La densidad de los cultivos puede ser alterada al
manipular la relación las plantas o el espacio entre las filas.
7. La profundidad a la cual se plantan las
semillas y los materiales de multiplicación pueden influir en la incidencia o
intensidad de la enfermedad, situación que debe considerarse cuando se diseñan
las estrategias para controlar las enfermedades.
A menudo, la siembra superficial es una
práctica eficaz para el control de las enfermedades, ya que las plantas emergen
rápidamente del suelo cuando no se han plantado con tanta profundidad.
8. Los períodos de barbecho a menudo son
beneficiosos para reducir las pérdidas causadas por las enfermedades de las
plantas, especialmente para las enfermedades del suelo. El barbechado
generalmente es más eficaz si se combina con las rotaciones.
9. Por lo general, el fuego y el calor se
reconocen como prácticas para el manejo de las enfermedades de las plantas. Las
altas temperaturas producidas por la quema pueden eliminar el inócoylo de
muchos agentes patógenos.
10. La agricultura tradicional ha
utilizado extensivamente la práctica de la inundación para el control de los
agentes patógenos de las plantas. Por ejemplo, en el sistema de los arrozales,
además de sus beneficios agronómicos diversos, desempeña un papel fundamental
en la reducción de importantes enfermedades del suelo.
11. La aplicación de mulch reduce las
enfermedades de las plantas, ya que disminuye que el suelo sea salpicado por
las lluvias, influye en el contenido de humedad del suelo y en la temperatura
del mismo, y aumenta las actividades microbiológicas, que extinguen los agentes
patógenos de las plantas.
12. Es difícil generalizar, con algún
grado de precisión, el manejo de las enfermedades mediante la utilización de
los cultivos múltiples. Las recomendaciones respecto a los cultivos múltiples
deberían probarse en forma minuciosa, ya que muchas veces será necesario
hacerlas en terreno.
13. Durante siglos, los sistemas de
estratos múltiples existieron en las áreas tropicales sin problemas importantes
de enfermedades. La manipulación en forma combinada de la arquitectura de las
plantas y la sombra, el uso de variedades locales, la diversidad de especies en
sistemas de estratos múltiples, podrían ser ejemplos útiles para otras áreas en
los trópicos.
14. Los campos elevados, las camas de
realce, los canales y otros sistemas fueron ampliamente utilizados por los
agricultores tradicionales durante milenios. Otros beneficios importantes de estos
sistemas son: un mejor drenaje y riego, un aumento en la fertilidad y el
control de las heladas. El hecho de sembrar en suelos elevados por sobre la
superficie del suelo, también es una práctica importante para el manejo de las
enfermedades relacionadas con los agentes patógenos del suelo.
15. El uso de la rotación se debería
investigar y ser utilizado en forma cuidadosa en los esquemas diseñados para
ayudar a los agricultores tradicionales, pero teniendo en cuenta que el valor
de la rotación de cultivos para el manejo de enfermedades determinadas, es para
una localidad específica.
Manejo y conservación in-situ de recursos genéticos de los
cultivos
Los agroecosistemas tradicionales son
genéticamente diversos, pues contienen poblaciones variables y adaptadas, y
también especies silvestres emparentadas de los cultivos (Harlan 1976). Las
poblaciones de variedades nativas consisten en combinaciones de líneas
genéticas, todas las cuales están razonablemente adaptadas a la región en la
cual se desarrollaron, pero que difieren en cuanto a la reacción frente a las
enfermedades y a los insectos plaga. Algunas líneas son resistentes o
tolerantes a algunas razas nativas de agentes patógenos y a algunas otras
(Harlan 1976). La diversidad genética resultante otorga, por lo menos, una
resistencia parcial a las enfermedades que son inherentes a determinadas líneas
del cultivo, y permite que los agricultores exploten diferentes microclimas
obteniendo usos múltiples a partir de la variación genética de una especie determinada.
Los agricultores andinos cultivan 50
variedades de papas en sus campos y tienen un sistema taxonómico especial para
clasificar las papas (Brush et al. 1981). De igual modo, en Tailandia e
Indonesia, los agricultores mantienen una diversidad de variedades de arroz que
se adaptan a una extensa gama de condiciones ambientales. Las pruebas indican
que las taxonomías populares se tornan más relevantes a medida que las áreas se
vuelven más marginales y riesgosas. En Perú, por ejemplo, a medida que aumenta
la altitud, aumenta también, constantemente, el porcentaje de variedades
nativas de papas. En el sudeste de Asia, los agricultores siembran variedades
modernas de arroz semienano durante la estación seca y siembran variedades
tradicionales durante la estación del monzón; así, toman ventaja de la
productividad de las modernas variedades regadas durante los meses secos, y de
la estabilidad de las variedades nativas en la estación húmeda, época en la que
generalmente surgen las plagas (Grigg 1974). Clawson (1985) describió varios
sistemas en los que los agricultores tradicionales de las zonas tropicales
siembran variedades múltiples de cada cultivo, lo que proporciona una
diversidad intra e inter específica; aumentando, de este modo, la seguridad de
la cosecha.
Varias plantas dentro del sistema de
cultivo tradicional o cercanas a éste son especies silvestres emparentadas con
las plantas de cultivo. Así, mediante la práctica de cultivo semienmalezado,
los agricultores han aumentado, involuntariamente, el flujo de genes entre los
cultivos y sus especies emparentadas (Altieri y Merrick 1987). Por ejemplo, en
México, los agricultores permiten que los teosintes permanezcan dentro o cerca
de los campos de maíz, de manera que se produzca el cruzamiento natural cuando
el viento polinice el maíz (Wilkes 1977). Mediante esta asociación continua, se
han producido equilibrios medianamente estables entre los cultivos, las
malezas, las enfermedades, las prácticas culturales y los hábitos humanos
(Bartlett 1980). Los equilibrios son complejos y difíciles de modificar sin
trastornar el balance, lo que podría provocar una pérdida de los recursos
genéticos. Por esta razón, Altieri y Merrick (1987) han sostenido el concepto
de la conservación in-situ de muchas variedades nativas de tierra y especies
silvestres emparentadas. Ellos argumentan que la conservación in-situ de la
diversidad nativa de los cultivos sólo se logra mediante la preservación de los
agroecosistemas bajo un manejo tradicional, y, aún más, sólo si dicho manejo está
guiado por el conocimiento local de las plantas y de sus necesidades (Alcorn
1984).
Muchos campesinos utilizan y
preservan los ecosistemas naturalizados (bosques, laderas, lagos, tierras de
pastoreo, pantanos, etc.) dentro o cerca de sus propiedades.
Estas áreas proporcionan valiosos
complementos alimenticios, materiales de construcción, medicinas, fertilizantes
orgánicos, combustibles y elementos religiosos (Toledo 1980). A pesar de que la
recolección, normalmente, ha sido asociada con la pobreza (Wilken 1969),
pruebas recientes indican que esta actividad esta muy relacionada con una
fuerte tradición cultural. Además, la recolección de la vegetación tiene una
base económica y ecológica, ya que las plantas silvestres proporcionan un
insumo importante para la economía de subsistencia, especialmente cuando la
producción agrícola es baja, debido a desastres naturales u otras
circunstancias (Altieri et al. 1987). De hecho, en muchas regiones semiáridas
de Africa, los campesinos y los grupos tribales mantienen su nivel nutricional,
incluso en tiempos de sequía, gracias a la recolección (Grivetti 1979). La
recolección también es prominente entre los cultivadores migratorios, cuyos
campos están espaciados a través del bosque.
Muchos agricultores recolectan plantas
silvestres para la comida familiar mientras andan por los campos (Lenz 1986).
