sábado, 17 de septiembre de 2011

VI. AGROECOLOGÍA. BASES CIENTIFICAS PARA UNA AGRICULTURA SUSTENTABLE. CAPÍTULO VI. MIGUEL ALTIERI

Capítulo 6
Agricultura tradicional
Alrededor del 60% de la tierra cultivada del mundo todavía se explota mediante métodos tradicionales y de subsistencia (Ruthenberg 1971). Este tipo de agricultura se ha beneficiado gracias a siglos de evolución cultural y biológica, mediante lo cual se ha adaptado a las condiciones locales (Egger 1981). Así, los pequeños agricultores han creado y/o heredado sistemas complejos de agricultura que, durante siglos, los han ayudado a satisfacer sus necesidades de subsistencia, incluso bajo condiciones ambientales adversas (en suelos marginales, en áreas secas o de fácil inundación, con pocos recursos) sin depender de la mecanización o de los fertilizantes y pesticidas químicos. Generalmente, dichos sistemas agrícolas consisten en una combinación de actividades de producción y de consumo (Figura 6.1)
 La mayoría de los pequeños agricultores han empleado prácticas diseñadas para optimizar la productividad en el largo plazo, en vez de aumentarla al máximo en un corto plazo (Gliessman et al. 1981). Los insumos, por lo general, se originan en la región inmediata y el trabajo agrícola es realizado por seres humanos o animales que se abastecen de energía proveniente de fuentes locales (Figura 6.2). Trabajar con esta energía y con este tipo de restricciones ha hecho que los pequeños agricultores aprendan a reconocer y a utilizar los recursos que existen en su región (Wilken 1977). Los agricultores tradicionales son mucho más innovadores que lo que creen los especialistas. En realidad, las comparaciones de productividad entre la Revolución Verde y los sistemas agrícolas tradicionales han sido parciales y poco justas ya que ignoran el hecho que los agricultores tradicionales valoran la totalidad del sistema productivo agrícola y no sólo los rendimientos de un solo cultivo como es el caso del sistema de la Revolución Verde (Figura 6.3). Muchos científicos de los países desarrollados están comenzando a mostrar interés en la agricultura tradicional, especialmente en los sistemas diversificados de pequeña escala, buscando formas para remediar las deficiencias de la agricultura moderna. Sin embargo, este traspaso de aprendizaje se debe dar rápidamente o esta riqueza del conocimiento tradicional práctico se perderá para siempre.
 
Características ecológicas de la agricultura tradicional
Muchas prácticas agrícolas, que una vez fueron consideradas como primitivas o erradas, se reconocen hoy como modernas y apropiadas por los investigadores. Debido a los problemas específicos de pendiente, inundaciones, sequías, plagas, enfermedades y poca fertilidad del suelo, pequeños agricultores de todo el mundo, han creado sistemas únicos de manejo para superar estas limitaciones (Tabla 6.1). Los agricultores tradicionales han superado las limitaciones ambientales de sus sistemas de producción de alimentos, concentrándose en algunos procesos y principios (Knight 1980):
Continuidad y diversidad espacial y temporal. Se adoptan diseños múltiples de cultivo para asegurar una producción constante de alimentos y una cubierta vegetal para la protección del suelo. Al asegurar un abastecimiento de alimentos regular y diverso, se puede garantizar una dieta variada y adecuada en cuanto a la nutrición.
Una cosecha extensa de cultivos reduce la necesidad de almacenamiento a menudo, peligrosa en climas lluviosos. Una secuencia continua de cultivos también mantiene las relaciones bióticas (relación depredador/ presa, fijación del nitrógeno) que podrían beneficiar al agricultor.
Uso óptimo del espacio y los recursos. Un conjunto de plantas con diferentes hábitos de crecimiento, doseles y estructuras radiculares permiten un mejor uso de los insumos ambientales tales como nutrientes, agua y radiación solar. La combinación de cultivos permite utilizar al máximo un determinado ambiente. En los sistemas complejos agroforestales, se puede cultivar por debajo de la copa de los árboles, si es que penetra suficiente luz.
 
Reciclaje de los nutrientes. Los pequeños agricultores sustentan la fertilidad del suelo, manteniendo ciclos cerrados de nutrientes, energía, agua y desechos. Así, muchos agricultores enriquecen sus suelos con la recolección de nutrientes (tales como abono y humus de los bosques) que provienen de fuera de sus campos, adoptando sistemas de barbecho o de rotación o incluyendo leguminosas en sus patrones de cultivo intercalado.
 Conservación del agua. En las áreas de secano, el régimen de lluvias es el determinante principal del sistema de cultivo y, por este motivo, los agricultores utilizan sistemas de cultivo según la cantidad y distribución de las lluvias. De este modo, en las áreas con poca humedad, los agricultores prefieren cultivos resistentes a la sequía (como Cajanus, camote, yuca, mijo y sorgo) y las técnicas de manejo ponen énfasis en la cubierta del suelo (como la aplicación de mulch) para evitar la evaporación y el escurrimiento. En los lugares en donde las precipitaciones son más de 1.500 mm/año, la mayoría de los sistemas de cultivo se basan en el arroz. En el caso de inundaciones constantes, los agricultores, en vez de invertir en costosos sistemas de drenaje, crean sistemas integrados de agricultura/acuicultura, como las chinampas en México Central.
 Control de la sucesión y protección de los cultivos. Los agricultores han creado diversas estrategias para combatir con éxito a los organismos indeseados. Mezclas de cultivos y combinaciones de variedades protegen contra los catastróficos ataques de las enfermedades y plagas. Los doseles de los cultivos pueden inhibir el crecimiento de las malezas y reducir al mínimo la necesidad de controlarlas. Además, las prácticas de cultivo como la aplicación de mulch, los cambios en la durabilidad y las épocas de siembra, el uso de variedades resistentes y el uso de insecticidas botánicos y/o repelentes, pueden reducir al mínimo la interferencia de las plagas.
 
Ventajas de la diversidad de los cultivos
Quizás, una de las características más sorprendentes de los sistemas tradicionales agrícolas en la mayoría de los países en desarrollo, es el grado de diversidad de los cultivos tanto en el tiempo como en el espacio. Esta diversidad se logra mediante el uso de sistemas de cultivos múltiples, es decir, policultivos. Por ejemplo, en las zonas tropicales de América Latina, el 60% del maíz se cultiva junto con otras especies. 
 
El policultivo es una estrategia tradicional para promover la generación de una dieta diversa, la estabilidad de la producción, la reducción de los riesgos al mínimo, la disminución de la incidencia de los insectos y las enfermedades, el uso eficaz de la mano de obra, la intensificación de la producción con recursos limitados y aumento máximo de la rentabilidad con bajos niveles de tecnología (Francis et al. 1976, Harwood 1979a). Los sistemas de policultivo ofrecen muchas ventajas sobre la agricultura basada en el monocultivo, que se practica en los países modernos, como se demuestra a continuación (Ruthenberg 1971; Altieri 1983; Francis 1986):
Rendimiento. El rendimiento total por hectárea, por lo general, es mayor que la producción de un cultivo exclusivo, incluso cuando se reduce la producción de los componentes individuales. Esta ventaja en el rendimiento generalmente se expresa como el índice equivalente del uso de la tierra (LER), que expresa el área de monocultivo que se necesita para rendir la misma cantidad que una hectárea de policultivo, utilizando la misma población de plantas. Si el LER es mayor que uno, el policultivo sobreproduce. Muchas de las asociaciones maíz/frijol y las triculturas maíz/frijol/ zapallo que han sido estudiadas son ejemplos de policultivos que se sobreproducen.
Utilización eficaz de los recursos. Las combinaciones tienen como resultado una utilización más eficaz de la luz, el agua y los nutrientes por parte de las plantas de diferentes alturas, estructura de doseles y necesidad de nutrientes. Se dice que las combinaciones de cultivo intercalado de larga duración tienen una ventaja cuando los nutrientes son limitados. De este modo, en los policultivos que combinan cultivos perennes y anuales, los minerales perdidos por los anuales son absorbidos rápidamente por los perennes. Por otra parte, la tendencia que tienen ciertos cultivos de «robar» nutrientes es contrarrestada por la enriquecedora adición de materia orgánica al suelo por parte de otros cultivos (como las leguminosas) que forman parte de la combinación.
Disponibilidad de nitrógeno. En las combinaciones cereal/leguminosa, el nitrógeno fijado proveniente de la leguminosa está disponible para el cereal, lo que mejora la calidad nutricional de la combinación. El maíz y los frijoles se complementan entre sí esencialmente respecto a los aminoácidos.
 Disminución de las enfermedades y plagas. Las enfermedades y plagas no se pueden expandir tan rápidamente en las combinaciones debido a la susceptibilidad diferencial de las plagas y agentes patógenos y debido a la gran cantidad y eficacia de los enemigos naturales. En el Sudeste de Asia, por ejemplo, el maíz que crece en hileras distantes, dos o tres metros, y se cultiva intercaladamente con soya, maní, arroz de montaña y frijol mung, casi no presenta mildeu velloso, que normalmente, es una de las principales enfermedades del maíz. Al igual que en dicha parte del Asia, en Costa Rica, el virus clorótico y el mosaico del caupí afectan en menor grado al caupí cultivado en forma intercalada con yuca que a los monocultivos de caupí (Altieri y Liebman 1986). Los sistemas de cultivo diversificado pueden aumentar las oportunidades para los enemigos naturales y, en consecuencia, mejorar el control biológico de las plagas. Dos tercios de los estudios relacionados con los efectos que tiene la diversidad de los cultivos en las plagas de insectos mostraron que los insectos plagas disminuyeron en los sistemas diversificados en comparación con el monocultivo correspondiente. En muchos casos, esto se debió a la abundancia y eficacia de los enemigos naturales. El pulgón de la col, la pulguilla, la polilla de la col, los gusanos del tomate y del maíz son insectos plagas que se pueden regular con combinaciones específicas de cultivos (Altieri y Letourneau 1982).
Disminución de malezas. La sombra proporcionada por los doseles de los cultivos complejos ayudan a inhibir las malezas, reduciendo, así, la necesidad y el costo que implica el manejo de las malezas. En Las Filipinas, las malezas sensibles a la sombra como el coquito y la Imperata cylindrica pueden ser totalmente eliminadas por una combinación como maíz/frijol mung, que intercepta el 90% de la luz después de 50 días de crecimiento.
Seguro contra la pérdida de un cultivo. Los policultivos aseguran contra la pérdida de un cultivo, especialmente en las áreas propensas a heladas, inundaciones y sequías. De este modo, cuando uno de los cultivos que forma parte de una combinación sufre un daño a principios de la temporada de crecimiento, los otros cultivos pueden compensar la pérdida. Por ejemplo, en las regiones montañosas de Tlaxcala, México, los agricultores cultivan el maíz en forma intercalada con habas, ya que el haba sobrevive a las heladas, mientras que el maíz no lo hace.
Otras ventajas. Los policultivos proporcionan una cubierta eficaz del suelo y reducen la pérdida de humedad de éste. Los cultivos mixtos aumentan las oportunidades para la comercialización y aseguran un abastecimiento parejo de una gama de productos sin tener que invertir mucho en almacenamiento, aumentando así el éxito en la comercialización. Las combinaciones distribuyen los costos de la mano de obra más equitativamente durante la época de cultivo y, por lo general, proporcionan una utilidad neta mayor por mano de obra empleada, especialmente durante los períodos de escasez de esta última. Los policultivos también pueden mejorar la dieta local: 500 gramos de maíz y 100 gramos de frijoles negros al día proporcionan alrededor de 2.118 calorías y 68 gramos de proteínas diarias.
