LECTURA Nº 2-1 DEL MODULO DE TRABAJO
PERSONAL: PROGRAMA INTERUNIVERSITARIO OFICIAL DE POSGRADO:
“AGROECOLOGÍA: UN ENFOQUE SUSTENTABLE DE LA AGRICULTURA ECOLÓGICA”
¿QUÉ ES LA
AGROECOLOGÍA?
Stephen R. Gliessman1, Carlos Guadarrama-Zugasti2, V.
Ernesto Mendez3, Laura Trujillo2, Christopher Bacon1, y
Roseann Cohen1
Introducción
La agricultura es más que una actividad económica diseñada
para producir un cultivo ó para obtener el mas alto beneficio posible. Un
agricultor ya no puede prestar atención solamente a los objetivos y metas de su
unidad de producción y esperar que con esto puede enfrentar los problemas de la
sostenibilidad en el largo plazo. La discusión sobre la agricultura sostenible
debe ir más allá de lo que sucede dentro de los límites de la unidad de
producción individual. La producción se percibe ahora como un sistema mucho más
vasto, con muchas partes interactuantes incluyendo componentes ambientales,
económicos y sociales (Gliessman 2001, Flora 2001). Son estas complejas interacciones
y el balance entre todas estas partes lo que nos reúne a discutir que es la
agroecología, determinar como nos movemos hacia los agroecosistemas
sostenibles, y como una perspectiva agroecológica es una forma de hacer la
conversión hace la sostenibilidad (Gliessman 2001).
En un intento por clarificar nuestro propio pensamiento
sobre los agroecosistemas, pensamos a menudo la agricultura como una corriente,
y las unidades de producción son diferentes puntos a lo largo de esa corriente.
Cuando pensamos en una parcela agrícola individual como un “estanque”, un
remanso en algún giro de la corriente, podemos imaginar cuantas cosas “fluyen”
hacia esa parcela y también podemos esperar que muchas cosas “fluyen” hacia
fuera de esa parcela agrícola también. Como agricultores, trabajamos duro para
mantener limpio y productivo nuestro estanque (nuestra unidad de producción) en
la corriente. Tratamos de ser tan cuidadosos como sea posible en lo que
respecta al suelo, que cultivos plantar, como controlar plagas y enfermedades y
como comercializar la cosecha. En otros tiempos, cuando había mucho menos
granjas o fincas, menos gente que alimentar y menores demandas sobre los
agricultores y sus tierras de cultivo, se podían mantener las unidades
agrícolas en muy buenas condiciones. Se podía mantener el “estanque” bastante
limpio y no había que preocuparse mucho por lo que pasaba “corriente abajo” de
las fincas.
Pero esta estrategia es mucho más difícil hoy. Encontramos
que hay cada vez menos y menos control sobre lo que llega a mi “estanque”.
Encaramos una variedad de impactos “corriente arriba” que combinados pueden
amenazar la sostenibilidad de mi granja. Esto incluye los insumos en mi granja
ya sean comprados o que llegan de las áreas circunvecinas. Incluyen disponibilidad
de mano de obra y costos, acceso al mercado para el cual se produce, leyes que
determinan cuanta agua puede usar, plaguicidas que usamos, como criamos
nuestros animales, ¡ Para no mencionar las veleidades del clima! Mi estanque se
puede volver rápidamente un albañal.
También debemos considerar con mucha atención, que la forma
en que atendemos nuestro “estanque” puede tener efectos “corriente abajo”. La
erosión del suelo, y la reducción del manto freático puede afectar
negativamente otras parcelas y no la mía. El uso inapropiado o ineficiente de
plaguicidas y fertilizantes, puede contaminar el agua el aire así como dejar
residuos potencialmente peligrosos en la comida que mi familia y otras familias
consumen. Lo bien que lo pueda hacer en mi unidad de producción agrícola se
refleja en la viabilidad de la economía rural, de nuestra propia comunidad y de
la variedad de culturas en las que estamos inmersos. Los indicadores clave son
la pérdida de tierras agrícolas para otras actividades y la pérdida de familias
de agricultores en general. Los factores corriente arriba y corriente abajo
están ligados en formas complejas, a menudo más allá de nuestro control, e
inciden en la sostenibilidad de nuestras parcelas agrícolas.