La recolección también es frecuente en el bioma desértico. Por ejemplo, los
indios Pima y Papago del Desierto de Sonora abastecen la mayor parte de sus
necesidades de subsistencia con más de 15 especies de leguminosas silvestres y
cultivadas (Nabhan 1983). En condiciones tropicales húmedas, la obtención de
recursos del bosque primario y secundario es aun más impresionante.
Por ejemplo, en la región de Uxpanapa de
Veracruz, México, los campesinos locales explotan alrededor de 435 especies de
plantas silvestres y animales, de las cuales 229 se utilizan como alimento
(Toledo et al. 1985).
Ejemplos de sistemas tradicionales de explotación agrícola
Cultivo de arrozales en el Sudeste de Asia
Bajo la simple estructura del monocultivo
del arroz (sawah) subyace un complejo sistema de controles naturales inherentes
y una diversidad genética de cultivos (King 1971). A pesar de que dichos
sistemas prevalecen más en el Sudeste Asiático, los agricultores de arroz de
las altiplanicies en las zonas tropicales de América Latina también cultivan
una serie variedades de arroz sensibles a los fotoperíodos y adaptadas a las
diferentes condiciones ambientales. Estos agricultores regularmente
intercambian semillas con sus vecinos, por que observaron que toda variedad
comienza a sufrir problemas de plagas si se cultiva en forma continua en la
misma porción de tierra y durante muchos años. La diversidad temporal, espacial
y genética que resulta de las variaciones de predio a predio en los sistemas de
cultivo otorga, por lo menos, una resistencia parcial al ataque de plagas.
Dependiendo del grado de diversidad, las interacciones de las cadenas
alimenticias entre las plagas de insectos del arroz y sus numerosos enemigos
naturales en los arrozales, pueden tornarse muy complejas y, por lo general,
tienen como resultado una población de insectos baja, pero estable (Matteson et
al. 1984).
El ecosistema del arroz, el cual ha
existido por mucho tiempo comprende también diversas especies de animales.
Algunos agricultores permiten que bandadas de patos domésticos busquen
afanosamente los insectos y malezas existentes en los arrozales.
Muchos agricultores permiten la
presencia de malezas acuáticas, las que cosechan como alimento (Datta y
Banerjee 1978). Con frecuencia, se pueden encontrar arrozales en los que los
agricultores han introducido algunas parejas de peces prolíferos (tales como la
carpa común, Sarotherdon mossambicus). Cuando se deja escurrir el agua
para cosechar el arroz, los peces se mueven hacia los canales o estanques
cavados en las esquinas de los campos y, luego, se cosechan.
Las técnicas utilizadas para el cultivo de
arroz/pez difieren considerablemente entre los países y entre las regiones. En
general, la explotación de peces en los campos de arroz pueden clasificarse
como de captura o de cultivo (Pullin y Shehadeh 1980). En el sistema de
captura, los peces silvestres pueblan los arrozales inundados y se
reproducen en ellos, siendo cosechados al final de la estación de cultivo de
arroz. Los sistemas de captura ocupan un área mucho mayor que los sistemas de
cultivo y son importantes en todas las regiones del Sudeste Asiático en donde
se cultiva arroz. En el sistema de cultivo, el campo de arroz se siembra
con peces. Este sistema, más adelante, se puede diferenciar en un cultivo coincidente,
donde los peces se crían en conjunto con el cultivo de arroz y un cultivo de
rotación, en donde los peces y el arroz se cultivan en forma alternada. Los
peces también se pueden cultivar como un cultivo intermedio entre dos cultivos
de arroz (Ardiwinata 1957).
Los agricultores tradicionales de arroz,
por lo general, sólo producen un cultivo de arroz al año durante la estación
húmeda, incluso cuando el agua de riego se puede utilizar en cualquier momento.
Esta práctica es, en parte, un intento para evitar el daño producido por
cogolleros del arroz. Por el resto del año, la tierra puede estar en barbecho y
puede ser pastoreada por animales domésticos. Este barbecho anual en conjunto
con el estiércol de los animales en pastoreo, las malezas y el rastrojo
enterrado en el suelo son suficientes para mantener un rendimiento aceptable de
arroz (Webster y Wilson 1980).
Como alternativa, los agricultores
pueden seguir el cultivo de arroz con otros cultivos anuales en el mismo año,
siempre que existan lluvias y agua de riego adecuadas.
Es común sembrar hileras alternativas de
cereales y leguminosas, ya que los agricultores creen que este sistema
aprovecha los recursos del suelo en forma más eficaz. Los compost y abonos en
avanzada descomposición se aplican a la tierra para que proporcionen nutrientes
para los cultivos en crecimiento. Sembrar caupíes y frijoles mung en rastrojos
de arroz establecidos reduce los daños producidos por la mosca del frijol, por
los trips y por los saltahojas, ya que el mulch interfiere en su habilidad para
encontrar a su huésped (Matteson et al. 1984).
El microambiente del sawah (arroz
inundado) también ayuda al cultivador de arroz húmedo para producir constantes
cosechas de cultivos en el mismo campo, año tras año. Primero, el sawah
cubierto por el agua esta protegido de las altas temperaturas y del impacto
directo de la lluvia y de los vientos fuertes, reduciendo, así, la erosión del
suelo. Segundo, la gran cantidad de agua reduce el movimiento vertical de esta,
lo que reduce la lixiviación de nutrientes. Tercero, tanto el agua para la
inundación como para el riego trae cieno en suspensión y otros nutrientes en la
solución, lo que renueva la fertilidad del suelo cada año. Cuarto, el agua en
los sawahs contiene Azolla spp. (una asociación simbiótica de helechos y
algas verde azuladas), la que promueve la fijación del nitrógeno, alcanzando
hasta 50 kg.
por hectárea de nitrógeno.
Agricultura tradicional de Java
En Java, Indonesia, muchos sistemas
agrícolas tradicionales combinan cultivos y/o animales con cultivos de árboles
o frutales y/o forestales. Algunos de estos son sistemas agroforestales y se
pueden agrupar en dos tipos principales (Marten 1986):
Talun-kebun. Este es un sistema agrícola indígena que
pareciera haber derivado del cultivo migratorio. Por lo general, se compone de
tres etapas: kebun, kebun campuran y talun; cada una de las cuales tiene un
función diferente. En la kebun, primera etapa, por lo general se siembra una
mezcla de cultivos anuales. Esta etapa es económicamente valiosa, ya que la
mayor parte de los cultivos se venden. Después de dos años, las plántulas de
los árboles han comenzado a crecer en el campo y hay un espacio menor para los
cultivos anuales. En este momento, la etapa kebun evoluciona gradualmente hacia
una etapa kebun-campuran, en donde los anuales se mezclan con perennes a medio
crecer. Esta etapa también tiene valor económico pero también fomenta la
conservación del agua y del suelo. Después de cosechar los anuales, el campo,
por lo general, se abandona por dos o tres años para que sea dominado por los
perennes. Esta tercera etapa es conocida como talun, y también tiene valor
económico y biofísico.
Después de que el bosque se ha
despejado, la tierra se puede plantar para el huma (arroz de secano) o sawah
(arroz húmedo), dependiendo de si hay agua para el riego.
En forma alternativa, la tierra se
puede cambiar directamente a kebun mediante la siembra de una mezcla de
cultivos anuales. En algunas regiones, la kebun se desarrolla después de haber
cosechado el huma, cambiando el arroz de secano por cultivos anuales. Si la
etapa kebun se siembra con cultivos de árboles o bambú, se torna kebun-campuran
(huerto mixto), que después de varios años estará dominado por perennes
tornándose luego en talun (huerto de cultivos perennes). Es usual encontrar
sistemas talun-kebun con 112 especies de plantas. De estas plantas, alrededor
del 42% proporciona material de construcción y madera combustible; el 18% son
árboles frutales; 14% son hortalizas; y el resto constituye ornamentos, plantas
medicinales, especias y cultivos comerciales.