 La naturaleza del conocimiento agrícola tradicional
Los términos conocimiento tradicional, conocimiento nativo técnico, conocimiento rural y etnociencia (o la ciencia de los pueblos) han sido utilizados en forma intercambiable para describir el sistema de conocimiento de un grupo étnico rural que se ha originado local y naturalmente. Este conocimiento tiene muchas dimensiones, incluidos la lingüística, botánica, zoología, agricultura, artesanía, y proviene de la interacción directa entre los seres humanos y el medio ambiente. La información se extrae del medio ambiente a través de sistemas especiales de cognición y percepción, que seleccionan la información más útil y apropiada, y las adaptaciones exitosas se conservan y se traspasan de generación en generación a través de medios orales o empíricos. Sólo hace poco, los investigadores han descrito y escrito algo acerca de este conocimiento. Las investigaciones demuestran que la distinción más clara proviene de: (1) las comunidades donde los ambientes tienen una gran diversidad física y biológica y/o (2) de las comunidades que viven casi al borde de la sobrevivencia (Chambers 1983). También, los integrantes de más edad de las comunidades poseen un conocimiento mayor y más detallado que los más jóvenes.
Para los agroecólogos, varios aspectos son los más relevantes de estos sistemas tradicionales de conocimiento:
1. Conocimiento acerca del ambiente físico (suelos, clima, etc.)
2. Taxonomías folclóricas biológicas o sistemas de clasificación popular
3. La naturaleza experimental de este conocimiento tradicional
 El conocimiento de los indígenas con respecto a suelos, clima, vegetación, animales y los ecosistemas, por lo general, resultan en estrategias multidimensionales productivas (es decir, ecosistemas múltiples con varias especies), y estas estrategias generan (dentro de ciertos límites ecológicos y técnicos) la autosuficiencia alimentaria de los agricultores y sus familias en la región (Toledo et al. 1985).
 Conocimiento acerca del medio ambiente
El conocimiento nativo sobre el ambiente físico generalmente es muy detallado.
Muchos agricultores en todo el mundo han creado calendarios tradicionales para controlar los programas de las actividades agrícolas. En Africa oriental, por ejemplo, muchos agricultores siembran según las fases de la luna, pues creen que existen fases lunares de las lluvias. Muchos agricultores también enfrentan a la variabilidad climática, utilizando indicadores meteorológicos basados en la fenología de la vegetación local. Por ejemplo, en Java occidental, el Gadung sp. es un indicador meteorológico, porque la temporada lluviosa se supone comienza poco después de que sus hojas empiezan a crecer. En la misma región, el pomelo tiene una función similar: cuando sus frutos comienzan a crecer se inicia la época propicia para el cultivo de plantas anuales (Christianty et al. 1986).
Sistemas de clasificación del uso del suelo
Los tipos de suelos, los grados de fertilidad de éste y las categorías del uso de la tierra también se distinguen en detalle por los agricultores. Los tipos de suelos se distinguen generalmente por el color, la textura e incluso, por el sabor. Comúnmente, los cultivadores migratorios clasifican sus suelos según la cubierta vegetal. En general, los tipos de clasificación del suelo hecha por los campesinos, dependen del tipo de relación entre el campesino y la tierra (Williams y Ortiz Solorio 1981). Los sistemas aztecas de clasificación del suelo eran muy complejos: reconocían más de dos docenas de tipos de suelo, los que se identificaban según la fuente de origen, el color, la textura, el olor, la consistencia y el contenido orgánico. Estos suelos también se clasificaban de acuerdo con el potencial agrícola y se utilizaban tanto en las evaluaciones del valor de la tierra como en el censo rural. Los campesinos andinos en Coporaque, Perú, reconocen cuatro clases principales de suelo. Cada tipo de suelo tiene características determinadas que definen el sistema más adecuado de cultivo
(McCamant 1986). En Chambers (1983) se encuentran más ejemplos de categorías de clasificación tierra/suelo desarrolladas por comunidades rurales.
Taxonomías biológicas folclóricas
Se han documentado muchos sistemas complejos utilizados por los nativos para agrupar las plantas y animales (Berlin et al. 1973). En general, el nombre tradicional de una planta o animal usualmente revela la condición taxonómica de ese organismo.
 Los investigadores han descubierto que, en general, existe una buena correlación entre el taxa folclórico y el taxa científico. La clasificación de animales, especialmente de insectos y pájaros, está muy expandida entre los agricultores y los grupos indígenas (Bulmer 1965). Los insectos y los artrópodos relacionados tienen un papel principal como plagas de cultivos, como causantes de enfermedades, como alimentos y como elemento curativo, y son importantes en la mitología y el folklore. En muchas regiones, las plagas agrícolas son toleradas, debido a que también constituyen productos agrícolas; es decir, los campesinos pueden consumir plantas y animales que, de otra forma, serían considerados plagas. En Indonesia, una plaga de langostas en el arroz se atrapa en la noche y se come (con sal, azúcar y cebolla) o se vende como comida de pájaros en el mercado. La plaga de pájaros principal en los campos de arroz en Indonesia es (Lonchura), esta se captura por medio de trampas con resortes y, luego, se come. Las ardillas y las termitas, que dañan los cultivos, también se consumen en Indonesia. Los cultivadores migratorios en Borneo atrapan y comen los cerdos silvestres que son atraídos por sus cultivos. En Tailandia nororiental, los habitantes rurales, por lo general, comen ratas, termitas y un cangrejo que daña el pecíolo del arroz (Brown y Marten 1986).
Las hormigas, algunas de las cuales pueden ser una plaga principal de los cultivos, son uno de los insectos que sirven como el alimento más popular que se recolecta en las regiones tropicales. Posey (1986), en sus estudios de la etnoentomología del Amazonas de Brasil, describió el conocimiento detallado de los indios acerca de los ciclos de vida de los insectos, sus usos y su manejo. El complejo manejo de las abejas sin aguijón (Meliponinae), para la producción de miel, demuestra un profundo conocimiento ecológico de su biología. El papel de los insectos sociales como «modelos naturales» para la organización social de los indios Kayapo es particularmente interesante; el comportamiento de estos insectos se reconoce en forma simbólica en los rituales y ceremonias (Posey 1986).
Conocimiento etnobotánico tradicional
Las etnobotánicas son las taxonomías populares que se estudian más comúnmente.
El conocimiento etnobotánico de ciertos campesinos en México es tan elaborado que los Tzeltals, P’urepechas y los Mayas del Yucatán pueden reconocer más de 1.200, 900 y 500 especies de plantas, respectivamente (Toledo et al. 1985). De igual modo, las !ko bosquimanas en Botswana podrían reconocer 206 de las 266 plantas recogidas por los investigadores (Chambers 1983), y los cultivadores migratorios Hanunoo en Las Filipinas pueden distinguir más de 1.600 especies de plantas (Conklin 1979).
Los policultivos y los patrones de agroforestación no se crean al azar, sino que se basan en un entendimiento profundo de las interacciones agrícolas guiadas por complejos sistemas etnobotánicos de clasificación. Dichos sistemas de clasificación han permitido a los campesinos asignar a cada paisaje una práctica de producción determinada, obteniendo así una diversidad de productos provenientes de las plantas mediante una estrategia de uso múltiple (Toledo et al. 1985). En México, por ejemplo, los indios Huastecas administran varios campos agrícolas y de barbecho, complejos huertos domésticos y terrenos forestales, con un total de alrededor de 300 especies de plantas. Las pequeñas áreas alrededor de las casas, por lo común, tienen un promedio de entre 80 y 125 plantas útiles, principalmente plantas medicinales nativas. (Alcorn 1984). Asimismo, es común que el tradicional Pekarangan huerto familiar en Java occidental, tenga alrededor de 100 o más especies de plantas. El 42% de estas plantas proporciona materiales de construcción y madera combustible; el 18% son árboles frutales; el 14% son hortalizas y el resto constituye artículos de decoración, plantas medicinales, especias y cultivos comerciales (Christianty et al. 1985).
 La naturaleza experimental del conocimiento tradicional
La fortaleza del conocimiento de la gente del campo es que está basado no solamente en una observación aguda, sino que también en un aprendizaje experimental. El método experimental se hace patente en la selección de variedades de semillas para los ambientes específicos, pero también está implícito en la prueba de los nuevos métodos de cultivo para sobreponerse a ciertas limitaciones biológicas o socioeconómicas. De hecho, Chambers (1983) indica que los agricultores, por lo general, logran una riqueza de observación y una agudeza de distinción que sólo podría ser asequible para los científicos occidentales a través de largas y detalladas mediciones y computación.
Al estudiar las langostas matizadas (Zonocerus variegatus) en el sur de Nigeria, Richards (1985) encontró que el conocimiento de los agricultores locales era equivalente al de su equipo de científicos con respecto a los hábitos de alimentación de las langostas, a su ciclo de vida, a los factores de mortalidad y al grado de daño que producen en la yuca, y respecto al comportamiento del desove y a los lugares en donde las hembras ponen sus huevos. El conocimiento local aumentó la información de los investigadores respecto de las fechas, la severidad y la extensión geográfica de algunos brotes de estas plagas; además dio a conocer que las langostas se comían y se vendían, y que tenían una importancia especial para los niños, las mujeres y para la gente pobre. Así, la última recomendación de control entregada por los científicos, que consistía en limpiar los lugares de desove de un conjunto de predios, no requirió que la mayoría de los agricultores aprendieran nuevos conceptos y, para algunos, la práctica no tuvo nada de nuevo.
Algunos ejemplos de sistemas de manejo tradicional
Prácticas para el manejo de la fertilidad del suelo
Los agricultores nativos han desarrollado diversas técnicas para mejorar o mantener la fertilidad del suelo. Por ejemplo, los agricultores de Zaire y de Sudán del Sur afirman que los lugares en que hay montículos de termitas son particularmente buenos para cultivar sorgo y caupí (Reijntjes et al. 1992). Los agricultores de Oaxaca, México, utilizan los deshechos de la hormiga Atta para fertilizar los cultivos de gran valor, tales como el tomate, el chile y la cebolla (Wilken 1987).
En Quezaltenango, Guatemala, el humus se trae en grandes cantidades, de bosques cercanos con el fin de mejorar la labranza y la retención de humedad de los terrenos con hortalizas intensamente trabajados. El índice de utilización del humus varía entre 20 y 30 ton/ha/año. Se estima que una hectárea de bosque mixto de pino y roble produce alrededor de 4.000 kg. de humus al año; de este modo, una hectárea de tierra cultivada requiere la producción de humus de 5 a 10 hectáreas de bosque (Wilken 1987).
En Senegal, los sistemas nativos agrosilvopastorales sacan ventaja de los múltiples beneficios proporcionados por el Faidherbia (anteriormente Acacia) albida. El árbol deja caer sus hojas a comienzos de la temporada húmeda permitiendo que penetre la luz suficiente para el crecimiento del sorgo y del mijo; aunque aún proporciona la sombra necesaria para reducir los efectos del intenso calor. En la temporada seca, las largas raíces primarias del árbol capturan nutrientes más allá del alcance de las otras plantas; los nutrientes se almacenan en los frutos y en las hojas. El árbol también fija nitrógeno del aire; de esta forma, enriquece el suelo y mejora la producción de cultivos asociados. En la temporada húmeda, las hojas caídas proporcionan mulch, que enriquece la capa vegetal superior, como también, un forraje muy nutritivo.
 El suelo también se enriquece con el estiércol del ganado que se alimenta de las hojas del F. albida y de los residuos del cultivo de cereales (Reijntjes et al. 1992).
Prácticas para el manejo del microclima
Los agricultores influyen en el microclima, al retener y plantar árboles que detienen el granizo y la lluvia, reducen la temperatura, la velocidad del viento, la evaporación y la exposición directa a la luz solar. Ellos aplican el mulch de plantas que cubren el suelo o paja para reducir la radiación y los niveles de calor en las superficies recién plantadas, para inhibir la pérdida de humedad y para absorber la energía cinética del granizo y la lluvia que cae. Cuando se espera una helada nocturna, algunos agricultores queman paja u otro material de residuo para generar calor y producir humo, atrapando la radiación saliente. Los lechos de camellones elevados que generalmente existen en los sistemas tradicionales, sirven para manejar la temperatura del suelo y para reducir la inundación por agua, mediante el mejoramiento del sistema de drenaje (Wilken 1987, Stigter 1984).