La
Perspectiva Agroecológica
A. El Agroecosistema
Cualquier definición de la agroecología debe incluir que
examinamos el sistema de producción como un agroecosistema. Debemos de mirar al
sistema en su conjunto, o a toda la “corriente”, usando la analogía introducida
arriba. Esta definición se debe de mover más allá de la visión estrecha de la
agricultura que se enfoca primeramente en el desarrollo de prácticas o
tecnologías diseñadas para incrementar los rendimientos y mejorar los márgenes
de beneficio. Estas prácticas y tecnologías se deben evaluar a la luz de las
contribuciones que hacen a la sostenibilidad total del sistema de producción.
Las nuevas tecnologías tienen poca esperanza de contribuir
a la sostenibilidad a menos que se incluyan en su evaluación, el largo plazo e
impactos más complejos sobre el sistema agrícola en su totalidad. El sistema
agrícola es un componente importante del sistema alimentario mayor (Francis et
al). 2003).
Un fundamento básico de la agroecología es el concepto de
ecosistema, definido como sistema funcional de relaciones complementarias entre
los organismos vivientes y su ambiente, delimitado por fronteras definidas
arbitrariamente, en un tiempo y espacio que parece mantener un estado estable
de equilibrio, pero a la vez dinámico (Odum, 1996, Gliessman, 1998). Este
equilibrio puede considerarse definitivamente, que sea sostenible. Un
ecosistema bien desarrollado, maduro, es relativamente estable, autosostenible,
se recobra de las perturbaciones, se adapta al cambio y es capaz de mantener su
productividad usando insumos energéticos provenientes solamente de la radiación
solar. Cuando extendemos el concepto de ecosistema a la agricultura, y
consideramos los sistemas agrícolas como agroecosistemas, tenemos los
fundamentos para ir más allá del foco primario de atención de los sistemas de
medición tradicionales y fáciles de los productos del sistema (rendimiento ó
retorno económico). En su lugar, podemos ver el complejo conjunto de
interacciones biológicas, físicas, químicas, ecológicas y culturales que determinan
los procesos que nos permiten obtener y sostener los rendimientos.
Los agroecosistemas son a menudo más difíciles de estudiar
que los ecosistemas naturales, porque se complican con la intervención humana
que altera la estructura y función de los ecosistemas normales. No hay disputa
sobre el hecho de que para que cualquier agroecosistema sea sostenible, se
deben tomar en cuenta una amplia serie de factores y procesos ecológicos,
económicos y socales interactuantes. No obstante, la sostenibilidad ecológica
es la materia prima de construcción sobre la cual los otros elementos de la
sostenibilidad dependen.