Pekarangan (huerto
familiar). El pekarangan es un sistema integrado de personas, plantas y
animales con límites definidos y una combinación de cultivos anuales, perennes,
y animales alrededor de una casa. El sistema talun-kebun se convierte en un
pekarangan cuando una casa se construye sobre éste. En vez de sacar los árboles
para cultivar, como en el tipo talun-kebun, los árboles del huerto doméstico se
conservan como una fuente permanente de sombra para la casa y para el área
cercana a ella, y los cultivos en el huerto familiar se siembran bajo los
árboles.
Un huerto familiar típico tiene una
estructura vertical de año en año, aunque pueden ocurrir algunas variaciones
estacionales. El número de especies e individuos es mayor en el estrato más
bajo y disminuye con la altura. El estrato más bajo (menos de un metro de
altura) está dominado por plantas alimenticias como especias, camotes, taro, Xanthosoma,
pimiento, berenjenas y leguminosas. El siguiente estrato (de uno a dos metros
de altura) también está dominado por plantas alimenticias como el ganyong (Canna
edulis), Xanthosoma, la yuca y el gembili (Dioscorea esculenta).
En el siguiente estrato (de 2 a 5 metros) predominan los
plátanos, los papayos y otros árboles frutales. En el estrato de 5 a 10 metros de altura
también predominan los árboles frutales como, por ejemplo, el guanábano, el
manjea, el pisitan (Lansium domesticum), el guayabo, manzano de montaña
y otros cultivos comerciales como el clavero. La capa más alta (10 metros) está dominada
por los cocoteros y por los árboles para la producción maderera como Albizzia
y Parkia. El efecto total es una estructura vertical parecida a un
bosque natural, una estructura que optimiza el uso del espacio y de la luz
solar. Las plantas más comunes en el tipo pekarangan son la yuca (Manihot
esculenta) y el ganyong (Canna edulis). Ambas tienen un alto
contenido calórico y son importantes como substitutos del arroz.
Existen agrupaciones determinadas de
plantas en los huertos domésticos. Por ejemplo, dondequiera que exista el
gadung, el petai (Parkia speciosa), kemlakian y rambután, posiblemente
el guayabo (Psidium guajava) y el suweg (Amorphophalus campanulatus)
también estarán presentes.
Una importante asociación de plantas
consiste en rambután (Nephelium lappaceum), kelor (Moringa
pterygosperma), el rosal (Rosa hybrida), mangkokan (Polyscias
scutelaria), gadung (Dioscorea hispida) y el toronjo (Citrus
grandis).
Cada una de las plantas que forma
parte de la asociación le proporciona algo útil al agricultor. El fruto del
rambután se vende y es comestible; el kelor se utiliza como hortaliza y también
se cree que es una planta mágica; el rosal se cultiva por placer; el mangkokan
se cultiva como una planta estética y, ocasionalmente, se utiliza para cercos y
para tónicos capilares; el gadung es una planta alimenticia que también se
puede utilizar como indicador meteorológico, pues la temporada lluviosa, por lo
general, comienza poco tiempo después de que sus hojas empiezan a crecer; el
toronjo tienen una función similar y cuando sus frutos comienzan a crecer,
empieza la temporada de cultivo anual de plantas. Estos indicadores
meteorológicos y de la temporada de siembra son importantes, pues muchos
agricultores piensan que las fallas agrícolas se deben, principalmente, a las
temporadas de siembra inadecuadas.
El ganado es un componente importante de
este sistema de agroforestería, especialmente, las aves de corral, pero también
las ovejas que pastorean libremente o aquellas que están encerradas en galpones
y que son alimentadas con el forraje recolectado de la vegetación. Los animales
desempeñan una función importante en el reciclaje de los nutrientes. Los
estanques de peces, que son alimentados con desechos animales y humanos,
también son comunes.
Huertos frutales mixtos de México
Los sistemas de árboles mixtos o huertos
familiares también son comunes en las llanuras de las zonas tropicales de
México, donde constituyen una forma de agricultura común, poco investigada.
Dichos sistemas abarcan la siembra, el trasplante, el manejo y la protección de
una variedad de especies útiles (desde los árboles de follaje de gran altitud
hasta las viñas que cubren el suelo y aquellas trepadoras) para la cosecha de
diversos productos forestales, incluyendo leña, alimento para la casa y para
los sectores comerciales, medicinas y materiales de construcción (Gliessman
1990).
Los huertos familiares en México son
pedazos de tierra que comprenden una casa rodeada o adyacente a una zona para
cultivar una variedad de especies de plantas y, a veces, para criar ganado.
También se los conoce como huertos de cocina, huertos de patio de entrada, huertos
domésticos o solares. El huerto doméstico representa las necesidades y los
intereses de una familia, pues proporciona alimentos, forraje, leña, productos
comerciales, materiales de construcción, medicinas y plantas ornamentales para
la familia; o bien, para la comunidad local. Muchos de los árboles más comunes
son aquellas mismas especies que han sido encontradas en los bosques naturales
cercanos, pero se han incorporado especies nuevas como el papayo (Carica
papaya), el guayabo (Psidium sp.), el plátano (Musa spp), el
limón (Citrus limon) y el naranjo (Citrus aurantium). Una serie
de especies indígenas y exóticas de hierbas, arbustos, viñas y epífitas se
cultivan, ya sea en lugares con poca luz o bajo la sombra de los árboles. Las
plántulas de las especies silvestres útiles traídas al huerto por el viento o
por los animales, por lo general, no necesitan ser desmalezadas y, en forma
subsiguiente, son integradas al sistema del huerto doméstico.
Una de las características más
sorprendentes de los actuales pueblos Mayas en la Península de Yucatán es
la riqueza floral de sus huertos familiares. En un estudio de estos en el
pueblo de Xuilub, se encontraron 404 especies, casi un tercio de las 1.120
especies que se conocen en todo el estado. Los huertos domésticos también
proporcionan ambientes diversos donde pueden vivir muchas especies silvestres
de animales y plantas, a pesar de que la diversidad de especies depende del
tamaño y del grado de manejo de los huertos. El promedio de los terrenos
familiares varía entre los 600
m2 y los 6.000 m 2. Considerando
que la mayoría de las familias en las comunidades rurales de la Península de Yucatán
tienen algún tipo de huerto, las prácticas locales tradicionales del manejo de
los huertos ya han contribuido a la cubierta forestal de la península y tienen
el potencial para contribuir aún más (Gliessman 1990).
Agricultura migratoria
La agricultura migratoria también se
denomina agricultura de tala, tumba y quema o agricultura de corte y quema, y,
por lo general, se la define como un sistema agrícola en el que parcelas
desbrozadas se siembran durante algunos años con cultivos anuales o perennes de
corto plazo y luego se deja en barbecho por un período mayor que el de cultivo.
Las condiciones que limitan la cosecha de cultivos tales como la pérdida de
fertilidad del suelo, las malezas o el brote de plagas, se superan durante la
época de barbecho y, después de algunos años, la zona está lista para ser
desbrozada nuevamente para su cultivo. Así, dichos sistemas abarcan unos pocos
años de cultivo que alternan varios años de barbecho para regenerar la
fertilidad del suelo. Comúnmente existen tres tipos de barbecho: el barbecho
forestal (de 20 a
25 años), el barbecho de arbusto (de 6 a 10 años) y el barbecho de pasto (menos de 5
años).
Dentro de las zonas tropicales del
Africa, el cultivo migratorio es el más importante.