Métodos autóctonos de control de insectos plagas
Los agricultores tradicionales cuentan con una variedad de prácticas de control para enfrentar los problemas de plagas de insectos agrícolas. Se pueden distinguir dos estrategias principales: La primera consiste en la utilización de métodos directos sin productos químicos para el control de las plagas (es decir, prácticas culturales, mecánicas, físicas y biológicas) (Tabla 6.2). La segunda radica en la confianza en los mecanismos de control de plagas, inherentes a la diversidad biótica y estructural de los sistemas agrícolas complejos comúnmente usados por los agricultores tradicionales (Brown y Marten 1986). Este ensamble de prácticas culturales se pueden agrupar en tres estrategias principales, dependiendo del elemento del agroecosistema que se manipule:
Manipulación de los cultivos en el tiempo. Los agricultores generalmente manipulan la época de siembra y cosecha en forma cuidadosa y utilizan la rotación de cultivos para evitar las plagas. Estas técnicas evidentemente requieren un conocimiento ecológico considerable de la fenología de las plagas. A pesar de que dichas técnicas a menudo brindan otros beneficios agronómicos (por ejemplo, el mejoramiento de la fertilidad del suelo), a veces, los agricultores mencionan explícitamente que estas técnicas se practican para evitar el daño de las plagas. Por ejemplo, en Uganda, los agricultores siembran en la temporada pertinente para evitar los gorgojos de los tallos y los pulgones en los cereales y las arvejas, respectivamente (Richards 1985). Muchos agricultores están conscientes del hecho de sembrar sin sincronizar con los campos vecinos puede acarrear la presión fuerte de una plaga y, por lo tanto, tendrían que utilizar una especie de «saciedad de la plaga» para evitar un daño muy extenso. En la región de los Andes central, la rotación del barbecho de la papa se observa con atención, aparentemente, para evitar la acumulación progresiva de ciertos insectos y nemátodos (Brush 1982).
 Manipulación de los cultivos en el espacio. Los agricultores tradicionales generalmente manipulan el tamaño del terreno y su ubicación, la densidad y diversidad de los cultivos para lograr diversos propósitos de producción; aunque muchos están conscientes de la relación que existe entre dichas prácticas y el control de las plagas (Altieri 1993a).
1. Sobresiembra. Uno de los métodos más comunes para lidiar con las plagas es sembrar a una densidad mayor que lo que uno espera cosechar. Esta estrategia es más eficaz para las plagas que atacan la planta durante las primeras etapas del crecimiento.
Cuando se han detectado las plantas infestadas, éstas se extraen cuidadosamente mucho antes de que la planta verdaderamente muera para, así, evitar que las plantas sanas también se contagien.
2. Ubicación del terreno de explotación agrícola. En Nigeria, muchos agricultores, unidos por lazos monárquicos, edad de los grupos o amistad, ubican sus terrenos agrícolas en forma contigua, pero dejando un espacio para la expansión de cada terreno en una dirección determinada. En respuesta a esta práctica, los agricultores indicaron que todas las plagas en el área se descubrirían y se concentrarían en un solo terreno agrícola. Los terrenos, por tanto se ubican uno cerca del otro para que el riesgo de una plaga se expanda entre los agricultores. En la región tropical de América sucede lo contrario, según lo señala Brush (1982): los agricultores deliberadamente utilizan pequeños terrenos aislados para evitar las plagas.
3. Desmalezaje selectivo. Los estudios realizados en los agroecosistemas tradicionales demuestran que los campesinos, deliberadamente, dejan algunas malezas junto a los cultivos, al no removerlas totalmente de sus sistemas de cultivo. Este desmalezaje «relajado» generalmente es considerado por los especialistas como una consecuencia de la falta de mano de obra y de la poca rentabilidad obtenida por el trabajo extra, sin embargo, si el comportamiento de los agricultores con respecto a las malezas se observa con detalle, éste revelará que las malezas se manejan e incluso se fomenta su existencia si tienen un propósito útil. En las zonas tropicales de las tierras bajas de Tabasco, México, existe una clasificación única de las malezas de acuerdo con su uso potencial, por un lado, y los efectos que producen en el suelo y en los cultivos, por otro. De acuerdo con su sistema, los agricultores reconocen 21 plantas en sus campos de maíz, clasificadas como «mal monte» (malezas dañinas) y 20, como «buen monte» (malezas benéficas) que sirven, por ejemplo, como alimento, medicina, material para las ceremonias, té y para mejorar el suelo (Chacon y Gliessman 1982).
 
De igual modo, los indios de Tarahumara en las Sierras de México dependen de las plántulas comestibles de las malezas (Amaranthus, Chenopodium y Brassica) desde el mes de Abril hasta el mes de Julio, período crítico antes de que el maíz, el frijol, las cucurbitas y los chiles maduren en los campos sembrados desde Agosto hasta Octubre. Las malezas también sirven como provisiones alternas de alimentación en las estaciones cuando las frecuentes tormentas de granizo destruyen los cultivos de maíz. En cierto sentido, los Tarahumara practican un sistema de cultivo doble de maíz y malezas, que permiten dos cosechas: la de las plántulas y la de los quelites a principios de la temporada de cultivo (Bye 1981). Algunas de estas prácticas traen consecuencias importantes para el control de las plagas, puesto que muchas especies de malezas juegan un rol importante en la biología de los insectos herbívoros y de sus enemigos naturales en los agroecosistemas. Algunas malezas, por ejemplo, proporcionan un alimento alternativo y/o un refugio para los enemigos naturales de las plagas de insectos durante la temporada de cultivo, pero, aún más importante, fuera de ésta cuando no existen las presas u hospederos.
4. Manipulación de la diversidad de cultivos. Aunque muchos agricultores utilizan el cultivo intercalado, principalmente debido a la escasez de la tierra y de mano de obra, la práctica, evidentemente, trae consecuencias para el control de las plagas (Altieri y Letourneau 1982). Muchos agricultores saben esto y utilizan el policultivo como una estrategia de juego seguro para prevenir la acumulación progresiva de plagas específicas hasta niveles inaceptables o para sobrevivir en casos de un daño masivo de una plaga. En Nigeria, por ejemplo, los agricultores están conscientes del gran daño que causa la langosta matizada en un cultivo aislado de yuca después de que se han cosechado todos los otros cultivos. Para reducir dicho daño, los agricultores deliberadamente vuelven a sembrar maíz y sorgo en el terreno de la yuca hasta la temporada de cosecha.
Manipulación de otros componentes del agroecosistema. Además de la manipulación de la diversidad espacial y temporal de los cultivos, los agricultores también manipulan otros componentes del sistema de cultivo como el suelo, el microclima, la genética del cultivo y el ambiente químico para controlar las plagas.
1. Uso de variedades resistentes. Mediante la selección consciente e inconsciente, los agricultores han desarrollado variedades de cultivos resistentes a las plagas. Probablemente, este método es uno de los más utilizados y eficaces entre todos los métodos tradicionales para controlar las plagas. Litsinger et al. (1980) encontró que el 73% de los agricultores campesinos en Las Filipinas tenían conciencia de la resistencia varietal, aun cuando ellos no la manipularon en forma consciente. En todas las variedades tradicionales existen pruebas de todas las maneras de resistencia que seleccionan los productores modernos de plantas, incluyendo pubescencia, resistencia, madurez temprana, defensa, química y vigor de las plantas.
En Ecuador, Evans (1988) descubrió que la infestación de larvas de Lepidoptera en las mazorcas en maduración del maíz eran considerablemente más altas en las variedades nuevas que en las tradicionales; factor que influyó en la adopción de nuevas variedades por parte de los pequeños agricultores.
2. Manejo del agua. La manipulación del nivel del agua en los arrozales es una práctica muy usada para el control de las plagas (King 1927). El manejo del agua también se practica en muchos otros cultivos anuales con los mismos propósitos. En Malasia, por ejemplo, el control de los gusanos nocturnos y el gusano ejército se realiza cortando la punta de las hojas infestadas en algunos de los cultivos anuales y elevando el nivel del agua, llevando las larvas hacia los bordes del campo, donde los pájaros se congregan a comérselas.
3. Técnicas de arado y cultivo. Los agricultores con frecuencia señalan que deliberadamente manejan el suelo (a veces utilizando más o menos cultivo) con el fin de destruir o evitar los problemas de las plagas. Por ejemplo, en Perú, los campesinos utilizan un aporque alto de papas para proteger a los tubérculos de las enfermedades y plagas de insectos (Brush 1983). En el cultivo migratorio, después de haber limpiado un pedazo de tierra, los agricultores le prenden fuego después de una o dos semanas.
 Los agricultores señalaron que esto se hace, entre otras razones, para reducir las poblaciones de malezas y plagas durante el primer año de cultivo (Atteh 1984).
 4. Uso de sustancias repelentes y/o atrayentes. Durante muchos siglos, los agricultores han estado experimentando con varios materiales naturales encontrados en su ambiente cercano (especialmente en las plantas) y un número importante de estos materiales tienen propiedades plaguicidas. El uso de plantas o parte de ellas, ya sea que se ubiquen en el campo o aplicadas como mezcla de hierbas, para inhibir las plagas es un método muy usado. Litsinger et al. (1980) consultó a los pequeños agricultores en Filipinas acerca de los materiales que se utilizan en los campos para atraer o repeler insectos. En Alboburo, Ecuador, los pequeños agricultores dejan hojas de ricino en los campos de maíz recientemente sembrados con el fin de reducir las poblaciones de un escarabajo nocturno (Tenebrionidae). Dichos escarabajos prefieren las hojas del ricino que las del maíz, y cuando dichos insectos están en contacto con las hojas del ricino durante doce horas o más, presentan parálisis. En el campo, la parálisis impide que los escarabajos se oculten en el suelo, lo que aumenta su mortalidad por estar directamente expuestos al sol (Evans 1988). En el sur de Chile, los campesinos colocan ramas del Cestrum parqui en los campos de papas para repeler los escarabajos Epicauta pilme (Altieri 1993a). Muchas veces, una planta se cultiva cuidadosamente cerca de las casas y su única función, aparentemente, es proporcionar la materia prima para preparar una mezcla plaguicida. En Tanzania, los agricultores cultivan Tephrosin spp. en los bordes de los campos de maíz. Las hojas se trituran y el liquido resultante se utiliza para controlar las plagas del maíz. En Tlaxcala, México, los agricultores «patrocinan» la existencia de plantas voluntarias de Lupinus en sus campos de maíz, porque dichas plantas actúan como cultivos trampas para el Macrodactylus sp (Altieri 1993a).
Manejo de enfermedades de las plantas en la agricultura tradicional
Thurston (1992) revisó la mayoría de la literatura existente sobre las prácticas culturales utilizadas por miles de pequeños agricultores tradicionales en los países en desarrollo, y concluyó que a pesar de que algunas son intensivas en mano de obra, son sustentables y merecen mayor respeto del que reciben. Thurston consideró varios sistemas agrícolas tradicionales y los comparó con respecto a su productividad (producción de los cultivos o ingreso producido), a la sustentabilidad (capacidad para mantener el sistema en existencia durante un largo período de tiempo, incluso cuando está sometido a stress), a la estabilidad (obtener producciones consistentes y confiables tanto a corto como a largo plazo), y a la equitatividad (distribución relativa de la riqueza en la sociedad) (Tabla 6.3). Las siguientes son las recomendaciones principales que se obtienen de la investigación de Thurston:
 
1. Muchos sistemas agrícolas sustentables incorporan grandes cantidades de materia orgánica al suelo. Este hecho generalmente tiene como resultado un número menor de enfermedades del suelo, además de otros beneficios agrícolas importantes.
2. Algunas enfermedades se extinguen con la sombra, mientras que otras aumentan su importancia bajo la sombra. La manipulación de la sombra se debería considerar como un posible componente de los sistemas para controlar las enfermedades.
3. El uso de plantas antagónicas (cultivos repelentes y plantas trampas) para el control de los nemátodos u otros agentes patógenos de las enfermedades del suelo.