Un agroecosistema se crea, cuando la manipulación humana y
la alteración de un ecosistema tienen lugar con el propósito de establecer la producción
agrícola. Esto introduce varios cambios en la estructura y función del
ecosistema natural, y, como resultado, cambia un número de cualidades clave al
nivel del sistema. Estas cualidades se reconocen como cualidades emergentes o
propiedades del sistema −cualidades que se manifiestan una vez que todos los
componentes del sistema están organizados. Estas mismas cualidades pueden
servir también como indicadores de la sostenibilidad del sistema (Gliessman
2001). Algunas cualidades emergentes clave de los ecosistemas, y como son
alteradas cuando se convierten a agroecosistemas se mencionan a continuación:
1. Flujo de Energía
La energía fluye a través del ecosistema natural como
resultado de un complejo conjunto de interacciones tróficas, con ciertas cantidades
disipadas en diferentes estadios a lo largo de la cadena alimenticia, y con la
cantidad más grande de energía moviéndose finalmente por la ruta de los
desechos (Odum, 1971). La producción anual del sistema se puede calcular en
términos de productividad primaria neta o biomasa, cada componente con su
contenido correspondiente de energía. El flujo de energía en los
agroecosistemas se altera enormemente por la interferencia humana (Pimentel
& Pimentel 1997). Aunque obviamente la radiación solar es la mayor fuente
de energía, muchos insumos se derivan de fuentes de manufactura humana que
frecuentemente no son autosostenibles. Los agroecosistemas se convierten a
menudo también, en sistemas de flujo a través de los cuales, cantidades
considerables de energía en forma de insumos en combustible fósil se dirigen
hacia afuera del sistema en cada cosecha. A la biomasa no se le permite
acumularse dentro del sistema o contribuir al funcionamiento de importantes
procesos internos del ecosistema (p. ej. desechos orgánicos devueltos al suelo
para servir como fuente de energía para microorganismos que son esenciales para
un reciclaje de nutrientes eficiente). Para lograr la sostenibilidad, se deben
maximizar las fuentes renovables de energía, y esta se debe suministrar como
combustible para las interacciones tróficas esenciales que se necesitan para
mantener otras funciones del ecosistema.
2. Reciclaje de Nutrientes
Pequeñas cantidades de nutrientes entran continuamente al
sistema a través de varios procesos hidrogeoquímicos. Mediante una complicada
serie de ciclos interconectados, estos nutrientes circulan entonces dentro del
ecosistema, donde la mayor parte de las veces están ligados a materia orgánica
(Borman and Likens 1967). Los componentes biológicos de cada sistema se vuelven
muy importantes para determinar como mover eficientemente estos nutrientes,
asegurando una pérdida mínima. En un ecosistema maduro, estas pequeñas pérdidas
son reemplazadas por insumos locales, manteniendo un balance de nutrientes. La
productividad de biomasa en ecosistemas naturales está muy ligada a las tasas
anuales a las cuales los nutrientes son capaces de ser reciclados.
En un agroecosistema, el reciclaje de nutrientes puede ser
mínimo y se pierden cantidades considerables con la cosecha o como resultado de
percolación o erosión, debido a una gran reducción en los niveles permanentes
de biomasa mantenidos dentro del sistema (Tivy 1990). La exposición frecuente
del suelo entre las plantas de un cultivo durante el ciclo agrícola, o de los
campos desnudos entre temporadas de cultivo, crea un “goteo" de nutrientes
del sistema. La agricultura moderna se apoya fuertemente en insumos de
nutrientes derivados del petróleo para reemplazar estas pérdidas. La
sostenibilidad requiere que estos “goteos” se reduzcan al mínimo y los
mecanismos de reciclaje se reintroduzcan y se fortalezcan. Al final, las
sociedades humanas deben encontrar maneras de regresar los nutrientes
consumidos en los productos agrícolas a los suelos −en
primer lugar a los agroecosistemas que los consumieron y produjeron con ellos.
3. Mecanismos de Regulación de Poblaciones
A través de una compleja combinación de interacciones
bióticas y límites impuestos por la disponibilidad de recursos físicos, se
controlan los niveles de población de los distintos organismos, y así
eventualmente se ligan y determinan la productividad del ecosistema. La
selección a través del tiempo, tiende al establecimiento de una estructura
biológica los más compleja posible, dentro de los límites impuestos por el
ambiente, permitiendo el establecimiento de diversas interacciones tróficas y
diversificación de nichos. Debido a la selección genética y a la domesticación
dirigida por humanos, así como a la simplificación general de los
agroecosistemas (p. ej. la pérdida de la diversidad de nichos y una reducción
de las interacciones tróficas), las poblaciones de plantas o animales de
cultivo raramente se autoreproducen o se autorregulan. Los insumos humanos en
forma de semillas o agentes de control, frecuentemente dependientes de grandes
subsidios de energía, determinan los tamaños de las poblaciones. La diversidad
biológica se reduce, se interrumpen los sistemas naturales de control de
plagas, y muchos nichos o microhabitats quedan desocupados. El peligro de epidemias
o plagas catastróficas es alto y muchas veces a pesar de la disponibilidad de
la interferencia humana intensiva y la utilización de insumos. Enfocarse a la
sostenibilidad requiere la reintroducción de las diversas estructuras y
relaciones entre las especies que permiten el funcionamiento del control
natural y los mecanismos de regulación. Debemos aprender a trabajar con, y
beneficiarnos de la diversidad, más que enfocarnos a la simplificación del
agroecosistema.