En Asia y en las zonas tropicales de
América, se practica por personas pobres que viven en áreas rurales remotas,
donde la falta de caminos impide el desarrollo de los mercados para los
cultivos comerciales. En el sur y sudeste de Asia, alrededor de 50 millones de
personas son cultivadores migratorios, cultivando 10 a 18 millones de hectáreas
cada año. Con el desarrollo gradual del cultivo de arroz en las tierras bajas,
el cultivo migratorio se ha retirado a áreas montañosas que son inapropiadas
para los arrozales. En las regiones tropicales del continente americano, el
cultivo migratorio se practicó desde antes del año 1.000 A.C. En las regiones
más secas de las zonas tropicales de México, el cultivo se basa en maíz,
frijol, calabaza; y en las llanuras más lluviosas en tubérculos, yuca y camote
(Norman 1979). Las características del cultivo migratorio incluyen (Grigg
1974):
• El tamaño y número de los terrenos
manejados por cada familia varía con la fertilidad del suelo, densidad de la
población, duración del barbecho y el nivel de comercialización.
• Puede o no requerir un cambio de
domicilio.
• La tenencia de la tierra, por lo general,
es comunal y la mayoría de los agricultores tienen acuerdos cooperativos para
trabajar la tierra, especialmente para desbrozar la vegetación.
• Los métodos de cultivo se basan en la
fuerza animal y humana, que se caracteriza por herramientas manuales.
• El ganado no desempeña un papel
fundamental.
• Una vez que los cultivos han sido
sembrados, se cultivan y manejan poco.
• Por lo general, la fertilidad del suelo
se mantiene con abono animal, pero, principalmente, con los nutrientes
proporcionados por la ceniza y la vegetación en descomposición. En condiciones
húmedas cálidas, la descomposición relatvamente rápida del mulch proporciona
beneficios de reciclaje de los nutrientes, mientras se protege la superficie
del suelo y se aumenta la cantidad de materia orgánica del mismo (Thurston
1991).
En el cultivo migratorio, es común
cortar un sector del bosque y quemarlo para liberar los nutrientes y eliminar
las malezas. Una combinación de cultivos a corto plazo, a veces seguidos por
cultivos perennes, se cultiva hasta que el suelo pierda su fertilidad y hasta
que la competencia de las especies de plantas sucesoras sea intensa.
Entonces el agricultor prepara un
nuevo campo y el antiguo retorna al barbecho a largo plazo. Durante el período
de barbecho, se almacenan grandes cantidades de nutrientes en la biomasa de las
plantas. Dichos nutrientes se liberan cuando la vegetación de barbecho se quema
para desbrozar la tierra para el ciclo de cultivo siguiente (Rutenberg 1971).
Donde la tierra es abundante pero los recursos escasos, por lo general, se dice
que este es un sistema muy eficaz y estable que ha sustentado a las familias
agrícolas durante muchas generaciones. Debido a la reciente presión de la
población, a la presión de la pobreza y a los factores como el crecimiento de
la maleza y la disminución de la fertilidad del suelo, el ciclo de barbecho se
ha reducido de un período muy favorable de 20 a 30 años a un período que sólo dura 5 años,
lo que, muchas veces, ha causado pérdidas del suelo y un agotamiento de los
nutrientes.
Los ciclos a corto plazo continuarán
existiendo y se desbrozará más tierra sino se producen importantes cambios
sociales y económicos, entre ellos, la redistribución de la tierra.
A pesar de que durante los períodos de
barbecho, por lo general, se presentan generaciones desordenadas de especies,
en algunas partes de las zonas tropicales húmedas, los agricultores
intencionalmente retienen algunas especies como: Acioa baterii, Anthonata
macrophylla y Alchornia sp. Los árboles pequeños sólo se podan y las
ramas grandes se guardan para que sirvan como estaca para los cultivos. Las
puntas que han sido cortadas se esparcen por los suelos y se queman. Así, el
barbecho de arbusto tiene una función doble: sirve como estaca y recicla los
nutrientes (Nye y Greenland 1961). La distinción entre un terreno agrícola y el
bosque maduro adyacente en las zonas tropicales húmedas puede que no sea tan
evidente como en las regiones templadas. En vez de ser categorías diferentes de
vegetación, las milpas (pequeños campos desbrozados) y las manchas forestales
maduras constituyen etapas diferentes del proceso cíclico de la agricultura
migratoria. Incluso la vegetación madura es parte de un sistema de manejo más
extenso que comprende el ahorro de árboles en la milpa y la protección y el
cultivo de especies de plantas útiles durante el recultivo de las manchas
forestales. Dichas manchas forestales, en conjunto con las otras áreas que no
se han desforestado y donde la vegetación madura está protegida o donde las
especies arbóreas útiles se han fomentado o trasplantado, pueden considerarse
como huertos forestales, bosques manejados o bosques modificados.
Se ha especulado que los barbechos
de arbustos son potencialmente valiosos para controlar los insectos. La gran
diversidad de cultivos que se siembra en forma simultánea en el sistema de
cultivo migratorio ayuda a prevenir la formación de plagas en las plantas
relativamente aisladas de cada especie. El aumento de las poblaciones de
parasitoides y depredadores, la disminución de la reproducción y colonización
de las plagas, la repelencia o enmascaramiento por productos químicos, la
inhibición de la alimentación de insectos por plantas no huéspedes, la
prevención del movimiento de las plagas o la estimulación de la emigración de
las mismas y la óptima sincronía entre las plantas y sus enemigos naturales son
factores temporales y espaciales que se presumen importantes para la regulación
de plagas en los policultivos. La sombra de los fragmentos forestales, que aún
existen en los nuevos campos, unida con un dosel parcial de especies arbóreas
de frutas, nueces, leña, medicina y/o de madera elaborada, reducen las
poblaciones de malezas intolerantes a la sombra y proporcionan huéspedes
alternativos para los insectos benéficos (o, a veces, nocivos). Desbrozar
terrenos relativamente pequeños en una matriz de vegetación forestal secundaria
permite una fácil migración de los agentes de control naturales existentes en
la selva circundante (Matteson et al. 1984).
El sistema Nkomanjila de los cultivadores
migratorios de Nyhia
Este es un típico sistema de cultivo
migratorio y comprende un ciclo de tala y quema de un bosque, cultivo y
barbecho (King 1978). Los cultivadores de Nyhia prefieren un bosque secundario
o virgen, compuesto de árboles específicos tales como el Brachystegia spp.
y la Acacia
macrothyrsa. Al quemar el nkomanjila, la madera talada se estaca
alrededor de los troncos de los árboles y se quema justo antes del período
lluvioso. Si queda mucho material sin quemar, éste se recolecta y se vuelve a
quemar. Después de un mes, tiempo durante el cual se preparan otros campos, se
siembran los cultivos. Antes de la siembra, la ceniza de los árboles quemados
se esparce en forma pareja con un azadón por todo el campo, y las malezas se
incorporan al suelo con la misma herramienta. Las semillas se siembran al voleo
y se azadonean levemente.
El nkomanjila debe desmalezarse, por lo
general, una vez o dos veces. Las mujeres son las encargadas de desmalezar y de
cosechar, mientras que los hombres talan, queman y realizan parte del azadoneo
inicial. Después de la cosecha, los cultivos se secan al sol y, luego, se
almacenan.
En los sistemas de cultivo intercalado,
los cultivos de nkomanjila incluyen el mijo, el sorgo perenne, leguminosas (incluyendo
Cajanus, frijol Lima y caupí) y cucurbitas, (incluyendo calabazas y
cabalacines).