4. El uso de semillas limpias o de material de multiplicación saludable, tratado para eliminar patógenos, tiene por lo menos efectos positivos y drásticos en la salud de las plantas y en el rendimiento del cultivo.
5. Los agentes patógenos de las plantas, se transmiten a menudo cuando se corta el material vegetativo de multiplicación. Algunas prácticas importantes son la utilización de herramientas estériles para cortar el material de multiplicación y el uso del mismo que no ha sido cortado. Por ejemplo, plantar todo el tubérculo de la papa, en vez del tubérculo cortado, previene las pérdidas causadas por los hongos y bacterias que ocurren cuando se cortan los tubérculos.
6. La densidad de los cultivos o de las plantas tienen consecuencias importantes en la incidencia e intensidad de la enfermedad. Los cultivos densos de las plantas por lo general aumentan la enfermedad, pero, en algunos casos, (es decir, con algunas enfermedades virales) pueden reducirla. La densidad de los cultivos puede ser alterada al manipular la relación las plantas o el espacio entre las filas.
7. La profundidad a la cual se plantan las semillas y los materiales de multiplicación pueden influir en la incidencia o intensidad de la enfermedad, situación que debe considerarse cuando se diseñan las estrategias para controlar las enfermedades.
A menudo, la siembra superficial es una práctica eficaz para el control de las enfermedades, ya que las plantas emergen rápidamente del suelo cuando no se han plantado con tanta profundidad.
8. Los períodos de barbecho a menudo son beneficiosos para reducir las pérdidas causadas por las enfermedades de las plantas, especialmente para las enfermedades del suelo. El barbechado generalmente es más eficaz si se combina con las rotaciones.
9. Por lo general, el fuego y el calor se reconocen como prácticas para el manejo de las enfermedades de las plantas. Las altas temperaturas producidas por la quema pueden eliminar el inócoylo de muchos agentes patógenos.
10. La agricultura tradicional ha utilizado extensivamente la práctica de la inundación para el control de los agentes patógenos de las plantas. Por ejemplo, en el sistema de los arrozales, además de sus beneficios agronómicos diversos, desempeña un papel fundamental en la reducción de importantes enfermedades del suelo.
11. La aplicación de mulch reduce las enfermedades de las plantas, ya que disminuye que el suelo sea salpicado por las lluvias, influye en el contenido de humedad del suelo y en la temperatura del mismo, y aumenta las actividades microbiológicas, que extinguen los agentes patógenos de las plantas.
12. Es difícil generalizar, con algún grado de precisión, el manejo de las enfermedades mediante la utilización de los cultivos múltiples. Las recomendaciones respecto a los cultivos múltiples deberían probarse en forma minuciosa, ya que muchas veces será necesario hacerlas en terreno.
13. Durante siglos, los sistemas de estratos múltiples existieron en las áreas tropicales sin problemas importantes de enfermedades. La manipulación en forma combinada de la arquitectura de las plantas y la sombra, el uso de variedades locales, la diversidad de especies en sistemas de estratos múltiples, podrían ser ejemplos útiles para otras áreas en los trópicos.
14. Los campos elevados, las camas de realce, los canales y otros sistemas fueron ampliamente utilizados por los agricultores tradicionales durante milenios. Otros beneficios importantes de estos sistemas son: un mejor drenaje y riego, un aumento en la fertilidad y el control de las heladas. El hecho de sembrar en suelos elevados por sobre la superficie del suelo, también es una práctica importante para el manejo de las enfermedades relacionadas con los agentes patógenos del suelo.
15. El uso de la rotación se debería investigar y ser utilizado en forma cuidadosa en los esquemas diseñados para ayudar a los agricultores tradicionales, pero teniendo en cuenta que el valor de la rotación de cultivos para el manejo de enfermedades determinadas, es para una localidad específica.
 Manejo y conservación in-situ de recursos genéticos de los cultivos
Los agroecosistemas tradicionales son genéticamente diversos, pues contienen poblaciones variables y adaptadas, y también especies silvestres emparentadas de los cultivos (Harlan 1976). Las poblaciones de variedades nativas consisten en combinaciones de líneas genéticas, todas las cuales están razonablemente adaptadas a la región en la cual se desarrollaron, pero que difieren en cuanto a la reacción frente a las enfermedades y a los insectos plaga. Algunas líneas son resistentes o tolerantes a algunas razas nativas de agentes patógenos y a algunas otras (Harlan 1976). La diversidad genética resultante otorga, por lo menos, una resistencia parcial a las enfermedades que son inherentes a determinadas líneas del cultivo, y permite que los agricultores exploten diferentes microclimas obteniendo usos múltiples a partir de la variación genética de una especie determinada.
Los agricultores andinos cultivan 50 variedades de papas en sus campos y tienen un sistema taxonómico especial para clasificar las papas (Brush et al. 1981). De igual modo, en Tailandia e Indonesia, los agricultores mantienen una diversidad de variedades de arroz que se adaptan a una extensa gama de condiciones ambientales. Las pruebas indican que las taxonomías populares se tornan más relevantes a medida que las áreas se vuelven más marginales y riesgosas. En Perú, por ejemplo, a medida que aumenta la altitud, aumenta también, constantemente, el porcentaje de variedades nativas de papas. En el sudeste de Asia, los agricultores siembran variedades modernas de arroz semienano durante la estación seca y siembran variedades tradicionales durante la estación del monzón; así, toman ventaja de la productividad de las modernas variedades regadas durante los meses secos, y de la estabilidad de las variedades nativas en la estación húmeda, época en la que generalmente surgen las plagas (Grigg 1974). Clawson (1985) describió varios sistemas en los que los agricultores tradicionales de las zonas tropicales siembran variedades múltiples de cada cultivo, lo que proporciona una diversidad intra e inter específica; aumentando, de este modo, la seguridad de la cosecha.
 Varias plantas dentro del sistema de cultivo tradicional o cercanas a éste son especies silvestres emparentadas con las plantas de cultivo. Así, mediante la práctica de cultivo semienmalezado, los agricultores han aumentado, involuntariamente, el flujo de genes entre los cultivos y sus especies emparentadas (Altieri y Merrick 1987). Por ejemplo, en México, los agricultores permiten que los teosintes permanezcan dentro o cerca de los campos de maíz, de manera que se produzca el cruzamiento natural cuando el viento polinice el maíz (Wilkes 1977). Mediante esta asociación continua, se han producido equilibrios medianamente estables entre los cultivos, las malezas, las enfermedades, las prácticas culturales y los hábitos humanos (Bartlett 1980). Los equilibrios son complejos y difíciles de modificar sin trastornar el balance, lo que podría provocar una pérdida de los recursos genéticos. Por esta razón, Altieri y Merrick (1987) han sostenido el concepto de la conservación in-situ de muchas variedades nativas de tierra y especies silvestres emparentadas. Ellos argumentan que la conservación in-situ de la diversidad nativa de los cultivos sólo se logra mediante la preservación de los agroecosistemas bajo un manejo tradicional, y, aún más, sólo si dicho manejo está guiado por el conocimiento local de las plantas y de sus necesidades (Alcorn 1984).
 Muchos campesinos utilizan y preservan los ecosistemas naturalizados (bosques, laderas, lagos, tierras de pastoreo, pantanos, etc.) dentro o cerca de sus propiedades.
Estas áreas proporcionan valiosos complementos alimenticios, materiales de construcción, medicinas, fertilizantes orgánicos, combustibles y elementos religiosos (Toledo 1980). A pesar de que la recolección, normalmente, ha sido asociada con la pobreza (Wilken 1969), pruebas recientes indican que esta actividad esta muy relacionada con una fuerte tradición cultural. Además, la recolección de la vegetación tiene una base económica y ecológica, ya que las plantas silvestres proporcionan un insumo importante para la economía de subsistencia, especialmente cuando la producción agrícola es baja, debido a desastres naturales u otras circunstancias (Altieri et al. 1987). De hecho, en muchas regiones semiáridas de Africa, los campesinos y los grupos tribales mantienen su nivel nutricional, incluso en tiempos de sequía, gracias a la recolección (Grivetti 1979). La recolección también es prominente entre los cultivadores migratorios, cuyos campos están espaciados a través del bosque.
Muchos agricultores recolectan plantas silvestres para la comida familiar mientras andan por los campos (Lenz 1986). La recolección también es frecuente en el bioma desértico. Por ejemplo, los indios Pima y Papago del Desierto de Sonora abastecen la mayor parte de sus necesidades de subsistencia con más de 15 especies de leguminosas silvestres y cultivadas (Nabhan 1983). En condiciones tropicales húmedas, la obtención de recursos del bosque primario y secundario es aun más impresionante.
Por ejemplo, en la región de Uxpanapa de Veracruz, México, los campesinos locales explotan alrededor de 435 especies de plantas silvestres y animales, de las cuales 229 se utilizan como alimento (Toledo et al. 1985).
Ejemplos de sistemas tradicionales de explotación agrícola
Cultivo de arrozales en el Sudeste de Asia
Bajo la simple estructura del monocultivo del arroz (sawah) subyace un complejo sistema de controles naturales inherentes y una diversidad genética de cultivos (King 1971). A pesar de que dichos sistemas prevalecen más en el Sudeste Asiático, los agricultores de arroz de las altiplanicies en las zonas tropicales de América Latina también cultivan una serie variedades de arroz sensibles a los fotoperíodos y adaptadas a las diferentes condiciones ambientales. Estos agricultores regularmente intercambian semillas con sus vecinos, por que observaron que toda variedad comienza a sufrir problemas de plagas si se cultiva en forma continua en la misma porción de tierra y durante muchos años. La diversidad temporal, espacial y genética que resulta de las variaciones de predio a predio en los sistemas de cultivo otorga, por lo menos, una resistencia parcial al ataque de plagas. Dependiendo del grado de diversidad, las interacciones de las cadenas alimenticias entre las plagas de insectos del arroz y sus numerosos enemigos naturales en los arrozales, pueden tornarse muy complejas y, por lo general, tienen como resultado una población de insectos baja, pero estable (Matteson et al. 1984).
 El ecosistema del arroz, el cual ha existido por mucho tiempo comprende también diversas especies de animales. Algunos agricultores permiten que bandadas de patos domésticos busquen afanosamente los insectos y malezas existentes en los arrozales.
 Muchos agricultores permiten la presencia de malezas acuáticas, las que cosechan como alimento (Datta y Banerjee 1978). Con frecuencia, se pueden encontrar arrozales en los que los agricultores han introducido algunas parejas de peces prolíferos (tales como la carpa común, Sarotherdon mossambicus). Cuando se deja escurrir el agua para cosechar el arroz, los peces se mueven hacia los canales o estanques cavados en las esquinas de los campos y, luego, se cosechan.
Las técnicas utilizadas para el cultivo de arroz/pez difieren considerablemente entre los países y entre las regiones. En general, la explotación de peces en los campos de arroz pueden clasificarse como de captura o de cultivo (Pullin y Shehadeh 1980). En el sistema de captura, los peces silvestres pueblan los arrozales inundados y se reproducen en ellos, siendo cosechados al final de la estación de cultivo de arroz. Los sistemas de captura ocupan un área mucho mayor que los sistemas de cultivo y son importantes en todas las regiones del Sudeste Asiático en donde se cultiva arroz. En el sistema de cultivo, el campo de arroz se siembra con peces. Este sistema, más adelante, se puede diferenciar en un cultivo coincidente, donde los peces se crían en conjunto con el cultivo de arroz y un cultivo de rotación, en donde los peces y el arroz se cultivan en forma alternada. Los peces también se pueden cultivar como un cultivo intermedio entre dos cultivos de arroz (Ardiwinata 1957).
Los agricultores tradicionales de arroz, por lo general, sólo producen un cultivo de arroz al año durante la estación húmeda, incluso cuando el agua de riego se puede utilizar en cualquier momento. Esta práctica es, en parte, un intento para evitar el daño producido por cogolleros del arroz. Por el resto del año, la tierra puede estar en barbecho y puede ser pastoreada por animales domésticos. Este barbecho anual en conjunto con el estiércol de los animales en pastoreo, las malezas y el rastrojo enterrado en el suelo son suficientes para mantener un rendimiento aceptable de arroz (Webster y Wilson 1980).