4. Equilibrio Dinámico
La riqueza de especies o diversidad de los ecosistemas
maduros permite un grado de resistencia a todo menos a perturbaciones
verdaderamente dañinas. En muchos casos, las perturbaciones periódicas aseguran
la más alta diversidad, e incluso, la más alta productividad (Connell 1978). La
estabilidad del sistema no es un estado estacionario, sino más bien dinámico y
altamente fluctuante que permite al ecosistema recobrarse después de la
perturbación. Esto promueve el establecimiento de un equilibrio ecológico que
funciona sobre las bases de un uso sostenido de recursos el cual puede mantener
el ecosistema indefinidamente, o cambiar si el ambiente cambia. Al mismo
tiempo, raramente atestiguamos lo que podrían considerarse epidemias en gran
escala en ecosistemas saludables, balanceados. Pero debido a la reducción de
diversidad natural, estructural y funcional, se ha perdido mucha de la
capacidad de recuperación del sistema y se deben mantener constantemente
insumos externos hechos por humanos. El énfasis excesivo en maximizar la
cosecha desordena el equilibrio mencionado, y solo se puede mantener si
continúa la interferencia externa. Para reintegrar la sostenibilidad, es
necesario que las cualidades emergentes de la resistencia y recuperación del
sistema jueguen otra vez un papel determinante en el diseño y manejo del
agroecosistema.
Debemos ser capaces de analizar los impactos inmediatos y
futuros del diseño y manejo del agroecosistema, de tal forma que podamos
identificar los puntos clave en cada sistema en los cuales enfocarnos, para
buscar alternativas o soluciones a los problemas. Necesitamos aprender a ser
más competentes en nuestro análisis agroecológico para evitar problemas o
cambios negativos antes de que ocurran, más que luchar por revertirlos después
de que se crearon. El enfoque agroecológico nos proporciona esta alternativa
(Altieri 1995, Gliessman 1998).
B. Aplicando la Agroecología
El proceso de entendimiento de la sostenibilidad del
agroecosistema tiene sus fundamentos en dos clases de ecosistemas: ecosistemas
naturales y agroecosistemas tradicionales (también conocidos como locales o
indígenas). Ambos proporcionan una fuerte evidencia de haber pasado la prueba
del tiempo en términos de habilidad productiva en el largo plazo, pero cada uno
ofrece una base de conocimiento diferente desde la cual entender esta
habilidad. Los ecosistemas naturales son sistemas de referencia para el
entendimiento de las bases ecológicas para la sostenibilidad en un lugar en
particular. Los agroecosistemas tradicionales nos dan muchos ejemplos de cómo
una cultura y su ambiente local han coevolucionado en el tiempo mediante
procesos que balancean las necesidades de la gente, expresadas como factores
ecológicos, tecnológico y socioeconómicos. La agroecología, definida como la
aplicación de conceptos y principios ecológicos para el diseño y manejo de
agroecosistemas sostenibles (Gliessman 1998) se alimenta de ambos para
convertirse en un enfoque de investigación que se puede aplicar para convertir
agroecosistemas convencionales o no sostenibles, en sostenibles.