La secuencia estándar de cultivo en
nkomanjila es la combinación de mijo/sorgo el primer año, seguido por retoño de
sorgo el segundo año. Una porción del primer año se puede sembrar con una
variedad de mijo de maduración temprana. El segundo año de retoño de sorgo (lisala)
está virtualmente abandonado excepto para la cosecha.
Tradicionalmente, la secuencia de
cultivo terminaba aquí y el campo se abandonaba para el barbecho. Sin embargo,
hoy en día, se necesitan tantas hectáreas para la producción de alimentos que
estas secuencias de cultivo tan largas ya no son posibles.
La secuencia bianual del nkomanjila
se pueden repetir. Por otra parte, si el rendimiento de mijo durante el primer
año es bueno, se podría reiniciar el patrón básico en el segundo año. Una vez
que se abandona el nkomanjila (lo que se puede deber al crecimiento de maleza o
a una baja fertilidad del suelo), se permite que la tierra descanse durante
cinco a siete años. Dada la densidad poblacional de Africa, el sistema
nkomanjila ya no es posible, puesto que los agricultores ya no pueden sustentar
largos períodos de barbecho. Como resultado del cultivo y la quema frecuente,
un sistema de cultivo que comprende un terreno baldío dominado por el pasto ha
reemplazado a terrenos caracterizados por una cubierta de bosque.
El sistema Nkule. El sistema nkule es la alternativa de pradera que existe
para el sistema nkomanjila (king 1978). Las técnicas utilizadas en el cultivo
nkule, se pueden aplicar tanto para las comunidades de pasto de terreno
elevado, que tienen como resultado los campos conocidos con el nombre de nkule
como en elevaciones mayores, donde se los conoce como ihome. Los
indicadores del método nkule son los pastos altos del genero Hyparrhenia y
Trachypogon spicatus. La característica distintiva del sistema nkule es
que la turba y el suelo se amontonan sobre el pasto, que luego se quema bajo el
suelo aporcado. El maíz y las cucurbitáceas se siembran bajo el aporque. En
Diciembre, estos aporques alrededor de dichos cultivos se azadonean.
La ceniza y el suelo quemado se
esparcen y luego se siembra el mijo. El campo requiere dos desyerbas, una
durante la preparación de las camas para el semillero y, una segunda, durante
la estación de crecimiento. El cultivo del mijo se cosecha y se guarda bajo el
sistema nkomanjila. En los campos ihombe, los montones se forman y luego se
queman; sin embargo, el mijo es el único cultivo que se siembra después de que
se han esparcido los montones.
En el sistema nkule es importante
quemar tanto la materia vegetal como la superficie del suelo. Por lo general,
la pradera baldía se labra durante el período seco para romper el pasto que,
luego, se incorporará mediante un azadón a los aporques. El estiércol de las
vacas se pone en el lado barlovento del montón y se quema. El suelo y la turba
en el aporque se esparce con azadón lentamente sobre el estiércol en llamas
hasta que toda la materia orgánica se haya quemado.
La diferencia importante entre los
campos nkule y ihombe es que, en el nkule, los cultivos, por lo general,
siempre están en crecimiento; mientras que el ihombe sólo se utiliza durante un
año y es barbechado, por lo menos, durante tres años. En los campos nkule de
terrenos elevados, la secuencia de los cultivos es tan variada como después del
nkomanjila. Sería preferible que un campo nkule de terrenos elevados se rotará
con leguminosas/granos durante dos a cuatro años y luego se le dejara descansar
durante uno o dos años. Ahora, muchos campos nkule se cultivan durante seis o
más años. Al igual que en el nkomanjila, la secuencia del cultivo finaliza con
la yuca, aunque la rotación trigo/frijoles pareciera ser viable durante un
largo período de tiempo.
Ocasionalmente, un campo ihombe será
sembrado con mijo durante el segundo año, y si está en el margen, será
preparado con azadón para siembras de frijoles y maní. Si un segundo cultivo de
mijo (o de otros cultivos) no tiene éxito, puede que esto se deba a una falta
de micronutrientes en los campos ihombe o a alteraciones en la estructura del
suelo. Cuando los suelos se cultivan de manera continua, se puede acumular
hierro en el suelo, lo que impediría el drenaje en los años siguientes. Un
barbecho de corta duración podría revertir esta situación.
Sistema del «Frijol Tapado» en América Central
El «Frijol tapado» es un sistema agrícola
tradicional que se utiliza para producir frijoles en las áreas de elevación
intermedia de América Central, en laderas con pendiente y donde el régimen de
lluvias es alto; lugar donde se cultiva la mayoría de los frijoles. Este
sistema fue originalmente ideado por los habitantes indígenas de América
Central y es una de las pocas tecnologías agrícolas que ha sido traspasada a los
colonizadores españoles. Para comenzar con el proceso, los agricultores eligen
un terreno baldío de dos a tres años de vida, de manera que la vegetación
leñosa predomine sobre los pastos. Si el período de barbecho es inferior a dos
años, entonces los pastos dominarán sobre las plantas de frijoles en
crecimiento y la fertilidad del suelo no se habrá restablecido totalmente desde
la última cosecha. En seguida, se abren caminos a través del campo con
machetes. Luego, las semillas del frijol se lanzan sobre la vegetación de
barbecho o se siembran al voleo. Finalmente, la vegetación de barbecho con la
semilla de los frijoles se corta con el fin de obtener un mulch, que se deja
descomponer para que proporcione los nutrientes para la plántula del frijol en
maduración. La cosecha se realiza aproximadamente 12 semanas después de que se
ha sembrado al voleo. En Costa Rica, se calcula que entre un 60% y un 70% de
los frijoles del país se cultivan mediante el sistema «Frijol tapado». Debido a
los bajos costos, dicho sistema tiene una taza de rentabilidad más alta,
comparado con otros métodos que tienen un uso más intenso de mano de obra y
productos químicos.
El sistema del tapado permite
una producción de frijol tanto para el consumo doméstico como para obtener
dinero, con el fin de complementar los bajos ingresos durante los duros
períodos financieros. Los beneficios eficaces en función de los costos
comprenden: 1) no hay necesidad de productos químicos agrícolas costosos ni
potencialmente tóxicos como los fertilizantes y pesticidas y 2) exigencia de
mano de obra relativamente baja. La erosión del suelo se reduce al mínimo,
debido a una cubierta vegetal continua que evita la exposición del suelo
desnudo a las duras lluvias.
La alternativa existente para el
sistema del tapado es el método espequeado, donde los
agricultores siembran los frijoles en el suelo desnudo con una vara. En
comparación con el tapado, el sistema espequeado tiene un costo
de producción mayor, por lo tanto, una taza de rentabilidad menor. Dicho sistema
requiere productos químicos y una mano de obra más elevada, lo que implica un
gasto mayor. Los pequeños agricultores no tienen acceso al dinero y al crédito
requerido para comprar los productos químicos agrícolas que se necesitan. Aún
no existe una asistencia técnica apropiada. Una puesta en marcha incompleta de
las pautas determinadas por los organismos agrícolas del gobierno para el
sistema espequeado, puede tener como resultado una degradación del suelo
y una baja en la productividad. Una consecuencia económica del uso parcial del
sistema espequeado por parte de los pequeños agricultores, sería la
pérdida de dinero. Los organismos agrícolas del gobierno están promoviendo este
sistema por sobre el tapado, debido a que se calcula que el espequeado tienen
una producción mayor por hectárea; no obstante, esto no ha sido determinado por
la literatura. Además, pareciera que las plagas son un problema mayor en el
sistema espequeado.
Los investigadores que estudian y
promueven el sistema de mulch el cual es similar al frijol tapado de América
Central, señalan las siguientes ventajas para los agricultores (Thurston et al.