 Como alternativa, los agricultores pueden seguir el cultivo de arroz con otros cultivos anuales en el mismo año, siempre que existan lluvias y agua de riego adecuadas.
Es común sembrar hileras alternativas de cereales y leguminosas, ya que los agricultores creen que este sistema aprovecha los recursos del suelo en forma más eficaz. Los compost y abonos en avanzada descomposición se aplican a la tierra para que proporcionen nutrientes para los cultivos en crecimiento. Sembrar caupíes y frijoles mung en rastrojos de arroz establecidos reduce los daños producidos por la mosca del frijol, por los trips y por los saltahojas, ya que el mulch interfiere en su habilidad para encontrar a su huésped (Matteson et al. 1984).
El microambiente del sawah (arroz inundado) también ayuda al cultivador de arroz húmedo para producir constantes cosechas de cultivos en el mismo campo, año tras año. Primero, el sawah cubierto por el agua esta protegido de las altas temperaturas y del impacto directo de la lluvia y de los vientos fuertes, reduciendo, así, la erosión del suelo. Segundo, la gran cantidad de agua reduce el movimiento vertical de esta, lo que reduce la lixiviación de nutrientes. Tercero, tanto el agua para la inundación como para el riego trae cieno en suspensión y otros nutrientes en la solución, lo que renueva la fertilidad del suelo cada año. Cuarto, el agua en los sawahs contiene Azolla spp. (una asociación simbiótica de helechos y algas verde azuladas), la que promueve la fijación del nitrógeno, alcanzando hasta 50 kg. por hectárea de nitrógeno.
 Agricultura tradicional de Java
En Java, Indonesia, muchos sistemas agrícolas tradicionales combinan cultivos y/o animales con cultivos de árboles o frutales y/o forestales. Algunos de estos son sistemas agroforestales y se pueden agrupar en dos tipos principales (Marten 1986):
Talun-kebun. Este es un sistema agrícola indígena que pareciera haber derivado del cultivo migratorio. Por lo general, se compone de tres etapas: kebun, kebun campuran y talun; cada una de las cuales tiene un función diferente. En la kebun, primera etapa, por lo general se siembra una mezcla de cultivos anuales. Esta etapa es económicamente valiosa, ya que la mayor parte de los cultivos se venden. Después de dos años, las plántulas de los árboles han comenzado a crecer en el campo y hay un espacio menor para los cultivos anuales. En este momento, la etapa kebun evoluciona gradualmente hacia una etapa kebun-campuran, en donde los anuales se mezclan con perennes a medio crecer. Esta etapa también tiene valor económico pero también fomenta la conservación del agua y del suelo. Después de cosechar los anuales, el campo, por lo general, se abandona por dos o tres años para que sea dominado por los perennes. Esta tercera etapa es conocida como talun, y también tiene valor económico y biofísico.
 Después de que el bosque se ha despejado, la tierra se puede plantar para el huma (arroz de secano) o sawah (arroz húmedo), dependiendo de si hay agua para el riego.
 En forma alternativa, la tierra se puede cambiar directamente a kebun mediante la siembra de una mezcla de cultivos anuales. En algunas regiones, la kebun se desarrolla después de haber cosechado el huma, cambiando el arroz de secano por cultivos anuales. Si la etapa kebun se siembra con cultivos de árboles o bambú, se torna kebun-campuran (huerto mixto), que después de varios años estará dominado por perennes tornándose luego en talun (huerto de cultivos perennes). Es usual encontrar sistemas talun-kebun con 112 especies de plantas. De estas plantas, alrededor del 42% proporciona material de construcción y madera combustible; el 18% son árboles frutales; 14% son hortalizas; y el resto constituye ornamentos, plantas medicinales, especias y cultivos comerciales.
 Pekarangan (huerto familiar). El pekarangan es un sistema integrado de personas, plantas y animales con límites definidos y una combinación de cultivos anuales, perennes, y animales alrededor de una casa. El sistema talun-kebun se convierte en un pekarangan cuando una casa se construye sobre éste. En vez de sacar los árboles para cultivar, como en el tipo talun-kebun, los árboles del huerto doméstico se conservan como una fuente permanente de sombra para la casa y para el área cercana a ella, y los cultivos en el huerto familiar se siembran bajo los árboles.
Un huerto familiar típico tiene una estructura vertical de año en año, aunque pueden ocurrir algunas variaciones estacionales. El número de especies e individuos es mayor en el estrato más bajo y disminuye con la altura. El estrato más bajo (menos de un metro de altura) está dominado por plantas alimenticias como especias, camotes, taro, Xanthosoma, pimiento, berenjenas y leguminosas. El siguiente estrato (de uno a dos metros de altura) también está dominado por plantas alimenticias como el ganyong (Canna edulis), Xanthosoma, la yuca y el gembili (Dioscorea esculenta).
En el siguiente estrato (de 2 a 5 metros) predominan los plátanos, los papayos y otros árboles frutales. En el estrato de 5 a 10 metros de altura también predominan los árboles frutales como, por ejemplo, el guanábano, el manjea, el pisitan (Lansium domesticum), el guayabo, manzano de montaña y otros cultivos comerciales como el clavero. La capa más alta (10 metros) está dominada por los cocoteros y por los árboles para la producción maderera como Albizzia y Parkia. El efecto total es una estructura vertical parecida a un bosque natural, una estructura que optimiza el uso del espacio y de la luz solar. Las plantas más comunes en el tipo pekarangan son la yuca (Manihot esculenta) y el ganyong (Canna edulis). Ambas tienen un alto contenido calórico y son importantes como substitutos del arroz.
Existen agrupaciones determinadas de plantas en los huertos domésticos. Por ejemplo, dondequiera que exista el gadung, el petai (Parkia speciosa), kemlakian y rambután, posiblemente el guayabo (Psidium guajava) y el suweg (Amorphophalus campanulatus) también estarán presentes.
Una importante asociación de plantas consiste en rambután (Nephelium lappaceum), kelor (Moringa pterygosperma), el rosal (Rosa hybrida), mangkokan (Polyscias scutelaria), gadung (Dioscorea hispida) y el toronjo (Citrus grandis).
 Cada una de las plantas que forma parte de la asociación le proporciona algo útil al agricultor. El fruto del rambután se vende y es comestible; el kelor se utiliza como hortaliza y también se cree que es una planta mágica; el rosal se cultiva por placer; el mangkokan se cultiva como una planta estética y, ocasionalmente, se utiliza para cercos y para tónicos capilares; el gadung es una planta alimenticia que también se puede utilizar como indicador meteorológico, pues la temporada lluviosa, por lo general, comienza poco tiempo después de que sus hojas empiezan a crecer; el toronjo tienen una función similar y cuando sus frutos comienzan a crecer, empieza la temporada de cultivo anual de plantas. Estos indicadores meteorológicos y de la temporada de siembra son importantes, pues muchos agricultores piensan que las fallas agrícolas se deben, principalmente, a las temporadas de siembra inadecuadas.
El ganado es un componente importante de este sistema de agroforestería, especialmente, las aves de corral, pero también las ovejas que pastorean libremente o aquellas que están encerradas en galpones y que son alimentadas con el forraje recolectado de la vegetación. Los animales desempeñan una función importante en el reciclaje de los nutrientes. Los estanques de peces, que son alimentados con desechos animales y humanos, también son comunes.
 Huertos frutales mixtos de México
Los sistemas de árboles mixtos o huertos familiares también son comunes en las llanuras de las zonas tropicales de México, donde constituyen una forma de agricultura común, poco investigada. Dichos sistemas abarcan la siembra, el trasplante, el manejo y la protección de una variedad de especies útiles (desde los árboles de follaje de gran altitud hasta las viñas que cubren el suelo y aquellas trepadoras) para la cosecha de diversos productos forestales, incluyendo leña, alimento para la casa y para los sectores comerciales, medicinas y materiales de construcción (Gliessman 1990).
 Los huertos familiares en México son pedazos de tierra que comprenden una casa rodeada o adyacente a una zona para cultivar una variedad de especies de plantas y, a veces, para criar ganado. También se los conoce como huertos de cocina, huertos de patio de entrada, huertos domésticos o solares. El huerto doméstico representa las necesidades y los intereses de una familia, pues proporciona alimentos, forraje, leña, productos comerciales, materiales de construcción, medicinas y plantas ornamentales para la familia; o bien, para la comunidad local. Muchos de los árboles más comunes son aquellas mismas especies que han sido encontradas en los bosques naturales cercanos, pero se han incorporado especies nuevas como el papayo (Carica papaya), el guayabo (Psidium sp.), el plátano (Musa spp), el limón (Citrus limon) y el naranjo (Citrus aurantium). Una serie de especies indígenas y exóticas de hierbas, arbustos, viñas y epífitas se cultivan, ya sea en lugares con poca luz o bajo la sombra de los árboles. Las plántulas de las especies silvestres útiles traídas al huerto por el viento o por los animales, por lo general, no necesitan ser desmalezadas y, en forma subsiguiente, son integradas al sistema del huerto doméstico.
Una de las características más sorprendentes de los actuales pueblos Mayas en la Península de Yucatán es la riqueza floral de sus huertos familiares. En un estudio de estos en el pueblo de Xuilub, se encontraron 404 especies, casi un tercio de las 1.120 especies que se conocen en todo el estado. Los huertos domésticos también proporcionan ambientes diversos donde pueden vivir muchas especies silvestres de animales y plantas, a pesar de que la diversidad de especies depende del tamaño y del grado de manejo de los huertos. El promedio de los terrenos familiares varía entre los 600 m2 y los 6.000 m 2. Considerando que la mayoría de las familias en las comunidades rurales de la Península de Yucatán tienen algún tipo de huerto, las prácticas locales tradicionales del manejo de los huertos ya han contribuido a la cubierta forestal de la península y tienen el potencial para contribuir aún más (Gliessman 1990).
Agricultura migratoria
La agricultura migratoria también se denomina agricultura de tala, tumba y quema o agricultura de corte y quema, y, por lo general, se la define como un sistema agrícola en el que parcelas desbrozadas se siembran durante algunos años con cultivos anuales o perennes de corto plazo y luego se deja en barbecho por un período mayor que el de cultivo. Las condiciones que limitan la cosecha de cultivos tales como la pérdida de fertilidad del suelo, las malezas o el brote de plagas, se superan durante la época de barbecho y, después de algunos años, la zona está lista para ser desbrozada nuevamente para su cultivo. Así, dichos sistemas abarcan unos pocos años de cultivo que alternan varios años de barbecho para regenerar la fertilidad del suelo. Comúnmente existen tres tipos de barbecho: el barbecho forestal (de 20 a 25 años), el barbecho de arbusto (de 6 a 10 años) y el barbecho de pasto (menos de 5 años).
 Dentro de las zonas tropicales del Africa, el cultivo migratorio es el más importante.
En Asia y en las zonas tropicales de América, se practica por personas pobres que viven en áreas rurales remotas, donde la falta de caminos impide el desarrollo de los mercados para los cultivos comerciales. En el sur y sudeste de Asia, alrededor de 50 millones de personas son cultivadores migratorios, cultivando 10 a 18 millones de hectáreas cada año. Con el desarrollo gradual del cultivo de arroz en las tierras bajas, el cultivo migratorio se ha retirado a áreas montañosas que son inapropiadas para los arrozales. En las regiones tropicales del continente americano, el cultivo migratorio se practicó desde antes del año 1.000 A.C. En las regiones más secas de las zonas tropicales de México, el cultivo se basa en maíz, frijol, calabaza; y en las llanuras más lluviosas en tubérculos, yuca y camote (Norman 1979). Las características del cultivo migratorio incluyen (Grigg 1974):
• El tamaño y número de los terrenos manejados por cada familia varía con la fertilidad del suelo, densidad de la población, duración del barbecho y el nivel de comercialización.