Aplicamos la agroecología cuando trabajamos con
agricultores que están en el proceso de transición a prácticas de manejo
ambientalmente más sanas, y así obtenemos el potencial de contribuir a la
sostenibilidad del largo plazo. Esta transición ya está ocurriendo. Muchos
agricultores, a pesar de la fuerte presión económica que hay sobre la
agricultura, están en el proceso de convertir sus unidades de producción a
manejos y diseños más sostenibles (National Research Council 1989, USDA
2000).En California, el incremento dramático en superficie dedicada a cultivos
orgánicos se ha basado fuertemente en la innovación del propio agricultor
(Swezey & Broome 2000). Es claro que los agroecólogos contribuyen a este
proceso de una manera importante.
Convertir un agroecosistema a un diseño más sostenible es
un proceso complejo. No es simplemente la adopción de una práctica o tecnología
nueva. No hay soluciones mágicas. En lugar de esto, la conversión usa el
enfoque agroecológico descrito arriba. La unidad de producción se percibe como
parte de un sistema más grande de partes interactuantes − un
agroecosistema. Debemos enfocarnos a rediseñar ese sistema con el objetivo de
promover un amplio rango de diferentes procesos ecológicos (Gliessman 1998). En
un estudio de conversión de producción de fresas convencionales a manejo
orgánico se observaron varios cambios (Gliessman et al 1996). A medida que se
reducía o eliminaba el uso de insumos químicos y se enfatizaba el reciclaje, la
estructura y función del agroecosistema cambió también. Un conjunto de procesos
y relaciones empezaron a transformarse, empezando con el mejoramiento de la
estructura del suelo, un incremento en el contenido de materia orgánica, y una
diversidad y actividad mayor de la biota benéfica del suelo. Se empezaron a dar
también cambios más fuertes en la actividad y relaciones entre malezas,
insectos y poblaciones de patógenos, y en el funcionamiento de los mecanismos
de control natural. Por ejemplo, ácaros predadores reemplazaron gradualmente el
uso acaricidas sintéticos para el control de la araña de dos manchas, la plaga
de artrópodos más común de la fresa en California.
Resumiendo, se ven afectados la dinámica y reciclaje de
nutrientes, la eficiencia en el uso de energía, y la productividad total del
agroecosistema. Los cambios se pueden requerir en el manejo diario de la finca,
en su planeación, en la comercialización, e incluso en su filosofía. Las
necesidades específicas de cada sistema tendrán variaciones, pero los principios
de conversión enlistados en la
Tabla 1 pueden servir como guía general para el trabajo
durante la transición. Es papel del agroecólogo ayudar al agricultor a medir y
monitorear estos cambios en el período de transición para guiar, ajustar y
evaluar este proceso. Un enfoque de esta naturaleza proporciona un marco
esencial para determinar los requerimientos y los indicadores del diseño y
manejo de agroecosistemas sostenibles.
Perspectivas a Futuro
Los problemas de la agricultura crean las presiones para
los cambios que resultarán en una agricultura sostenible. Pero una cosa es
expresar la necesidad de la sostenibilidad y otra cuantificar y provocar los
cambios requeridos. El diseño y manejo de agroecosistemas sostenibles, como
enfoque, está en su estadio formativo. Se construye inicialmente sobre los
campos de la ecología y las ciencias agrícolas y emerge como la ciencia de la
agroecología. Esta combinación puede desempeñar un rol importante en el desarrollo
del entendimiento necesario para una transición hacia la agricultura
sostenible.
Pero la agricultura sostenible es más. Adquiere una
perspectiva cultural a medida que el concepto se expande para incluir a los
humanos y su impacto sobre los ambientes agrícolas. Los sistemas agrícolas son
el resultado de la coevolución que se da entre cultura y ambiente, y una
agricultura sostenible valora tanto los componentes humanos como los
ecológicos. Nuestro pequeño “estanque” en la “corriente” se convierte en el
punto focal para cambiar el modo en que hacemos agricultura, pero ese cambio
debe darse en el contexto de las sociedades humanas donde la agricultura se
practica, la corriente en su totalidad en esta analogía.