1984):
1. El sistema de mulch puede adicionar
grandes cantidades de materia orgánica al suelo. Los frijoles Velvet (Stizilobium
spp y Mucuna pruriens) comúnmente producen 50 t./ha de materia
orgánica cada año. Estos mulch pueden también aportar grandes cantidades de
nitrógeno al suelo. Por ejemplo los frijoles Velvet pueden producir 150 kg. N/ha y Lathyrus
nigrivalvis mucho más. La combinación de materia orgánica y nitrógeno ha
significado que los agricultores usen varios sistemas de mulch y producir
alrededor de 3 t./ha de maíz al año sin adicionar fertilizantes químicos.
2. Los mulch pueden reducir la cantidad de
trabajo en el desmalezaje. En algunos casos se pueden eliminar las malezas
secundarias y en otros eliminar las malezas para el segundo cultivo del maíz.
Los agricultores en varias partes de América Central, Africa y Asia usan frijol
Velvet para eliminar Cyperus rotundus y Imperata cylindrica, que son las
malezas más agresivas.
3. Otra ventaja es conferida por el uso
alternativo de estos cultivos. Los frijoles Velvet, el Lablab y L.
nigrivalvis proveen un buen forraje. Los dos últimos pueden aguantar
sequías y proveer alta calidad de forraje durante la estación seca. El frijol
Velvet, el frijol Jack, el frijol Runner y el Lablab son altamente nutritivos,
con grandes cantidades de proteínas, lo que los hacen aptos para ser consumidos
por el hombre, ya que pueden ser preparados en diferentes formas.
Los frijoles Velvet por ejemplo pueden ser
usados para hacer café, chocolate, pan y tortillas. Los Lablab pueden ser
consumidos frescos o cocidos como otras leguminosas. En muchos casos, el
consumo de estos frijoles, los cuales son un subproducto de la operación
inicial, ha resultado en un mejoramiento sorprendente en la nutrición de los
niños.
4. Otras ventajas que se pueden obtener
dependen de las especies de mulch utilizadas.
Por ejemplo, los frijoles Velvet presentan
un amplio espectrum contra nemátodos, lo que los hace útiles como nematicidas y
las hojas del frijol Jack son utilizadas algunas veces para eliminar colonias
de hormigas cortadoras de hojas.
Sistemas agropastorales
Los sistemas agrícolas que combinan la
producción de animales y de cultivos varían a través de las zonas
agroecológicas (McDowell y Hildebrand 1980). En las llanuras de Asia donde se
cultiva arroz, los búfalos son componentes animales importantes, pues
proporcionan: 1) tracción para el cultivo de los campos y 2) leche y carne para
el consumo doméstico o para venderlas en el mercado. El ganado vacuno, las aves
(principalmente pollos y patos) y los porcinos, por lo general, se crían en
estos predios.
Su alimentación comprende: residuos de
cultivos, malezas, hollejo, puntas de vegetales de raíces, bagazo, vainas y
otros subproductos agrícolas. En las áreas montañosas, los porcinos, las aves,
los búfalos y el ganado vacuno se crían en conjunto con arroz, maíz, yuca,
frijoles y granos pequeños. En los sistemas de cultivo de las zonas tropicales
húmedas de Africa predominan el arroz, los ñames y los plátanos (McDowell y
Hildebrand 1980, Ruthenberg 1971). Las cabras y las aves son los animales
predominantes. Las ovejas y los porcinos no son tan abundantes, aunque todavía
son comunes. Su alimentación está compuesta de forraje de las tierras baldías,
residuos de los cultivos, tubérculos desechados y viñas. Es común que los
predios pequeños de América Latina incluyan combinaciones de cultivos de
frijoles, maíz y arroz (McDowell y Hildebrand 1980, Ruthenber, 1971). El ganado
vacuno es común y se conserva para obtener leche, carne y para utilizarlo como
tracción. Los cerdos y las aves se crían como alimento, o bien, para venderlos.
Los pastizales, residuos de los cultivos y forraje mantienen la producción de
animales.
Los sistemas agropastorales producen
muchos otros beneficios. De hecho, la incorporación del ganado en los sistemas
agrícolas añaden otro nivel trófico al sistema.
Los animales pueden alimentarse de
los residuos de las plantas, las malezas y del barbecho, lo que produce un
pequeño impacto en la productividad de los cultivos.
Esto es útil para convertir la biomasa
inútil en proteína animal, especialmente en el caso de los rumiantes. Los
animales reciclan el contenido nutritivo de las plantas, convirtiéndolo en
abono y permitiendo una gama más amplia de alternativas de fertilización para
el manejo de los nutrientes agrícolas. La necesidad de alimentos para los
animales también amplía la base del cultivo para incluir especies que son
útiles para la conservación del suelo y del agua. Las leguminosas, por lo
general, se siembran para que proporcionen forraje de calidad y para que
mejoren el contenido de nitrógeno en los suelos.
Además de las interacciones
agroecológicas con los cultivos, los animales desempeñan otras funciones
importantes en la economía agrícola. Ellos producen ingresos provenientes de la
carne, leche y fibra. El valor del ganado aumenta a través de los años y se
puede vender para obtener dinero en tiempos de necesidad, o bien, se puede
comprar cuando hay dinero (McDowell y Hildebrand 1980).
Agricultura/acuicultura integrada
En muchas zonas de Asia, el uso productivo
de los recursos de la tierra y el agua han sido integrados a los sistemas
agrícolas tradicionales. Los agricultores han convertido las tierras pantanosas
en estanques separados por surcos cultivables. Un ejemplo lo constituye el
sistema dique-estanque que ha existido en el sur de China durante siglos. Para
crear o mantener los estanques, se extrae tierra del suelo, que se utiliza para
reparar los diques que se encuentran a su alrededor. Antes de que éstos se
llenen con el agua proveniente de los ríos y de las lluvias, el dique se
prepara para la crianza de peces mediante una limpieza, sanitización y
fertilización con insumos locales de cal viva, torta de semillas y abono
orgánico. Los peces almacenados en el estanque comprenden varios tipos de
carpas que se crían para el consumo doméstico y para la venta. En los diques se
planta morena (mulberry), la que se fertiliza con barro de los estanques y
regada manualmente con el agua de los estanques, rica en nutrientes. Las hojas
de la morena sirven como alimento para los gusanos de seda; las ramas se
utilizan como estacas para sostener las hortalizas trepadoras y como leña. Los
gusanos de seda se crían en galpones para la producción de hilo. Sus
excrementos, en combinación con los residuos de las hojas de la morena, se
utilizan como alimento para los peces. Las plantas de caña de azúcar en los diques
proporcionan azúcar. Las hojas tiernas se utilizan para alimentar a los peces y
cerdos; y las hojas viejas, como sombra para los cultivos, como paja para los
techos y como combustible; las raíces también se utilizan como combustible. El
pasto y las hortalizas también se cultivan en los diques, con el fin de que
proporcionen alimento para los peces y la familia.
Los cerdos se crían, principalmente, para
que proporcionen abono, pero también para obtener carne. Estos se alimentan de
las puntas de la caña de azúcar, de los subproductos de la refinación de ésta,
de las plantas acuáticas y de otros desechos vegetales. Sus heces y orinas, al
igual que el excremento humano, y los desechos provenientes de las casas,
constituyen los insumos orgánicos principales que se arrojan al estanque de los
peces (Ruddle y Zhong 1988).
Los sistemas integrados que incluyen
acuacultura semi-intensiva son menos riesgosos para los agricultores de escasos
recursos que las fincas intensivas de cría de peces, debido a que su eficiencia
depende de los sinergismos entre los componentes del sistema, la diversidad de
productos y la lógica ambiental. Muchos sistemas de acuacultura tradicional van
más allá de la producción de peces y la generación de ingresos, ya que las
lagunas y su biota llevan a cabo muchos servicios ecológicos, sociales y
culturales en la finca integral. Por lo tanto, la acuacultura y el manejo del
agua actúan como el motor que dirige la sustentabilidad del sistema de la
finca.