• Puede o no requerir un cambio de domicilio.
• La tenencia de la tierra, por lo general, es comunal y la mayoría de los agricultores tienen acuerdos cooperativos para trabajar la tierra, especialmente para desbrozar la vegetación.
• Los métodos de cultivo se basan en la fuerza animal y humana, que se caracteriza por herramientas manuales.
• El ganado no desempeña un papel fundamental.
• Una vez que los cultivos han sido sembrados, se cultivan y manejan poco.
• Por lo general, la fertilidad del suelo se mantiene con abono animal, pero, principalmente, con los nutrientes proporcionados por la ceniza y la vegetación en descomposición. En condiciones húmedas cálidas, la descomposición relatvamente rápida del mulch proporciona beneficios de reciclaje de los nutrientes, mientras se protege la superficie del suelo y se aumenta la cantidad de materia orgánica del mismo (Thurston 1991).
 En el cultivo migratorio, es común cortar un sector del bosque y quemarlo para liberar los nutrientes y eliminar las malezas. Una combinación de cultivos a corto plazo, a veces seguidos por cultivos perennes, se cultiva hasta que el suelo pierda su fertilidad y hasta que la competencia de las especies de plantas sucesoras sea intensa.
 Entonces el agricultor prepara un nuevo campo y el antiguo retorna al barbecho a largo plazo. Durante el período de barbecho, se almacenan grandes cantidades de nutrientes en la biomasa de las plantas. Dichos nutrientes se liberan cuando la vegetación de barbecho se quema para desbrozar la tierra para el ciclo de cultivo siguiente (Rutenberg 1971). Donde la tierra es abundante pero los recursos escasos, por lo general, se dice que este es un sistema muy eficaz y estable que ha sustentado a las familias agrícolas durante muchas generaciones. Debido a la reciente presión de la población, a la presión de la pobreza y a los factores como el crecimiento de la maleza y la disminución de la fertilidad del suelo, el ciclo de barbecho se ha reducido de un período muy favorable de 20 a 30 años a un período que sólo dura 5 años, lo que, muchas veces, ha causado pérdidas del suelo y un agotamiento de los nutrientes.
 Los ciclos a corto plazo continuarán existiendo y se desbrozará más tierra sino se producen importantes cambios sociales y económicos, entre ellos, la redistribución de la tierra.
A pesar de que durante los períodos de barbecho, por lo general, se presentan generaciones desordenadas de especies, en algunas partes de las zonas tropicales húmedas, los agricultores intencionalmente retienen algunas especies como: Acioa baterii, Anthonata macrophylla y Alchornia sp. Los árboles pequeños sólo se podan y las ramas grandes se guardan para que sirvan como estaca para los cultivos. Las puntas que han sido cortadas se esparcen por los suelos y se queman. Así, el barbecho de arbusto tiene una función doble: sirve como estaca y recicla los nutrientes (Nye y Greenland 1961). La distinción entre un terreno agrícola y el bosque maduro adyacente en las zonas tropicales húmedas puede que no sea tan evidente como en las regiones templadas. En vez de ser categorías diferentes de vegetación, las milpas (pequeños campos desbrozados) y las manchas forestales maduras constituyen etapas diferentes del proceso cíclico de la agricultura migratoria. Incluso la vegetación madura es parte de un sistema de manejo más extenso que comprende el ahorro de árboles en la milpa y la protección y el cultivo de especies de plantas útiles durante el recultivo de las manchas forestales. Dichas manchas forestales, en conjunto con las otras áreas que no se han desforestado y donde la vegetación madura está protegida o donde las especies arbóreas útiles se han fomentado o trasplantado, pueden considerarse como huertos forestales, bosques manejados o bosques modificados.
 Se ha especulado que los barbechos de arbustos son potencialmente valiosos para controlar los insectos. La gran diversidad de cultivos que se siembra en forma simultánea en el sistema de cultivo migratorio ayuda a prevenir la formación de plagas en las plantas relativamente aisladas de cada especie. El aumento de las poblaciones de parasitoides y depredadores, la disminución de la reproducción y colonización de las plagas, la repelencia o enmascaramiento por productos químicos, la inhibición de la alimentación de insectos por plantas no huéspedes, la prevención del movimiento de las plagas o la estimulación de la emigración de las mismas y la óptima sincronía entre las plantas y sus enemigos naturales son factores temporales y espaciales que se presumen importantes para la regulación de plagas en los policultivos. La sombra de los fragmentos forestales, que aún existen en los nuevos campos, unida con un dosel parcial de especies arbóreas de frutas, nueces, leña, medicina y/o de madera elaborada, reducen las poblaciones de malezas intolerantes a la sombra y proporcionan huéspedes alternativos para los insectos benéficos (o, a veces, nocivos). Desbrozar terrenos relativamente pequeños en una matriz de vegetación forestal secundaria permite una fácil migración de los agentes de control naturales existentes en la selva circundante (Matteson et al. 1984).
El sistema Nkomanjila de los cultivadores migratorios de Nyhia
Este es un típico sistema de cultivo migratorio y comprende un ciclo de tala y quema de un bosque, cultivo y barbecho (King 1978). Los cultivadores de Nyhia prefieren un bosque secundario o virgen, compuesto de árboles específicos tales como el Brachystegia spp. y la Acacia macrothyrsa. Al quemar el nkomanjila, la madera talada se estaca alrededor de los troncos de los árboles y se quema justo antes del período lluvioso. Si queda mucho material sin quemar, éste se recolecta y se vuelve a quemar. Después de un mes, tiempo durante el cual se preparan otros campos, se siembran los cultivos. Antes de la siembra, la ceniza de los árboles quemados se esparce en forma pareja con un azadón por todo el campo, y las malezas se incorporan al suelo con la misma herramienta. Las semillas se siembran al voleo y se azadonean levemente.
El nkomanjila debe desmalezarse, por lo general, una vez o dos veces. Las mujeres son las encargadas de desmalezar y de cosechar, mientras que los hombres talan, queman y realizan parte del azadoneo inicial. Después de la cosecha, los cultivos se secan al sol y, luego, se almacenan.
En los sistemas de cultivo intercalado, los cultivos de nkomanjila incluyen el mijo, el sorgo perenne, leguminosas (incluyendo Cajanus, frijol Lima y caupí) y cucurbitas, (incluyendo calabazas y cabalacines).
La secuencia estándar de cultivo en nkomanjila es la combinación de mijo/sorgo el primer año, seguido por retoño de sorgo el segundo año. Una porción del primer año se puede sembrar con una variedad de mijo de maduración temprana. El segundo año de retoño de sorgo (lisala) está virtualmente abandonado excepto para la cosecha.
 Tradicionalmente, la secuencia de cultivo terminaba aquí y el campo se abandonaba para el barbecho. Sin embargo, hoy en día, se necesitan tantas hectáreas para la producción de alimentos que estas secuencias de cultivo tan largas ya no son posibles.
 La secuencia bianual del nkomanjila se pueden repetir. Por otra parte, si el rendimiento de mijo durante el primer año es bueno, se podría reiniciar el patrón básico en el segundo año. Una vez que se abandona el nkomanjila (lo que se puede deber al crecimiento de maleza o a una baja fertilidad del suelo), se permite que la tierra descanse durante cinco a siete años. Dada la densidad poblacional de Africa, el sistema nkomanjila ya no es posible, puesto que los agricultores ya no pueden sustentar largos períodos de barbecho. Como resultado del cultivo y la quema frecuente, un sistema de cultivo que comprende un terreno baldío dominado por el pasto ha reemplazado a terrenos caracterizados por una cubierta de bosque.
El sistema Nkule. El sistema nkule es la alternativa de pradera que existe para el sistema nkomanjila (king 1978). Las técnicas utilizadas en el cultivo nkule, se pueden aplicar tanto para las comunidades de pasto de terreno elevado, que tienen como resultado los campos conocidos con el nombre de nkule como en elevaciones mayores, donde se los conoce como ihome. Los indicadores del método nkule son los pastos altos del genero Hyparrhenia y Trachypogon spicatus. La característica distintiva del sistema nkule es que la turba y el suelo se amontonan sobre el pasto, que luego se quema bajo el suelo aporcado. El maíz y las cucurbitáceas se siembran bajo el aporque. En Diciembre, estos aporques alrededor de dichos cultivos se azadonean.
 La ceniza y el suelo quemado se esparcen y luego se siembra el mijo. El campo requiere dos desyerbas, una durante la preparación de las camas para el semillero y, una segunda, durante la estación de crecimiento. El cultivo del mijo se cosecha y se guarda bajo el sistema nkomanjila. En los campos ihombe, los montones se forman y luego se queman; sin embargo, el mijo es el único cultivo que se siembra después de que se han esparcido los montones.
 En el sistema nkule es importante quemar tanto la materia vegetal como la superficie del suelo. Por lo general, la pradera baldía se labra durante el período seco para romper el pasto que, luego, se incorporará mediante un azadón a los aporques. El estiércol de las vacas se pone en el lado barlovento del montón y se quema. El suelo y la turba en el aporque se esparce con azadón lentamente sobre el estiércol en llamas hasta que toda la materia orgánica se haya quemado.
 La diferencia importante entre los campos nkule y ihombe es que, en el nkule, los cultivos, por lo general, siempre están en crecimiento; mientras que el ihombe sólo se utiliza durante un año y es barbechado, por lo menos, durante tres años. En los campos nkule de terrenos elevados, la secuencia de los cultivos es tan variada como después del nkomanjila. Sería preferible que un campo nkule de terrenos elevados se rotará con leguminosas/granos durante dos a cuatro años y luego se le dejara descansar durante uno o dos años. Ahora, muchos campos nkule se cultivan durante seis o más años. Al igual que en el nkomanjila, la secuencia del cultivo finaliza con la yuca, aunque la rotación trigo/frijoles pareciera ser viable durante un largo período de tiempo.
Ocasionalmente, un campo ihombe será sembrado con mijo durante el segundo año, y si está en el margen, será preparado con azadón para siembras de frijoles y maní. Si un segundo cultivo de mijo (o de otros cultivos) no tiene éxito, puede que esto se deba a una falta de micronutrientes en los campos ihombe o a alteraciones en la estructura del suelo. Cuando los suelos se cultivan de manera continua, se puede acumular hierro en el suelo, lo que impediría el drenaje en los años siguientes. Un barbecho de corta duración podría revertir esta situación.
 Sistema del «Frijol Tapado» en América Central
El «Frijol tapado» es un sistema agrícola tradicional que se utiliza para producir frijoles en las áreas de elevación intermedia de América Central, en laderas con pendiente y donde el régimen de lluvias es alto; lugar donde se cultiva la mayoría de los frijoles. Este sistema fue originalmente ideado por los habitantes indígenas de América Central y es una de las pocas tecnologías agrícolas que ha sido traspasada a los colonizadores españoles. Para comenzar con el proceso, los agricultores eligen un terreno baldío de dos a tres años de vida, de manera que la vegetación leñosa predomine sobre los pastos. Si el período de barbecho es inferior a dos años, entonces los pastos dominarán sobre las plantas de frijoles en crecimiento y la fertilidad del suelo no se habrá restablecido totalmente desde la última cosecha. En seguida, se abren caminos a través del campo con machetes. Luego, las semillas del frijol se lanzan sobre la vegetación de barbecho o se siembran al voleo. Finalmente, la vegetación de barbecho con la semilla de los frijoles se corta con el fin de obtener un mulch, que se deja descomponer para que proporcione los nutrientes para la plántula del frijol en maduración. La cosecha se realiza aproximadamente 12 semanas después de que se ha sembrado al voleo. En Costa Rica, se calcula que entre un 60% y un 70% de los frijoles del país se cultivan mediante el sistema «Frijol tapado». Debido a los bajos costos, dicho sistema tiene una taza de rentabilidad más alta, comparado con otros métodos que tienen un uso más intenso de mano de obra y productos químicos.