Ningún sistema agrícola puede seguir siendo visto como una
actividad estrictamente productiva manejada primordialmente por presiones
económicas.
Necesitamos reestablecer la conciencia sobre el fundamento
ecológico en el que la agricultura se desarrolló originalmente y del que
depende en última instancia. Se ha dado muy poca importancia a los efectos
“corriente abajo” que se manifiestan afuera de la finca, ya sean los
ecosistemas naturales circundantes o las comunidades humanas.
Requerimos una base interdisciplinaria sobre la cual
evaluar estos impactos.
En el contexto más amplio de la sostenibilidad, debemos
estudiar el fundamento ambiental del agroecosistema, así como el complejo de
procesos involucrados en el mantenimiento de la productividad de largo plazo.
Necesitamos establecer primero la base ecológica de la sostenibilidad en
términos de la conservación y el uso de recursos incluyendo suelo, agua,
recursos genéticos y calidad del aire. Entonces debemos examinar las
interacciones entre los muchos organismos del agroecosistema, empezando con las
interacciones en el nivel de los individuos de una especie, y culminando al
nivel del ecosistema a medida que se esclarece nuestro entendimiento del
sistema en su totalidad.
Nuestro entendimiento al nivel de los procesos del
ecosistema se debe integrar entonces a los múltiples aspectos de los sistemas
políticos, económicos y sociales dentro de los cuales los agroecosistemas
funcionan, tornándolos en sistemas aún más complejos. Tal integración del
conocimiento del sistema social y el ecosistema sobre los procesos agrícolas no
solo llevarán a una reducción en los insumos sintéticos que se usan para
mantener la productividad. También permitirá la evaluación de cualidades de los
agroecosistemas tales como los efectos en el largo plazo de diferentes estrategias
insumo/producto, la importancia de los servicios ambientales que proporcionan
los paisajes agrícolas, y la relación entre los componentes ecológicos y
económicos en el manejo sostenible del agroecosistema. Al entender y
seleccionar apropiadamente los insumos de la agricultura “corriente arriba”,
podemos estar seguros que lo que mandamos “corriente abajo” promoverá un futuro
sostenible.
Referencias
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TABLA 1. Principios guía para el proceso de conversión al
diseño y manejo de agroecosistemas sostenibles (Modif. de Gliessman, 1998)
• Desplazamiento
del manejo de flujo de nutrientes, al manejo del reciclaje de nutrientes, con
dependencia creciente en los procesos naturales tales como la fijación
biológica de nitrógeno, y las relaciones micorrícicas.
• Uso
de fuentes renovables de energía en lugar de fuentes no renovables.
• Eliminar
el uso de insumos humanos externos que tienen el potencial de dañar al
ambiente, la salud de los agricultores y trabajadores agrícolas, y/o, a los
consumidores.
• Cuando
se tenga que agregar materiales al sistema, usar materiales de origen natural
en lugar de insumos sintéticos ó manufacturados.
• Manejar
las plagas, enfermedades y malezas en lugar de “controlarlas”.
• Restablecer
las relaciones biológicas que pueden darse naturalmente en la unidad de
producción en lugar de reducirlas y simplificarlas.
• Buscar
que los modelos de cultivo estén en armonía con el potencial productivo y las
limitaciones físicas del paisaje agrícola.
• Usar
una estrategia de adaptación del potencial biológico y genético de las especies
animales y vegetales cultivables, a las condiciones ecológicas del lugar de
cultivo, más que modificar el sitio de cultivo para satisfacer las necesidades
de esas plantas y animales.
• Valorar
mucho más la salud del agroecosistema en su totalidad, que el producto de un
sistema de cultivo en particular.
• Enfatizar
la conservación del suelo, agua, energía y los recursos biológicos.
• Incorporar
la idea de la sostenibilidad en el largo plazo, en el diseño y manejo general
del sistema.
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