Agricultura andina
Hace unos 3.000 y 4.000 años, una forma de
vida nómada, de caza y de recolección en los Andes central fue suplantada por
una economía agropastoral basada en la comunidad, sistema que aún prevalece a
pesar de la competencia por la tierra entre las haciendas y las comunidades de
campesinos (Brusch 1982). El impacto del complejo ambiente andino en la
economía humana ha tenido como resultado arreglos de colonización y sistemas
agrícolas verticales (Tabla 6.4). El patrón de verticalidad proviene de las
diferencias climáticas y bióticas relacionadas con la altitud y la ubicación
geográfica. La adaptación más importante del patrón de cultivo a estos apremios
ambientales ha sido los sistemas de subsistencia: cultivos, animales y
tecnología agropastoral, diseñada para producir una dieta adecuada con los
recursos locales mientras se evita la erosión del suelo (Gade 1975).
La evolución de la tecnología
agraria en los Andes central ha generado un conocimiento extenso sobre el uso
de los ambientes andinos. Este conocimiento afectó la división de los ambientes
andinos en cinturones agroclimáticos ajustados según la altitud, cada uno
caracterizado por prácticas de rotación de cultivos y campos específicos,
terrazas y sistemas de riego y la selección de muchos animales, cultivos y
variedades de cultivos (Brush et al. 1981). Existen alrededor de 34 cultivos
diferentes: (maíz, quinoa, Amaranthus caudatus), leguminosas (frijoles,
lupino, frijoles Lima), tubérculos (especies de papa, yuca, Arrachocha, etc.),
frutas, condimentos y hortalizas.
Los cultivos principales son: maíz,
chenopodiacem (Chenopodium quinoa y C. pallidicaule) y papas.
Cada agricultor cultiva una gran cantidad de variedades de papas en sus campos,
alrededor de 50, y sólo en una comunidad se pueden encontrar hasta 100
variedades con nombres locales. La mantención de esta amplia base genética es
adaptable, puesto que reduce la amenaza de que se puedan perder los cultivos,
debido a plagas y agentes patógenos específicos del cultivo (Brush 1982).
Patrones de cultivo en los
cinturones agroclimáticos. Los habitantes locales reconocen entre tres
a siete cinturones agroclimáticos, los que se distinguen según altitud,
humedad, temperatura, vegetación, tenencia de tierra, conjunto de cultivos y
tecnología agrícola (Tabla 6.4). Existe una variación regional importante con
respecto a los patrones de cultivo de cada cinturón. Por ejemplo, en las
comunidades Amaru y Paru-Paru en el Cuzco, Perú, se pueden distinguir tres
cinturones principales (Gade 1975). Los terrenos en el cinturón de maíz son
levemente inclinados y se ubican entre los 3.400 y 3.600 metros. Dichos
terrenos son regados y explotados en tres rotaciones alternativas de cuatro
años: 1) maíz/haba, frijol/maíz/barbecho; 2) maíz/ maíz/papa o barbecho; y 3)
papa y cebada/haba, frijol/maíz/maíz. El cinturón papa/ haba/cereales está
compuesto por terrenos con pronunciadas laderas, los que se ubican entre los
3.600 y los 3.800
metros. Las papas se cultivan intercaladamente con
cebada, trigo, habas y arvejas. En las zonas de secano existen dos rotaciones
principales de cuatro años: 1) haba/frijoles/trigo/arvejas/cebada y 2) Lupinus
mutabilis/ cebada/haba/barbecho. En las áreas de regadío, las rotaciones
comunes son: 1) papa/ trigo/habas/cebada y 2) papa o C. quinoa/cebada
/arvejas/barbecho. El cinturón papas amargas/pastizal es un cinturón frío
ubicado sobre los 3.800
metros. Las rotaciones de secano en este cinturón, por
lo general, comprenden un período de barbecho de cuatro a cinco años después de
una secuencia de cuatro años de papa/Oxalis tuberosa y Ullucus
tuberosus/U. tuberosus y Tropaeolum tuberosum/cebada.
Sistemas agrícolas tradicionales de Chile
Mediterráneo
Los pequeños agricultores (campesinos) de
Chile Mediterráneo hacen hincapié en la diversidad para utilizar los escasos recursos
en forma más eficaz. Los sistemas agrícolas, por lo general, son empresas a
baja escala e intensivas o empresas semicomerciales más extensivas.
Sistemas intensivos a baja escala
Estos sistemas, rara vez, exceden una
hectárea en tamaño; por lo tanto, generalmente no satisfacen todas las
necesidades de alimentación en la familia. Todos los productos obtenidos se
utilizan en el predio y las otras necesidades se compran con los ingresos
provenientes del trabajo no relacionado con el predio. Es común que los
campesinos produzcan una gran cantidad de cultivos y animales, y es usual,
también, encontrar por lo menos 10 cultivos arbóreos, 10 a 15 cultivos anuales y 3 a 4 especies animales en un
sólo predio.
Dichos predios, por lo general,
comprenden un parrón para obtener sombra y frutas, hierbas, plantas
medicinales, flores, cultivos anuales para alimentación y cultivos arbóreos.
Los animales más comunes en estos predios son conejos, pollos, que deambulan
libremente, y patos; ocasionalmente se pueden encontrar unos pocos cerdos que
se alimentan de los desperdicios de la cocina y de los residuos de los
cultivos.
Por lo general, un cultivo anual intensivo
utiliza sistemas sencillos de cultivo (se cultiva sólo durante la primavera y
el verano); o bien, una secuencia de cultivo es aún más común (sembrar un
segundo cultivo después de haber cosechado el primero).
En ambos sistemas de cultivo, los
campesinos pueden practicar la siembra intercalada.
Los sistemas comunes de siembra
intercalada suponen maíz/frijol/ajo y/o cebolla en combinación con lechuga y
col, y maíz/papas.
La
Figura 6.4
describe un sistema muy complejo en la zona de la costa central. La tierra, que
se caracteriza por un 25% de laderas, se divide en dos secciones. Una parte de
ella se utilizó para cultivos anuales y para hierbas que se siembran en hileras
paralelas al contorno del cerro. La otra para árboles frutales, diversas
variedades de uvas, algunos árboles como el pino (Pinus radiata), el
aromo (Acacia spp.), Datura spp. y un pequeño rodal de bambú y
cactus (Opuntia spp.). Un cerco vivo de cipreses separa las dos
secciones. Los pollos y conejos se crían en cajas ubicadas en el huerto; su
abono, en conjunto con el aserrín, se utiliza para fertilizar los cultivos y
los árboles.
Además de los árboles frutales, se
plantan Eucalyptus spp. para que sirvan como cerco vivo en la frontera
más baja y para obtener leña y palos. Sin embargo, se recolecta más leña de los
«espinos» nativos (Acacia cavens) que crecen de manera natural en las
laderas sobre la propiedad.
Bajo los árboles del huerto crecen
algunas hierbas que se utilizan para fines medicinales o para mantener sanos a
los pollos, como es el caso de la
Ruda (Ruda tracteosa).
Según algunos campesinos, las presencia de
esta planta en la zona de los pollos previene las enfermedades infecciosas de
las aves. El Hinojo (Hinojo officinallis) se deja crecer libremente en
los límites de las propiedades y, más tarde, su bejuco se utiliza para
construir rejas o pequeñas rucas. El agua para el riego se obtiene desviando el
flujo del canal que corre a lo largo del límite superior de la propiedad. Los
campesinos plantan sauces (Salix spp.) a lo largo del canal con el fin
de «sostener el suelo y prevenir que éste se deslice». Los sistemas de raíces penetrantes,
en conjunto con el denso dosel de los otros árboles, proporcionan una buena
protección del suelo en estos sectores de laderas.