 El sistema del tapado permite una producción de frijol tanto para el consumo doméstico como para obtener dinero, con el fin de complementar los bajos ingresos durante los duros períodos financieros. Los beneficios eficaces en función de los costos comprenden: 1) no hay necesidad de productos químicos agrícolas costosos ni potencialmente tóxicos como los fertilizantes y pesticidas y 2) exigencia de mano de obra relativamente baja. La erosión del suelo se reduce al mínimo, debido a una cubierta vegetal continua que evita la exposición del suelo desnudo a las duras lluvias.
 La alternativa existente para el sistema del tapado es el método espequeado, donde los agricultores siembran los frijoles en el suelo desnudo con una vara. En comparación con el tapado, el sistema espequeado tiene un costo de producción mayor, por lo tanto, una taza de rentabilidad menor. Dicho sistema requiere productos químicos y una mano de obra más elevada, lo que implica un gasto mayor. Los pequeños agricultores no tienen acceso al dinero y al crédito requerido para comprar los productos químicos agrícolas que se necesitan. Aún no existe una asistencia técnica apropiada. Una puesta en marcha incompleta de las pautas determinadas por los organismos agrícolas del gobierno para el sistema espequeado, puede tener como resultado una degradación del suelo y una baja en la productividad. Una consecuencia económica del uso parcial del sistema espequeado por parte de los pequeños agricultores, sería la pérdida de dinero. Los organismos agrícolas del gobierno están promoviendo este sistema por sobre el tapado, debido a que se calcula que el espequeado tienen una producción mayor por hectárea; no obstante, esto no ha sido determinado por la literatura. Además, pareciera que las plagas son un problema mayor en el sistema espequeado.
 Los investigadores que estudian y promueven el sistema de mulch el cual es similar al frijol tapado de América Central, señalan las siguientes ventajas para los agricultores (Thurston et al. 1984):
1. El sistema de mulch puede adicionar grandes cantidades de materia orgánica al suelo. Los frijoles Velvet (Stizilobium spp y Mucuna pruriens) comúnmente producen 50 t./ha de materia orgánica cada año. Estos mulch pueden también aportar grandes cantidades de nitrógeno al suelo. Por ejemplo los frijoles Velvet pueden producir 150 kg. N/ha y Lathyrus nigrivalvis mucho más. La combinación de materia orgánica y nitrógeno ha significado que los agricultores usen varios sistemas de mulch y producir alrededor de 3 t./ha de maíz al año sin adicionar fertilizantes químicos.
2. Los mulch pueden reducir la cantidad de trabajo en el desmalezaje. En algunos casos se pueden eliminar las malezas secundarias y en otros eliminar las malezas para el segundo cultivo del maíz. Los agricultores en varias partes de América Central, Africa y Asia usan frijol Velvet para eliminar Cyperus rotundus y Imperata cylindrica, que son las malezas más agresivas.
3. Otra ventaja es conferida por el uso alternativo de estos cultivos. Los frijoles Velvet, el Lablab y L. nigrivalvis proveen un buen forraje. Los dos últimos pueden aguantar sequías y proveer alta calidad de forraje durante la estación seca. El frijol Velvet, el frijol Jack, el frijol Runner y el Lablab son altamente nutritivos, con grandes cantidades de proteínas, lo que los hacen aptos para ser consumidos por el hombre, ya que pueden ser preparados en diferentes formas.
Los frijoles Velvet por ejemplo pueden ser usados para hacer café, chocolate, pan y tortillas. Los Lablab pueden ser consumidos frescos o cocidos como otras leguminosas. En muchos casos, el consumo de estos frijoles, los cuales son un subproducto de la operación inicial, ha resultado en un mejoramiento sorprendente en la nutrición de los niños.
4. Otras ventajas que se pueden obtener dependen de las especies de mulch utilizadas.
Por ejemplo, los frijoles Velvet presentan un amplio espectrum contra nemátodos, lo que los hace útiles como nematicidas y las hojas del frijol Jack son utilizadas algunas veces para eliminar colonias de hormigas cortadoras de hojas.
Sistemas agropastorales
Los sistemas agrícolas que combinan la producción de animales y de cultivos varían a través de las zonas agroecológicas (McDowell y Hildebrand 1980). En las llanuras de Asia donde se cultiva arroz, los búfalos son componentes animales importantes, pues proporcionan: 1) tracción para el cultivo de los campos y 2) leche y carne para el consumo doméstico o para venderlas en el mercado. El ganado vacuno, las aves (principalmente pollos y patos) y los porcinos, por lo general, se crían en estos predios.
Su alimentación comprende: residuos de cultivos, malezas, hollejo, puntas de vegetales de raíces, bagazo, vainas y otros subproductos agrícolas. En las áreas montañosas, los porcinos, las aves, los búfalos y el ganado vacuno se crían en conjunto con arroz, maíz, yuca, frijoles y granos pequeños. En los sistemas de cultivo de las zonas tropicales húmedas de Africa predominan el arroz, los ñames y los plátanos (McDowell y Hildebrand 1980, Ruthenberg 1971). Las cabras y las aves son los animales predominantes. Las ovejas y los porcinos no son tan abundantes, aunque todavía son comunes. Su alimentación está compuesta de forraje de las tierras baldías, residuos de los cultivos, tubérculos desechados y viñas. Es común que los predios pequeños de América Latina incluyan combinaciones de cultivos de frijoles, maíz y arroz (McDowell y Hildebrand 1980, Ruthenber, 1971). El ganado vacuno es común y se conserva para obtener leche, carne y para utilizarlo como tracción. Los cerdos y las aves se crían como alimento, o bien, para venderlos. Los pastizales, residuos de los cultivos y forraje mantienen la producción de animales.
Los sistemas agropastorales producen muchos otros beneficios. De hecho, la incorporación del ganado en los sistemas agrícolas añaden otro nivel trófico al sistema.
 Los animales pueden alimentarse de los residuos de las plantas, las malezas y del barbecho, lo que produce un pequeño impacto en la productividad de los cultivos.
Esto es útil para convertir la biomasa inútil en proteína animal, especialmente en el caso de los rumiantes. Los animales reciclan el contenido nutritivo de las plantas, convirtiéndolo en abono y permitiendo una gama más amplia de alternativas de fertilización para el manejo de los nutrientes agrícolas. La necesidad de alimentos para los animales también amplía la base del cultivo para incluir especies que son útiles para la conservación del suelo y del agua. Las leguminosas, por lo general, se siembran para que proporcionen forraje de calidad y para que mejoren el contenido de nitrógeno en los suelos.
 Además de las interacciones agroecológicas con los cultivos, los animales desempeñan otras funciones importantes en la economía agrícola. Ellos producen ingresos provenientes de la carne, leche y fibra. El valor del ganado aumenta a través de los años y se puede vender para obtener dinero en tiempos de necesidad, o bien, se puede comprar cuando hay dinero (McDowell y Hildebrand 1980).
Agricultura/acuicultura integrada
En muchas zonas de Asia, el uso productivo de los recursos de la tierra y el agua han sido integrados a los sistemas agrícolas tradicionales. Los agricultores han convertido las tierras pantanosas en estanques separados por surcos cultivables. Un ejemplo lo constituye el sistema dique-estanque que ha existido en el sur de China durante siglos. Para crear o mantener los estanques, se extrae tierra del suelo, que se utiliza para reparar los diques que se encuentran a su alrededor. Antes de que éstos se llenen con el agua proveniente de los ríos y de las lluvias, el dique se prepara para la crianza de peces mediante una limpieza, sanitización y fertilización con insumos locales de cal viva, torta de semillas y abono orgánico. Los peces almacenados en el estanque comprenden varios tipos de carpas que se crían para el consumo doméstico y para la venta. En los diques se planta morena (mulberry), la que se fertiliza con barro de los estanques y regada manualmente con el agua de los estanques, rica en nutrientes. Las hojas de la morena sirven como alimento para los gusanos de seda; las ramas se utilizan como estacas para sostener las hortalizas trepadoras y como leña. Los gusanos de seda se crían en galpones para la producción de hilo. Sus excrementos, en combinación con los residuos de las hojas de la morena, se utilizan como alimento para los peces. Las plantas de caña de azúcar en los diques proporcionan azúcar. Las hojas tiernas se utilizan para alimentar a los peces y cerdos; y las hojas viejas, como sombra para los cultivos, como paja para los techos y como combustible; las raíces también se utilizan como combustible. El pasto y las hortalizas también se cultivan en los diques, con el fin de que proporcionen alimento para los peces y la familia.
Los cerdos se crían, principalmente, para que proporcionen abono, pero también para obtener carne. Estos se alimentan de las puntas de la caña de azúcar, de los subproductos de la refinación de ésta, de las plantas acuáticas y de otros desechos vegetales. Sus heces y orinas, al igual que el excremento humano, y los desechos provenientes de las casas, constituyen los insumos orgánicos principales que se arrojan al estanque de los peces (Ruddle y Zhong 1988).
Los sistemas integrados que incluyen acuacultura semi-intensiva son menos riesgosos para los agricultores de escasos recursos que las fincas intensivas de cría de peces, debido a que su eficiencia depende de los sinergismos entre los componentes del sistema, la diversidad de productos y la lógica ambiental. Muchos sistemas de acuacultura tradicional van más allá de la producción de peces y la generación de ingresos, ya que las lagunas y su biota llevan a cabo muchos servicios ecológicos, sociales y culturales en la finca integral. Por lo tanto, la acuacultura y el manejo del agua actúan como el motor que dirige la sustentabilidad del sistema de la finca.
Agricultura andina
Hace unos 3.000 y 4.000 años, una forma de vida nómada, de caza y de recolección en los Andes central fue suplantada por una economía agropastoral basada en la comunidad, sistema que aún prevalece a pesar de la competencia por la tierra entre las haciendas y las comunidades de campesinos (Brusch 1982). El impacto del complejo ambiente andino en la economía humana ha tenido como resultado arreglos de colonización y sistemas agrícolas verticales (Tabla 6.4). El patrón de verticalidad proviene de las diferencias climáticas y bióticas relacionadas con la altitud y la ubicación geográfica. La adaptación más importante del patrón de cultivo a estos apremios ambientales ha sido los sistemas de subsistencia: cultivos, animales y tecnología agropastoral, diseñada para producir una dieta adecuada con los recursos locales mientras se evita la erosión del suelo (Gade 1975).
 La evolución de la tecnología agraria en los Andes central ha generado un conocimiento extenso sobre el uso de los ambientes andinos. Este conocimiento afectó la división de los ambientes andinos en cinturones agroclimáticos ajustados según la altitud, cada uno caracterizado por prácticas de rotación de cultivos y campos específicos, terrazas y sistemas de riego y la selección de muchos animales, cultivos y variedades de cultivos (Brush et al. 1981). Existen alrededor de 34 cultivos diferentes: (maíz, quinoa, Amaranthus caudatus), leguminosas (frijoles, lupino, frijoles Lima), tubérculos (especies de papa, yuca, Arrachocha, etc.), frutas, condimentos y hortalizas.
 
Los cultivos principales son: maíz, chenopodiacem (Chenopodium quinoa y C. pallidicaule) y papas. Cada agricultor cultiva una gran cantidad de variedades de papas en sus campos, alrededor de 50, y sólo en una comunidad se pueden encontrar hasta 100 variedades con nombres locales. La mantención de esta amplia base genética es adaptable, puesto que reduce la amenaza de que se puedan perder los cultivos, debido a plagas y agentes patógenos específicos del cultivo (Brush 1982).