Sistemas semicomerciales
extensivos. El tamaño de los predios semicomerciales varía entre las 5
y 20 hectáreas.
Estos sistemas también varían; sin embargo, las combinaciones de cultivos y
animales están diseñadas para aumentar la producción, pues así se obtiene un
excedente comercializable. Al tener más tierra, el campesino dedica mucho de
ésta a otras actividades más extensas como pastizales para el ganado y el
cultivo de granos. La tierra adicional también proporciona más espacio para
plantar árboles madereros. De esta forma, la mayoría de las necesidades
domésticas se obtienen del predio.
Es usual que los campesinos siembren
cultivos según las preferencias de la comunidad local, con propósitos
comerciales. Dichos cultivos, sin embargo, pueden ocasionar riesgos
relativamente altos. Por este motivo, se protegen de este riesgo sembrando
diversos cultivos menos variables o riesgosos como frijoles, zapallo, papas o
maíz entre hileras de árboles frutales muy valiosos como duraznos, cerezos o
manzanos.
La
Figura 6.5
muestra el diseño de una explotación agrícola de 12 hectáreas,
alrededor de 10
kilómetros al este de Temuco, en el sur de Chile, donde
el campesino equilibra su campo para
obtener alimentos, vestuario, vivienda y capital. El predio consiste en una
zona interplantada con cultivos anuales y árboles frutales, un huerto combinado
con árboles frutales, con alrededor de cinco hectáreas de pastizal, dos a tres
hectáreas de trigo y un rodal de pinos (Pinus radiata). El campesino
cosecha aproximadamente 280
kg. de miel anuales proveniente de 26 colmenas; obtiene
entre 10 y 12 litros
de leche diaria de las tres vacas; de sus pollos recolecta entre 10 y 11 huevos
al día; y del trigo obtiene toda la harina para hacer el pan. Los pinos se
plantan para que proporcionen madera. La madera, de rápida combustión, también
se utiliza para la construcción de la casa y de los graneros. El guano de los
animales y los residuos de los cultivos se recolectan y apilan en un montón de
compost para, más tarde, utilizarlos como fertilizante.
Agricultura en campos elevados
La agricultura en campos elevados es un
antiguo sistema para la producción de alimentos, utilizado extensivamente por
los Aztecas en el Valle de México y sus prevalentes en la zona de Mixquic cerca
de la ciudad de México, aunque también se utilizaba en China, Tailandia y otras
regiones para explotar los pantanos que rodeaban los lagos.
Estas «islas» o plataformas de
realce (desde 2,5 hasta 10
metros de ancho y hasta 100 metros de largo),
también denominadas «chinampas» en la región azteca, eran construidas por lo
general, con el barro que sacaban de los pantanos cercanos o de los lagos con
poca profundidad. Los aztecas construían sus plataformas de hasta una altura de
0,5 hasta 0,7 metros
sobre el nivel del mar y reforzaban los costados con columnas entrelazadas con
ramas y árboles plantados a lo largo de las orillas (Armillas 1971).
El suelo de las plataformas se enriquecía
constantemente con la materia orgánica producida por la gran cantidad de
plantas acuáticas, así como también con sedimentos y lodo del fondo de los
canales. Una fuente principal de materia orgánica es, hoy en día, el jacinto de
agua (Eichornia crassipes), capaz de producir hasta 900 kg. De materia seca al
día por hectárea. Las chinampas, complementadas con cantidades relativamente
pequeñas de abono animal, pueden autosustentarse. Los animales como los cerdos,
pollos y patos se guardan en pequeños corrales y se alimentan de la basura o
del exceso de producción de las chinampas. Su abono se vuelve a incorporar en
las plataformas (Gliessman et al. 1981). Los agricultores concentran la
producción de sus cultivos alimenticios principales en las chinampas. Esto
incluye el policultivo tradicional de maíz/frijol/zapallo, el de
yuca/maíz/frijol /pimientos/amarantos y el de los árboles frutales asociados
con diversos cultivos de cobertura, arbustos o viñas.
Los agricultores también fomentan la
crianza de peces en los cursos de agua.
En Asia, la agricultura de los campos
elevados consiste en sistemas agrícolas de ganado/aves/peces. La vegetación
acuática sirve de alimento para los animales y, a su vez, sus desechos se
utilizan como fertilizante para los estanques de los peces. Un sistema agrícola
común es el del cerdo/pez, donde se producen entre 2.00 y 5.000 kg. de pescado por
hectárea cada seis meses. Existen alrededor de 60 cerdos por hectárea y la
cantidad de peces varía entre los 25.000 y los 30.000 por hectárea (Pullin y
Shehadeh 1980).
Conclusiones
Todos los agroecosistemas tradicionales
descritos anteriormente han probado ser sustentables en su contexto histórico y
ecológico (Cos y Atkins 1979). A pesar de que los sistemas evolucionaron en
épocas y zonas geográficas muy distintas, éstos comparten las siguientes
características estructurales y funcionales (Beets 1982, Marten 1986):
Combinan una diversidad estructural y de
especies en el tiempo y en el espacio, mediante arreglos verticales y
horizontales de los cultivos.
Explotan toda la capacidad de los
microambientes, que difieren en cuanto al suelo, al agua, a la temperatura, a
la altitud, a las laderas y a la fertilidad, existentes en un campo o una región.
Mantienen ciclos de materiales y
desechos mediante prácticas eficaces de reciclaje.
Se basan en las interdependencias
biológicas que proporcionan una disminución de las plagas biológicas.
Se basan en los recursos locales,
además, en la energía humana y animal, utilizando poca tecnología.
Se basan en variedades locales de cultivos
e incorporan animales y plantas silvestres.
La producción, por lo general, es
para el consumo local.
El nivel de los ingresos es bajo, de
manera que la influencia de los factores no económicos en la toma de decisiones
es bastante importante.
A pesar de la embestida de los cambios
económicos y de la modernización, aún sobreviven varios sistemas tradicionales
de conocimiento y manejo agrícola. Dichos sistemas poseen elementos importantes
de sustentabilidad a saber: se adaptan bien a sus ambientes específicos, se
basan en los recursos locales, son descentralizados y en pequeña escala, e
intentan conservar la base natural de los recursos. Por este motivo, dichos
sistemas comprenden un legado neolítico de gran importancia; sin embargo, la
estabilidad de esta herencia se ve constantemente amenazada por la agricultura
moderna. El estudio de los agroecosistemas tradicionales puede acelerar, en
forma considerable, el surgimiento de los principios agroecológicos, que son
muy necesarios para desarrollar agroecosistemas más sustentables tanto en los
países industrializados como en los países en desarrollo. En realidad,
necesitamos modelos agrícolas sustentables que combinen los elementos del
conocimiento tradicional y los del conocimiento científico moderno.
Complementando el uso de insumos y de variedades convencionales con la probada
tecnología ecológica garantizará una producción agrícola más sustentable y
asequible.
1. En este libro, los términos
tradicional, campesino, pequeña escala y predio pequeño se utilizan como
sinónimos para describir los sistemas que se basan en la fuerza humana y animal
y en los recursos localmente existentes (Wilken 1977).
2. LER= Px/Kx + Py/Ky, donde Kx y Ky
representan el área de rendimiento por unidad cuando los cultivos se siembran
en un sistema de monocultivo; y Px y Py representan la producción de las dos
especies de cultivo en un sistema de policultivo (Vandermeer 1981).
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