 Patrones de cultivo en los cinturones agroclimáticos. Los habitantes locales reconocen entre tres a siete cinturones agroclimáticos, los que se distinguen según altitud, humedad, temperatura, vegetación, tenencia de tierra, conjunto de cultivos y tecnología agrícola (Tabla 6.4). Existe una variación regional importante con respecto a los patrones de cultivo de cada cinturón. Por ejemplo, en las comunidades Amaru y Paru-Paru en el Cuzco, Perú, se pueden distinguir tres cinturones principales (Gade 1975). Los terrenos en el cinturón de maíz son levemente inclinados y se ubican entre los 3.400 y 3.600 metros. Dichos terrenos son regados y explotados en tres rotaciones alternativas de cuatro años: 1) maíz/haba, frijol/maíz/barbecho; 2) maíz/ maíz/papa o barbecho; y 3) papa y cebada/haba, frijol/maíz/maíz. El cinturón papa/ haba/cereales está compuesto por terrenos con pronunciadas laderas, los que se ubican entre los 3.600 y los 3.800 metros. Las papas se cultivan intercaladamente con cebada, trigo, habas y arvejas. En las zonas de secano existen dos rotaciones principales de cuatro años: 1) haba/frijoles/trigo/arvejas/cebada y 2) Lupinus mutabilis/ cebada/haba/barbecho. En las áreas de regadío, las rotaciones comunes son: 1) papa/ trigo/habas/cebada y 2) papa o C. quinoa/cebada /arvejas/barbecho. El cinturón papas amargas/pastizal es un cinturón frío ubicado sobre los 3.800 metros. Las rotaciones de secano en este cinturón, por lo general, comprenden un período de barbecho de cuatro a cinco años después de una secuencia de cuatro años de papa/Oxalis tuberosa y Ullucus tuberosus/U. tuberosus y Tropaeolum tuberosum/cebada.
Sistemas agrícolas tradicionales de Chile Mediterráneo
Los pequeños agricultores (campesinos) de Chile Mediterráneo hacen hincapié en la diversidad para utilizar los escasos recursos en forma más eficaz. Los sistemas agrícolas, por lo general, son empresas a baja escala e intensivas o empresas semicomerciales más extensivas.
 Sistemas intensivos a baja escala
Estos sistemas, rara vez, exceden una hectárea en tamaño; por lo tanto, generalmente no satisfacen todas las necesidades de alimentación en la familia. Todos los productos obtenidos se utilizan en el predio y las otras necesidades se compran con los ingresos provenientes del trabajo no relacionado con el predio. Es común que los campesinos produzcan una gran cantidad de cultivos y animales, y es usual, también, encontrar por lo menos 10 cultivos arbóreos, 10 a 15 cultivos anuales y 3 a 4 especies animales en un sólo predio.
 Dichos predios, por lo general, comprenden un parrón para obtener sombra y frutas, hierbas, plantas medicinales, flores, cultivos anuales para alimentación y cultivos arbóreos. Los animales más comunes en estos predios son conejos, pollos, que deambulan libremente, y patos; ocasionalmente se pueden encontrar unos pocos cerdos que se alimentan de los desperdicios de la cocina y de los residuos de los cultivos.
 
Por lo general, un cultivo anual intensivo utiliza sistemas sencillos de cultivo (se cultiva sólo durante la primavera y el verano); o bien, una secuencia de cultivo es aún más común (sembrar un segundo cultivo después de haber cosechado el primero).
 En ambos sistemas de cultivo, los campesinos pueden practicar la siembra intercalada.
Los sistemas comunes de siembra intercalada suponen maíz/frijol/ajo y/o cebolla en combinación con lechuga y col, y maíz/papas.
La Figura 6.4 describe un sistema muy complejo en la zona de la costa central. La tierra, que se caracteriza por un 25% de laderas, se divide en dos secciones. Una parte de ella se utilizó para cultivos anuales y para hierbas que se siembran en hileras paralelas al contorno del cerro. La otra para árboles frutales, diversas variedades de uvas, algunos árboles como el pino (Pinus radiata), el aromo (Acacia spp.), Datura spp. y un pequeño rodal de bambú y cactus (Opuntia spp.). Un cerco vivo de cipreses separa las dos secciones. Los pollos y conejos se crían en cajas ubicadas en el huerto; su abono, en conjunto con el aserrín, se utiliza para fertilizar los cultivos y los árboles.
 Además de los árboles frutales, se plantan Eucalyptus spp. para que sirvan como cerco vivo en la frontera más baja y para obtener leña y palos. Sin embargo, se recolecta más leña de los «espinos» nativos (Acacia cavens) que crecen de manera natural en las laderas sobre la propiedad.
 Bajo los árboles del huerto crecen algunas hierbas que se utilizan para fines medicinales o para mantener sanos a los pollos, como es el caso de la Ruda (Ruda tracteosa).
Según algunos campesinos, las presencia de esta planta en la zona de los pollos previene las enfermedades infecciosas de las aves. El Hinojo (Hinojo officinallis) se deja crecer libremente en los límites de las propiedades y, más tarde, su bejuco se utiliza para construir rejas o pequeñas rucas. El agua para el riego se obtiene desviando el flujo del canal que corre a lo largo del límite superior de la propiedad. Los campesinos plantan sauces (Salix spp.) a lo largo del canal con el fin de «sostener el suelo y prevenir que éste se deslice». Los sistemas de raíces penetrantes, en conjunto con el denso dosel de los otros árboles, proporcionan una buena protección del suelo en estos sectores de laderas.
 Sistemas semicomerciales extensivos. El tamaño de los predios semicomerciales varía entre las 5 y 20 hectáreas. Estos sistemas también varían; sin embargo, las combinaciones de cultivos y animales están diseñadas para aumentar la producción, pues así se obtiene un excedente comercializable. Al tener más tierra, el campesino dedica mucho de ésta a otras actividades más extensas como pastizales para el ganado y el cultivo de granos. La tierra adicional también proporciona más espacio para plantar árboles madereros. De esta forma, la mayoría de las necesidades domésticas se obtienen del predio.
 Es usual que los campesinos siembren cultivos según las preferencias de la comunidad local, con propósitos comerciales. Dichos cultivos, sin embargo, pueden ocasionar riesgos relativamente altos. Por este motivo, se protegen de este riesgo sembrando diversos cultivos menos variables o riesgosos como frijoles, zapallo, papas o maíz entre hileras de árboles frutales muy valiosos como duraznos, cerezos o manzanos.
La Figura 6.5 muestra el diseño de una explotación agrícola de 12 hectáreas, alrededor de 10 kilómetros al este de Temuco, en el sur de Chile, donde el campesino  equilibra su campo para obtener alimentos, vestuario, vivienda y capital. El predio consiste en una zona interplantada con cultivos anuales y árboles frutales, un huerto combinado con árboles frutales, con alrededor de cinco hectáreas de pastizal, dos a tres hectáreas de trigo y un rodal de pinos (Pinus radiata). El campesino cosecha aproximadamente 280 kg. de miel anuales proveniente de 26 colmenas; obtiene entre 10 y 12 litros de leche diaria de las tres vacas; de sus pollos recolecta entre 10 y 11 huevos al día; y del trigo obtiene toda la harina para hacer el pan. Los pinos se plantan para que proporcionen madera. La madera, de rápida combustión, también se utiliza para la construcción de la casa y de los graneros. El guano de los animales y los residuos de los cultivos se recolectan y apilan en un montón de compost para, más tarde, utilizarlos como fertilizante.
 
Agricultura en campos elevados
La agricultura en campos elevados es un antiguo sistema para la producción de alimentos, utilizado extensivamente por los Aztecas en el Valle de México y sus prevalentes en la zona de Mixquic cerca de la ciudad de México, aunque también se utilizaba en China, Tailandia y otras regiones para explotar los pantanos que rodeaban los lagos.
 Estas «islas» o plataformas de realce (desde 2,5 hasta 10 metros de ancho y hasta 100 metros de largo), también denominadas «chinampas» en la región azteca, eran construidas por lo general, con el barro que sacaban de los pantanos cercanos o de los lagos con poca profundidad. Los aztecas construían sus plataformas de hasta una altura de 0,5 hasta 0,7 metros sobre el nivel del mar y reforzaban los costados con columnas entrelazadas con ramas y árboles plantados a lo largo de las orillas (Armillas 1971). 
El suelo de las plataformas se enriquecía constantemente con la materia orgánica producida por la gran cantidad de plantas acuáticas, así como también con sedimentos y lodo del fondo de los canales. Una fuente principal de materia orgánica es, hoy en día, el jacinto de agua (Eichornia crassipes), capaz de producir hasta 900 kg. De materia seca al día por hectárea. Las chinampas, complementadas con cantidades relativamente pequeñas de abono animal, pueden autosustentarse. Los animales como los cerdos, pollos y patos se guardan en pequeños corrales y se alimentan de la basura o del exceso de producción de las chinampas. Su abono se vuelve a incorporar en las plataformas (Gliessman et al. 1981). Los agricultores concentran la producción de sus cultivos alimenticios principales en las chinampas. Esto incluye el policultivo tradicional de maíz/frijol/zapallo, el de yuca/maíz/frijol /pimientos/amarantos y el de los árboles frutales asociados con diversos cultivos de cobertura, arbustos o viñas.
Los agricultores también fomentan la crianza de peces en los cursos de agua.
En Asia, la agricultura de los campos elevados consiste en sistemas agrícolas de ganado/aves/peces. La vegetación acuática sirve de alimento para los animales y, a su vez, sus desechos se utilizan como fertilizante para los estanques de los peces. Un sistema agrícola común es el del cerdo/pez, donde se producen entre 2.00 y 5.000 kg. de pescado por hectárea cada seis meses. Existen alrededor de 60 cerdos por hectárea y la cantidad de peces varía entre los 25.000 y los 30.000 por hectárea (Pullin y
Shehadeh 1980).
 Conclusiones
Todos los agroecosistemas tradicionales descritos anteriormente han probado ser sustentables en su contexto histórico y ecológico (Cos y Atkins 1979). A pesar de que los sistemas evolucionaron en épocas y zonas geográficas muy distintas, éstos comparten las siguientes características estructurales y funcionales (Beets 1982, Marten 1986):
Combinan una diversidad estructural y de especies en el tiempo y en el espacio, mediante arreglos verticales y horizontales de los cultivos.
 Explotan toda la capacidad de los microambientes, que difieren en cuanto al suelo, al agua, a la temperatura, a la altitud, a las laderas y a la fertilidad, existentes en un campo o una región.
 Mantienen ciclos de materiales y desechos mediante prácticas eficaces de reciclaje.
Se basan en las interdependencias biológicas que proporcionan una disminución de las plagas biológicas.
 Se basan en los recursos locales, además, en la energía humana y animal, utilizando poca tecnología.
Se basan en variedades locales de cultivos e incorporan animales y plantas silvestres.
 La producción, por lo general, es para el consumo local.
El nivel de los ingresos es bajo, de manera que la influencia de los factores no económicos en la toma de decisiones es bastante importante.
A pesar de la embestida de los cambios económicos y de la modernización, aún sobreviven varios sistemas tradicionales de conocimiento y manejo agrícola. Dichos sistemas poseen elementos importantes de sustentabilidad a saber: se adaptan bien a sus ambientes específicos, se basan en los recursos locales, son descentralizados y en pequeña escala, e intentan conservar la base natural de los recursos. Por este motivo, dichos sistemas comprenden un legado neolítico de gran importancia; sin embargo, la estabilidad de esta herencia se ve constantemente amenazada por la agricultura moderna. El estudio de los agroecosistemas tradicionales puede acelerar, en forma considerable, el surgimiento de los principios agroecológicos, que son muy necesarios para desarrollar agroecosistemas más sustentables tanto en los países industrializados como en los países en desarrollo. En realidad, necesitamos modelos agrícolas sustentables que combinen los elementos del conocimiento tradicional y los del conocimiento científico moderno. Complementando el uso de insumos y de variedades convencionales con la probada tecnología ecológica garantizará una producción agrícola más sustentable y asequible.
1. En este libro, los términos tradicional, campesino, pequeña escala y predio pequeño se utilizan como sinónimos para describir los sistemas que se basan en la fuerza humana y animal y en los recursos localmente existentes (Wilken 1977).
2. LER= Px/Kx + Py/Ky, donde Kx y Ky representan el área de rendimiento por unidad cuando los cultivos se siembran en un sistema de monocultivo; y Px y Py representan la producción de las dos especies de cultivo en un sistema de policultivo (Vandermeer 1981).

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